En
todas las épocas y en diversos lugares existen pueblos, comunidades, clases
sociales o personas que sienten estar por encima de las sociedades en que viven,
incluso por encima de la Humanidad. Dos ejemplos claros lo son el Vaticano y la
Fifa, el primero un Estado que tiene injerencia en la política de los diversos
Estados nacionales donde tienen fieles, el segundo una empresa rapaz con los
Estados donde se practica fútbol.
El
Vaticano recauda millones de dólares a través de la venta de los servicios
tales como bautizos, primeras comuniones, misas de quince años, bodas, los últimos
santos oleos, misas de cuerpos presentes y toda una larga lista de otros
servicios y por medio de donaciones de todo tipo; esto sin que los Estados
nacionales tengan injerencia ni fiscalicen los millones de dólares que recauda
el Vaticano. Total oscuridad. No hay leyes efectivas que puedan hacer que los
sacerdotes rindan sus declaraciones fiscales por cada parroquia, iglesia,
catedral, seminario o cualquier otro bien inmueble que les reporte ganancia.
La
Fifa impone a las federaciones de fútbol de los Estados nacionales sus reglas
por encima de las leyes vigentes. En aquellos Estados donde se van a celebrar
los mundiales les impone rígidos objetivos que se deben cumplir sin chistar o el
negocio se va a otro Estado y al final son las naciones quienes resienten las
perdidas y todo el peso de la inversión para cada mundial. No se invierte lo
suficiente en educación, salud pública o seguridad pública pero si en el producto
mercantil llamado fútbol; se construyen nuevos estadios o se remodelan y se pone
todo al servicio de la Fifa.
Tanto
el Vaticano como la Fifa no son otra cosa que, trasnacionales con un gerente
general, administradores regionales, nacionales, estatales hasta llegar a todos
los rincones. ¿Cómo se puede priorizar la fe religiosa o un deporte por sobre
lo más básico de los seres humanos como la alimentación, la salud, la educación
o la salud?, la respuesta está en las grandes ganancias que se embolsan, tanto
los funcionarios del Vaticano como los de la Fifa, sin ninguna injerencia por
parte de los gobiernos de los Estado nacionales.
Otro
ingrediente que hace posible que se imponga la religión y el fútbol es la
enorme las enormes ganancias que obtienen por medio de la corrupción. Del
Vaticano es bien conocida su corrupción, de la Fifa está en pleno trámite la investigación
y del tamaño de esta trasnacional es el tamaño de la corrupción.
A
esto nos ha llevado el Neoliberalismo, no se pueden desligar estos hechos de corrupción
con el híper consumismo, tanto de la fe como del fútbol, aunque estos dos
rubros no generen ningún bienestar real para la Humanidad. Se debe poner límites
legales a las actividades de este tipo de trasnacionales en bien de todos los
seres humanos y fiscalizar sus ganancias, haciéndolas públicas. Ninguna empresa, por grande que esta sea, debe estar fuera de la ley y por encima de los pueblos concretos y
de la Humanidad en general. Los gobiernos de los Estados ya no representan a
los ciudadanos son aliados o servidores del gran capital, deben ser los
ciudadanos organizados los que deben enfrentar estas empresas anómalas
y abusivas con una corrupción sin límites.
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