lunes, 7 de mayo de 2018

LOS CAMBIOS DE ÉPOCAS




Los cambios de épocas, la terminación de regímenes son no solo necesarios sino imposibles de detener y lo ubico que se puede hacer es tratar de entenderlos. Este tipo de cambios son ajenos a los deseos de los seres humanos en particular. Su complejidad los hace que no puedan ser usados o manipulados de manera particular.

Si se ven y analizan este tipo de cambios se verá que su mecánica es compleja y todas las fuerzas desatadas y en acción son imposibles de parar. Incluso aquellos que son parte del sistema o régimen participan involuntariamente pero activamente para esos cambios. Es paradójico pero así suceden los hechos.

En México el régimen priista se terminó hace no mucho y estamos a punto de firmar sus acta de defunción definitiva este uno de julio de dos mil dieciocho. Las pasiones humanas se desbordan al límite y la gritería es tal que se hace una confusión terrible. Claro los cambios siguen su curos sin importar las pasiones humanas.

Los priistas quisieran no salir de escena pero la verdad es que ya no son necesarios porque el régimen que construyeron se evaporó y ellos fueron participes o por lo menos sus cúpulas. En su época dorada el presidente de la república en turno era el motor único de lo político, de lo económico, de lo institucional, de la forma de ver la realidad y de ser de la realidad. Hay una anécdota que dice que cuando el presidente preguntaba ¿qué hora es?, la respuesta era, las horas que usted diga. Hoy se le respondería que la hora en que entregue cuentas o se vaya.

En lo político, el presidente en turno esperaba el tiempo adecuado para que se iniciara la sucesión presidencial que siempre recaía en el personaje que él, elegía. Todo era un ritual bien sabido y era como acudir a una puesta en escena con la trama archisabida. Con todo, su poder residía en designar a todo su gabinete, a los gobernadores, al regente del Distrito Federal, a los Ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, a los senadores y diputados del Congreso General, a los diputados de los congresos locales, a presidentes municipales y todos los funcionarios que merecieran su intervención.

En lo económico, el presidente de la republica tenía la rectoría de la economía y los monopolios estatales estaban bajo su mando. El artículo 131 le da facultades extraordinarias para intervenir en la economía aunque en este momento es innecesario por estar el libre mercado como rector de la economía.

Los medios de comunicación estaban al servicio del régimen. El propio Emilio Azcárraga Milmo declaraba que Televisa, era un soldado del Partido Revolucionario Institucional, su hijo puede decir que fue un general del régimen ahora muerto.

Toda la vida institucional era presidida por el presidente de la república y el pueblo se involucraba en esos días patrios. Pura ideología al servicio del poder político. El comandante supremo presidia con toda pompa formal desfiles, actos, que unían al pueblo aunque fuera por unas horas.

Pero esa ideología patriótica era a su vez usada para crear y recrear la forma de vida de los mexicanos. Todos los órganos e instituciones del Estado tenían entre sus misiones no escritas el de moldear la vida del pueblo. Pero los sindicatos, centrales obreras y campesinas si eran moldeadores de la vida de los mexicanos porque exigían lealtad al régimen encarnado por los gobernantes.

Los medios de comunicación en su mayoría eran proclives a moldear los gustos de lo que se veía en la televisión, de lo que se oía en música, que artistas eran los adecuados, quien podía ser exitoso y forjó la imagen burda de los mexicanos en el imaginario extranjero. Este tipo de control/colaboración era imprescindible para el régimen y para las grandes empresas.

Pero en el inicio de los años 80s, los cambios se acercaban y no había otra cosa que hacer que pacerlos, verlos y sumarse a ellos. El Neoliberalismo o los neoliberales extranjeros exigían la privatización de los bienes públicos. El paradigma cambio y la ideología patriótica tuvo que ceder su puesto por el de apertura. Las privatizaciones se aceleraban con cada nuevo sexenio hasta que en 2015 Enrique Peña Nieto dio la puntilla con lo que él llama “Reformas estructurales”, que son simple y llanamente reformas privatizadoras. Esto, tuvo sus consecuencia pero una directamente fue el de perder voluntariamente el poder de la rectoría de la economía y cederla a las trasnacionales, estas son las ganadoras pues también fueron ganando poder político.

La apertura política tuvo como efecto el de fragmentar el poder casi absoluto que tenía el jefe del ejecutivo federal en tantas partes como partidos políticos se formaron y en tantas otros fragmentos como gobernadores quisieron hacerlo. Ya no había un jefe político único sino una pluralidad que no admitía unidad posible de manera inmediata o mediata.

Las redes sociales rompieron la cerrazón de la hegemonía que las televisoras tenían en las comunicaciones, información, entretenimiento y forma de construir y ver la realidad. La añoranza por la estabilidad se instaló en los cerebros de quienes no entendieron los cambios y los nostálgicos conservadores gritaron “¡Se están perdiendo los valores!”, y siguen con su cantaleta inútil. Las fuerzas que se han desatado no hay quien las pueda parar.

