El
tiempo, la tradición académica y la vida oficial pulen a la vez que ocultan la
vida de los seres humanos considerados como paradigmas de virtud en cualquier área
de la vida. A Sócrates se le pone como un filósofo impoluto y alejado del trato
cotidiano de la vida o por lo menos eso se percibe de primera mano. La verdad
es, que este tipo de filósofos vivían de forma directa con el pueblo y no la tenían
todas consigo ni en sus relaciones familiares. Jantipa, esposa de Sócrates lo
molestaba tanto, haciéndole la vida imposible que, nuestro filósofo tenía que irse
de su casa para menguar el acoso natural pero incansable de su esposa.
La
misma estampa se nos revela con la vida de Marco Tulio Cicerón, el más grande
orador romano y hombre de Estado, diríamos hoy. Tuvo dos hijos, Tulia, a quien quería
entrañablemente. La muerte de su hija fue ten dolorosa al grado de ser un punto
de quiebre en su vida. Marco, su hijo, le dio más dolores que
satisfacciones. Se le recuerda por lograr la poco honrosa hazaña de ganar el
duelo de borrachera contra el triunviro Antonio, quien tenía la reputación de
ser un gran bebedor y al cual venció, mostrando demasiado orgullo por ello.
Con
las mujeres, Cicerón no tuvo suerte ni cosas agradables que recordar; su
primera esposa, a la cual quiso de más a menos, se sospecha que le robó y defraudó
en complicidad con uno de sus esclavos; la segunda se burló de la muerte de su
hija Tulia con lo cual se ganó el repudio y, a pesar de ello trataba de entrar
a la casa del ya viejo romano. Sopesando todos los problemas que le traía ser hombre
de Estado y filósofo veterano tuvo la sensatez de renunciar prudentemente en aceptar,
de parte de su amigo Hircio, la mano de la hermana de este, manifestando que “…es
una torpeza ocuparse a un mismo tiempo de una mujer y de la filosofía”, quien
se haya visto en semejantes circunstancias, entenderá inmediatamente el trance
insalvable en que se encontraba Cicerón y sentirá el mismo pesar aligerado si
solo se ocupa de la filosofía.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario