Para
que el Neoliberalismo haya tenido éxito en México se puso la base para que se
fuera perdiendo la fe en la fe católica al menos al grado de no ser un obstáculo
para el libre mercado. La fe católica es totalmente contraria a al cristianismo
protestante y las más influyentes religiones que la sociedad estadounidense han
instituido el último jueves de cada mes de noviembre como el “Thanksgiving day”
(El día de acción de gracias), que consiste dar las gracias por los logros
alcanzados mientras que la fe católica pide milagros.
Los
europeos que llegaron a las trece colonias y después a lo que hoy son los
Estados Unidos de Norteamérica ya traían la idea del éxito material como señal
de la salvación de sus almas; claro, esto no de manera homogénea pero si
predominante. La libertad religiosa fue garantizada en la Primera Enmienda
entre tantos inmigrantes de las más diversas nacionalidades. En cambio, en México
se impuso la religión católica como única, de manera intolerante y no había las
condiciones de que llegaran inmigrantes de Europa.
En
este contexto se dice que los mexicanos estanos acostumbrados a pedir milagros
y, los estadounidenses a dar gracias por sus logros; esto es cierto pero tiene
sus matices y otros elementos que inciden en el ser de cada pueblo. Pero es el
caso que, el Neoliberalismo tiene la necesidad de expandirse y como el pueblo
mexicano no está en la misma sintonía se le debe moldear; terminar con su
pasividad general.
Para
terminar con su falta de disciplina productora y su no consumo hizo falta que
esto se hiciera desde las leyes. Toda privatización de lo público,
necesariamente es través de las leyes ya sean constitucionales o secundarias;
no importa esto sino la liberación de los mexicanos. El Estado dejó de ser
paternalista al ir quitándole no solo los programas sociales a la población sino
poniendo en vigencia leyes que desprotegían a los obreros, campesinos y al
pueblo en general. Al final se ha logrado que los mexicanos se adoptaran los
postulados de Martin Lutero con su interpretación libre de la Biblia que no es
otra cosa que individualismo y la idea de predestinación de Juan Calvino que no
es otra cosa que el éxito como señal de salvación del alma, después de casi 40
años de adoctrinamiento Neoliberal pues estos dos principios los adopto el
libre mercado para lograr sus fines de producción y consumismo.
Las
reformas privatizadoras de Enrique Peña Nieto tienen el fin de volver
productivos y consumidores a los mexicanos aunque este y aquellos no lo sepan y
no tiene por qué saberlo dado que esta práctica no tiene como fin la toma de
consciencia sino del consumo inconsciente.
En
este contexto, la fe católica era un dique para el triunfo del libre mercado que
traía a sus seguidores absortos en “el más allá”, y de lo que se trata es de
vivir en “el más acá, siempre con el fin de que el clero siguiera sujetando al
pueblo y manipulándolo a conveniencia; sin embargo, los casi cuarenta años de
Neoliberalismo enseñaron a los mexicanos a producir y, a consumir al estilo
estadounidense. Las privatizaciones de 2015 con Peña Nieto fueron la culminación
de este proceso pues quitaron los últimos vestigios de Derecho proteccionista
para el pueblo mexicano y privatizaron las empresas más importantes del Estado.
A
la par del Neoliberalismo en México se ve la perdida de fe en el catolicismo.
Ya es común que los propios católicos se asuman como creyentes pero con poca
practica con verdadera fe pues la religión en su práctica es tiene un sesgo
social a través de ser requisito para la vida social. Se va a los ritos
religiosos para poder ir con cierto decoro a las fiestas de cumpleaños, primera
comunión o casamiento por ejemplo.
La
imposición del libre mercado tuvo como efectos el menoscabo en la fe católica
al punto de poner todas las alarmas en los altos jerarcas que se quejan
amargamente de siempre perder las batallas de la fe. Todavía en el 2006 y 2012
la cúpula teológica influyo de manera importante para dirigir el sentido del
voto, amenazando con excomulgar a todos los que votaran por los partidos de
izquierda. Y, les funcionó.
Hoy,
los mexicanos saben, aunque sigan protestando que, el cambio de régimen político
era necesario; el Presidencialismo se vació de todo contenido. Pero también saben
que no podían seguir bajo las amenazas del clero reaccionario. Simplemente la
libertad traída e impuesta por el Neoliberalismo se infiltró en las buenas
consciencias y las obligó a despojarse de la pasividad, a liberarse de la vieja
autoridad clerical. Y, lo logró.
La
idea del híper individualismo esta ya instalado en una buena parte del pueblo
mexicano junto con su práctica y esto excluye lo suficiente a la autoridades tradicionales
como para que los individuos puedan actuar por si mismos. La idea del éxito único
y valedero basado en el materialismo es ya un hecho; no es casual que los más
encumbrados ricos y políticos sean analfabetas funcionales aunque hayan
obtenido títulos universitarios dentro y fuera de México pues no les sirven más
que como tarjetas de presentación para entrar a la política, mundo de corrupción
en santa liga con lo privado.
Por
el momento la fe católica sufre un descreimiento y, el Neoliberalismo pragmático,
de una sola vía, triunfa sin remedio. La libertad dad, impuesta busca ya la forma
de desarrollarse y no se sabe cuál será el fin de este estadio. Por el momento
parece que el género humano va al desastre; con todo, este no es el único momento
álgido de la historia y, hasta ahora, se ha podido sortear los problemas con más
o menos decoro. Claro, es difícil sino
vano pedir fe ante la pérdida de la misma pero quizá la fe perdida también haya
sido un camino equivocado y agotado y se deba fincar la fe en el género humano.
La decisión del rumbo a seguir es general sin perder de vista que siempre está
el peligro de las elites manipuladoras.