La
democracia real es como es, sin adjetivos ni romanticismos; no queda más que tratar
de entenderla y aceptarla; hacer lo contrario es darse la cabeza contra un murallón.
Con todo, no se puede ver todo blanco o negro sino en su justa realidad. Las
elecciones de este uno de julio de 2018, ha mostrado que quedan remanente de
atraso en la democracia y el estado de Puebla es una muestra muy clara. No alcanzó
la ola de entusiasmo para ello.
Muchos
candidatos de Morena ganaron sin estructura y sin merecimientos, afirmar lo
contrario es negar la realidad. Ese rubro debe atenderse ahora que se ha visto
este problema. Dejar de crear cuadros políticos puede ser el talón del partido.
Se está a tiempo para remediar esta debilidad y carencia. Sin embargo, se debe
aprovechar ampliamente el triunfo para ello.
En
general, quienes votaron, lo hicieron en contra de toda la forma corrupta de
hacer política y negocios al amparo de la impunidad. Cierto es que ya el régimen
había caducado por si mismo y el Estado está en las ruinas. Pero esto tiene
como implicación, tener la idea clara aunque no acabada de un nuevo régimen político
que simiente las bases de un nuevo Estado mexicano. La tarea no es fácil porque
no se tiene en México a los teóricos que hagan teorías sobre la realidad. La
gran mayoría tiene imbíbita la influencia extranjera, en concreto de Louis de
Secondant Montesquieu. Pero precisamente es el pensamiento nunca aplicado de Montesquieu
lo que se abandona.
Ahora
bien, en el estado de Puebla, no se logró el inicio de cambio de régimen por
diversas razones. Hay dos fundamentales. La primera es la elección impulsada
desde el gobierno del gobernador Antonio Gali, en asociación con Rafael Moreno
Valla; las segunda, lo fue el candidato de Morena. No supo desempeñar su actuación
en los términos necesarios. Todo el triunfo se esperaba que viniera de Andrés
Manuel López Obrador y se dejó de hacer política de calidad. No todo fueron
mermas ni fracasos.
En
efecto, si bien Morena no ganó la gubernatura si tuvo un porcentaje de más de
un millón de votos, hecho inédito para un partido de izquierda en Puebla. El
mensaje fue claro tanto para Morena como para el actual régimen morenovallista,
no más corrupción ni corruptos. El mensaje a Miguel Barbosa es debido a su
historia, a su trayectoria de traiciones, el mensaje a Rafael Moreno Valle, lo
es por la misma causa. Es de esperarse que en las siguientes elecciones con un
buen candidato y, en espera del desarrollo político a nivel federal y nacional,
Morena gane este bastión del conservadurismo político. El voto dividido debe
ser un mensaje claro que se debe entender a cabalidad. Lo demás es ceguera y
soberbia.
El
mayor efecto de la inoperancia del Presidencialismo fue que el pueblo de México,
fue de abandono que a su vez tuvo como efecto el de despertar en la realidad de
haber sido expulsados del edén priista, del Estado paternalista y, que de allí
en adelante iban a ser los ciudadanos los que con sus propias fuerzas iban a
tener que conseguir todos los bienes y servicios que tengan menester. Pero si
los ciudadanos iban a luchar desde su desnudez y con sus propias fuerzas ¿por
qué la clase política era elitista y vivía al modo monárquico en medio de la corrupción
y con toda impunidad?. La dolorosa realidad hizo reaccionar al pueblo y voto en
contra de esta elite política y que hasta antes de las votaciones estaba segura
de ganar. La realidad fue un parto doloroso de unas nuevas circunstancias. No más
clase política monárquica en una república empobrecida.
Si
en México se quiere salir de las ruinas del Presidencialismo y crear un nuevo régimen,
se debe hacer política autóctona, originaria de calidad y se puede pues los
mexicanos han descubierto que no son más que los demás pueblos pero que no son
menos pues participan de la misma calidad de la razón. Esto incluye a la
entidad federativa de Puebla.
En
las elecciones en el estado de Puebla, de este uno de julio de 2018 vimos a dos
personajes que fueron socios en la política poblana; que se repartieron cotos
de poder y que deberían, en algún momento un enfrentamiento político que tuvo
los resultados ya sabidos por las razones ya mencionadas y que no iban a
representar en caso alguno la democracia.
El
pueblo por su parte, sin saber a ciencia cierta y, así es generalmente, votaron
correctamente para dar por terminada una era, la del Presidencialismo a la vez
que abrieron una brecha que se debe ir ampliando para la consolidación de la
democracia en México. En el estado de Puebla como en otros lugares, las redes
sociales fueron importantes para el encausamiento de las preferencias políticas
y, no es de desdeñarse este poder en el futuro para las demás elecciones aunque
ya sin la euforia del cambio y ya sin López Obrador como motor de la política particular.
Es por eso que urge la formación de cuadros y de estructura electoral en una
nueva realidad aún incierta y dura de roer.
En
el estado de Puebla, queda mucho quehacer político para que más ciudadanos
sepan cómo lidiar y encausar la política. No estuvo mal las elecciones en
Puebla y bien se puede decir que perdiendo la gubernatura se gana como partido y
se abre un compás de espera para las siguientes elecciones tanto del Congreso
Local dentro de dos años y medio y de cinco y medio para el gobierno del
estado. Hasta hoy, la mayor parte de lo ya dicho es historia, lo que falta
espera, futuro palpable.
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