De
común se cree que los pueblos prehispánicos no desarrollaron un sistema filosófico
a la manera de los europeos y ahí está el error (Medir con regla ajena la vida
propia). Si bien no se tiene la perspectiva total sobre su pensamiento, tanto
por la destrucción de los documentos que tenía la clase noble de estos pueblos
como por la cerrazón impuesta por la religión católica sobre las expresiones de
los naturales. A esto se le debe añadir el tiempo que ha transcurrido para
agravar el estudio.
Sin
embargo, en los escritos que han llegado hasta nosotros se puede advertir que existía
una ética férrea (Ningún pueblo puede dominar sin dominarse asimismo), una
moral circundada por la disciplina y una metafísica admirable para su tiempo.
Si
bien es cierto que los aztecas no lograron separar la religión del Estado
propiamente se debe a que un Estado teológico era necesario para los fines de
los gobernantes; no obstante lo anterior, la razón de los aztecas también se preocupó
y ocupo sobre el ser y el destino final más allá de la muerte, es decir, tenían
una metafísica. El siguiente texto nos muestra lo ya dicho:
“¿A
dónde iremos?
Solo
a nacer venimos
Que
allá es nuestra casa;
Donde
es el lugar de los descarnados”.
“¿Acaso
de verdad se vive en la tierra?”
No
para siempre en la tierra; solo un poco aquí.
Aunque
sea de jade se quiebra,
Aunque
sea de oro se rompe,
Aunque
sea plumaje de quetzal se desgarra.
No
para siempre en la tierra; solo un poco aquí.
“¿Acaso
son verdad los hombres?”
Por
tanto ya no es verdad nuestro canto[1].
Esto
además tiene toda la carga existencialista pero también contiene el cambio y corrupción
que los griegos advirtieron, es decir, la discusión filosófica del ser y el no
ser. Se puede ver claramente toda una ética en la formación de los jóvenes nobles
y los jóvenes del pueblo llano dividida entre los dos géneros. A los jóvenes se
les enseñaba el valor, a no mentir, a ser obediente, a honrar a los padres, a
no robar y temer a los dioses entre otras muchas cosas; a las mujeres a ser
virtuosas, a no mentir, a no robar, a participar en las labores del hogar y, a
participar en los preparativos de los festejos religiosos.
Se
tienen también rasgos de hedonismo como la siguiente: “gocemos ahora que mañana
moriremos”, o manifestaciones epicureístas “Solo el trabajo nos conduce a la
felicidad”. Los tlamatinimes fueron los equivalentes de los filósofos de Grecia
con sus propias maneras de interpretar la vida, la realidad y la metafísica.
Para los tlamatinimes la verdad no está en la ciencia sino en la belleza y la
cultura. El poeta que sepa captar la belleza natural tiene la verdad y la
expresa a través del canto. Si bien no es una filosofía al modo occidental no
es, despreciable. Toda la estética azteca capturada en la flor (La belleza) y
el canto (La expresión cultural) es de un grado supremo, embriagadora e
irresistible.
Ahora
bien, no solo se puede encontrar rasgos de filosofía sino también en personajes
como Quetzalcóatl, de quien se dice, por unos, que era un hombre y por otros un
dios; pero que representa las virtudes humanas con un trágico final traído por
el incesto con su hermana. Se puede no solo rescatar sino seguir sus enseñanzas
ya hayan sido reales o atribuidas a un personaje (Dios) como guías para la
vida. Sus mejores virtudes eran la
prudencia, la templanza y la razón llevadas a la práctica. Toda una vida ética o
un compendio de ética digno de estudio, por lo menos para los mexicanos.
La
razón de Quetzalcóatl lo llevo a alcanzar alturas fuera de lo común entre los
que vivió o existió (Y, sigue existiendo), que por mera necesidad propia se
debe estudiar y delimitar los alcances de su pensamiento y de su práctica en
las circunstancias ya señaladas. Busquemos nuestras propias reglas de
existencia para poder medir nuestra vida.
Si
Huitzilopochtli forzaba a los aztecas a la guerra, al derramamiento de sangre,
a la conquista; Quetzalcóatl nos invita al elevamiento intelectual, al uso de
la razón y a la conquista del pensamiento elevado. Fuerza y razón unidos en una
Nueva Flor y un Nuevo Canto.
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