jueves, 5 de julio de 2018

MOMENTO EXTRAORDINARIO DE LA REPÚBLICA





Es evidente que en una democracia uno de los órganos no puede tener poder sobre los restantes, tal y como ocurrió con el Presidencialismo mexicano que se acaba de terminar. El presidente en turno sobrepujaba en poder a los dos restantes con lo cual la democracia quedaba inservible, impracticable.

En el caso de Andrés Manuel López Obrador, tiene mayoría en ambas cámaras con lo cual parece que el Estado mexicano retorna al Presidencialismo; no hay tal, las pasadas elecciones del 1 de julio de 2018, fueron necesarias y, en las cuales el pueblo mexicano manifestó claramente para transitar hacia la democracia plena con todos sus peligros que conlleva.

El poder que tiene en estos momentos López Obrador es de manera extraordinaria; tal y como lo hacían los romanos que, ante un hechos que pusiera a la república en grande peligro nombraban un dictador (que tenía un significado muy diferente como hoy conocemos), que tenía el encargo de deshacer el peligro y, en ese mismo momento sin declaración jurídica ni política cesaba en las facultades extraordinarias que había recibido. Sin ser lo mismo pero por sus similitudes el poder que tiene Andrés Manuel, debe tener este poder extraordinario que no se limita a la mayoría en ambas cámaras sino el apoyo del pueblo.

Sin el poder necesario, el presidente electo actual cuando este en funciones no podrá desmantelar por completo el viejo régimen y se corre el riesgo de que, los priistas vuelvan por sus fueros en la siguiente o dos siguientes sexenios como ocurrió con Vicente Fox que al final se erigió en defensor de los propios priistas. Por ello, tan luego se conjure el peligro priista que consiste en ser los creadores de la dictadura de un partido único de Estado francamente totalitarista y sus beneficiarios en detrimento del pueblo, deben cesar el poder extraordinario del presidente. Se debe construir un nuevo régimen político como base del nuevo Estado mexicano.

36 años de privatizaciones en medio de la inédita corrupción gubernamental han traído al pueblo de México la verdad, únicamente las trasnacionales y los gobernantes en turno se han beneficiado en detrimento del pueblo que ha visto mermados sus ingresos, su riqueza, su calidad de vida, su salud, sus posesiones, derechos con la súper explotación de los recursos  minerales, de flora y fauna, acuíferos, de mano de obra; en suma, las contrarreformas impuestas por el PRI y el PAN han traído la dependencia en todos los ámbitos de la vida nacional, hasta poner casi impracticable la voluntad popular.

Las elecciones de este i de julio de 2018, fueron la respuesta a tantas mentiras y traiciones de los priistas, de los panistas, perredistas y todos aquellos políticos que se han beneficiado de las privatizaciones llenas de corrupción. El no a este régimen en proceso de extinción plena fue el rechazo a estas prácticas corruptas.  Pero para que no se vuelva a la corrupción oficial como practica ordinaria se debe desmontar este régimen y hay malas nuevas, ni siquiera se ha empezado en esta tarea pues hacen falta algunos meses para ello.

El peligro no ha pasado pues aunque mermados priistas, panistas y perredistas están agazapados en espera de la mínima oportunidad para volver lanzarse a saquear lo público y volver a imponer el régimen que estamos abandonando. Por ello, Obrador debe tener ese poder extraordinario para poder transitar hacia un nuevo régimen y evitar el regreso del viejo. De la misma manera el pueblo debe mantenerse vigilante pues en caso contrario corre el riesgo de perder lo ganado.

No se crea en los halagos de los enemigos de López Obrador y del pueblo, están agazapados en espera de un descuido para volver con su loca trompetería y discursos de odio y división. Son maestros en el arte de la simulación y todo el régimen priista fue la simulación de la democracia. El pueblo de México debe seguir madurando políticamente y no volver a la pasividad pues corre el riesgo de volver a ser engañado, mentido y sometido a intereses ajenos a su voluntad general.

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