Los
ciudadanos conscientes y demócratas, en México, luchan contra un sistema político
que se niega a cambiar y mucho más a morir. El sistema político priista ha durado
más de setenta años, perduro durante los doce años de panismo priista y ha
regresado bajo las mismas condiciones de corrupción, ilegalidad y excesos. Es imperioso para la nación mexicana cambiar
semejante sistema político ya que los políticos de la mayoría de los partidos
les sienta bien para todos los excesos imaginables. Este es un sistema corrupto
que cobija a todos los corruptos e incentiva la corrupción para seguir teniendo
vigencia. La sociedad ha cambiado, casi todo ha cambiado menos el sistema político
corrupto y no se ve, francamente que se vaya a terminar inmediatamente. Setenta
años de sometimiento y adoctrinamiento del pueblo mexicano por un sistema
totalitario no es fácil de terminar. La idiosincrasia política subsiste y
subyace en la psiquis del pueblo mexicano más pobre, alimentado por el control
de los tres sectores corporativos: el campesino, el obrero y el popular y
apuntalado periódicamente por cañonazos de dinero público en la compra de
votos.
Es
evidente que, el sistema político priista tiene su fundamento, no en la convicción
ideológica del partido, sino en la compra sistemática de voluntades/votos del
pueblo más pobre, ignorante de los conceptos básicos de la democracia; marginados
de la consciencia más elevada el pueblo llano no tiene opción que, aceptar las
migajas que el sistema le niega. Ver y tener una estufa de mala calidad,
$500.00 pesos en un día sin aparente
esfuerzo, bultos de cemento, ladrillos o cualquier otro artículo es casi
una bendición ni se diga una televisión de pantalla plana. Aquí está toda la psicología
del sistema político mexicano y que la mayoría de los partidos siguen. El
sistema político no solo no tiende a desaparecer sino se ha fortalecido con el
surgimiento de nuevos partidos.
No
obstante, las nuevas generaciones deben pensar profundamente su rol en la vida,
su vida. El cambio, hacia la democracia o hacia la legalidad no va a venir por sí
solo. Es y será necesario que más jóvenes nazcan, crezcan y se mantengan fuera del
sistema político actual y vayan formando uno nuevo que responda y corresponda a
sus necesidades actuales y futuras.
Las
grandes trasnacionales están forjando el Nuevo Estado que ya no es nacional
sino solo un instrumento al servicio de sus fines de producción y de consumo.
Sin embargo, esta construcción no es una tarea absoluta de los Neoliberales
sino una tarea también de las naciones. Se encuentran aquí ya en franca oposición
gobernantes manejados por los ricos y gobernados. Esta oposición no puede ser
permanente ni tan profunda. Llegará el momento en que las partes tengan que transigir
quieran o no; es en este preciso momento en que las nuevas generaciones tengan
que aportar los elementos para su vida social y bajo el nuevo gobierno. Los
nuevos instrumentos para la defensa de los pueblos ya existen en forma de
asociaciones, organizaciones no gubernamentales y es deseable que surjan
organismos no gubernamentales, en su especie de consejos ciudadanos dinámicos que
no se corrompan inmediatamente y que sirvan para la fiscalización de los órganos,
instituciones, dependencias del Estado y que emitan recomendaciones
vinculatorias en la comisión de delitos e infracciones de todo tipo por parte
de los funcionarios públicos y privados.
Se
necesita que más porciones del pueblo llano salgan de la ignorancia y eso, es
trabajo de los verdaderos demócratas. Solo una nación consciente podrá impedir
que los gobernantes y políticos actuales sigan en su dictadura y gradualmente
se vayan revirtiendo más de ochenta años de totalitarismo político. De los
gobernantes y políticos no puede venir
la democratización o legalidad del Estado mexicano si no de la nación dinámica que
alcance un número de ciudadanos conscientes y activos que luchen constantemente
contra el actual régimen y vigilen el que se está construyendo.
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