El propio Andrés Manuel López Obrador ha de estar sorprendido que después de ser tildado de loco y combatido por enemigos jurados; esos mismos sean los que ahora lo adoran y lo encumbran en lo más alto de la política y la vida. “Mesías tropical”, lo ha llamado Enrique Krauze y en ese concepto esta todo el sentido de anti héroe que le da el historiador. Krauze tiene instalado el concepto de héroe tal y como lo esculpió Thomas Carlyle y que el aplica a los grandes hombres de la historia mexicana de 1810 a 1910 y que llama Caudillos. De allí que, para el historiador ninguna forma de López Obrador encaje en su tipo de concepto de héroe y lo llame como lo llama. Hoy, este Thomas Carlyle mexicano se ha de estar retorciendo de coraje al ver el éxito de Andrés Manuel.

Sin embargo, no depende este cambio a López Obrador ni a Krauze pues esto va mucho más allá de los personajes particulares. Esto se puede ver como una puesta en escena que se debe desarrollar se quiera o no. ¿Qué diría Peña Nieto si se hubiera dado cuenta de que, con sus reformas privatizadores le daba el último golpe demoledor al Presidencialismo?. ¿Hubiera podido hacer algo para que no se derrumbara la figura presidencial como motor del Estado mexicano?, seguramente no. Las fuerzas desatadas en el mundo son imposibles de detener. En su momento se tomara un rumbo diferente pero no hoy.
Nieto par que le dé su santa bendición para ir a gobernar su estado o para alcanzar un puesto público, se lo tienen que ganar con todo en contra. Ni siquiera los fraudes electorales de los cuales son padres indudables, los pueden salvar. Es paradójico que ya no es el designado por el presidente quien tiene los reflectores a estas alturas del proceso electoral sino su más grande enemigo. ¿Habrá una señal más clara de la muerte del Presidencialismo?. Ahora, la mayoría, hasta sus antes enemigos se pasen y sigan pasando a su lado y pidan candidaturas con el mayor animo ganador. Hasta los más insignificantes y lerdos personajes se sienten capaces de lograr “El cambio verdadero”. La verdad no se sabe a ciencia cierta hacia donde ni hay siquiera un plan verdadero. Pero, el cambio está en marcha. López Obrador es el gran canal que usan estas fuerzas que confluyen hasta las que son conservadoras. Los propios priistas que a simple vista se oponen al cambio contribuyen con su corrupción al descontento social y que este fluya en beneficio del cambio. Con las privatizaciones que encarecen la vida contribuyen en beneficio del cambio. Claro, es paradójico. Pero este drama priista es tan necesario para el cambio como las fuerzas más activas y conscientes que trabajan en favor del cambio.

El Neoliberalismo hace que se deje a los seres humanos sin el paternalismo estatal; los deja, hare uso de figuras retoricas para explicarme o tratar a lo menos, (Confieso que hago uso de muchas), desnudos y con las manos vacías para obligarlos a conseguir lo que requieran para vivir a través de sus propios esfuerzos. Esto los obliga a moverse a volverse dinámicos quieran o no. La vida no admite apelaciones exitosas.  No hay otra opción que el cambio impuesto por la economía y que arrastra a todo y la política no es la excepción.

Los grandes empresarios han salido a escena a tratar de dirigir todas las fuerzas hacia donde quieren. ¿Qué ha pasado? que sus lamentos han caído en oídos sordos porque la realidad es sorda. No atiende a las pasiones humanas particulares por muy importantes que parezcan.

Los enemigos que aún tiene López Obrador y que los son de la realidad han salido a dar batallas verdaderamente ridículas e inútiles hasta sus antes aliados los ven como locos y los tildan como tales. La realidad no admite apelaciones exitosas ante su marcha.

Se han crispado tanto los nervios que Ricardo Alemán, periodista sicario lo ha llamado Julio Astillero, ha cometido suicidio público por llamar a matar a López Obrador como si con esto se pudiera detener el cambio. Las fuerzas que ahora actúan no cesaran en su ímpetu hasta no forjar un nuevo Estado para bien o para mal. Esto que escribo tomará a muchos por el cuello y los sacudirá y reaccionaran ya con estupor ya con escepticismo. Discúlpenme yo mismo era dogmático y ciego hasta que no empecé a ver por mí mismo. Puedo equivocarme que ni duda cabe pero no puedo detener mi propio e inexorable cambio radical de ver la realidad.

La soledad tiene sus frutos pendiendo para los que viven en ella. Son dulces y perenes para quienes se atreven a vivir rodeados de soledad y sus ideas. Y, uno de esos frutos es ver la realidad de manera, creo, más profunda y diversa en su unidad. Ese es mi reclamo contra todos mis contemporáneos y conocidos que están en puestos políticos o buscan un puesto político, son detestables por ir únicamente por el poder y no trabajar a consciencia por contribuir a moldear una nueva realidad racionalmente en lo que se pueda y permita la realidad.

Bien espero haber contribuido a en estas noches de vela a desentrañar las fuerzas que actúan en estos momentos para el cambio de régimen y de vida. Que ni duda les quepa. Un filósofo sin ideas propias no es más que un bufón, un payado y un papagayo con forma humana.

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