lunes, 14 de mayo de 2018

LA DECADENCIA DE LA VIDA EN MÉXICO




                
No sirve un ápice en lo positivo ser nostálgico pero eso no significa que no se pueda usar el pasado como referencia. En la Edad Media la economía estaba al servicio de la vida; claro que no digo que en este periodo fuera el Edén sino que la humanidad en su parte occidental tenían un rumbo humanista con todos los errores y limitaciones.

En México hasta principios de los años 80s del siglo pasado en provincia la alimentación era básicamente artesanal. Las familias en el centro del territorio mexicano tenían sus animales que proveían de lo básico. Gallinas, puercos, vacas entre otros animales eran parte del sustento familiar; lo que no se podía hacer en casa lo hacían personas dedicadas a producir quesos, a la ordeña de vacas, la venta de carne casi todo de hecho de forma artesanal.

Era común que las familias tuvieran parcelas privadas o de ejido para la  producción de maíz, frijol, haba, todo tipo de frutas, flores, y otros productos agrarios. Bastaba salir de la casa para encontrar una pequeña parcela que servía para lo más básico, calabaza y flor de calabaza, perejil, epazote otras yerbas muy apreciadas y muy efectivas para lo cotidiano.

La agricultura tenía una larga tradición se hacía con abono orgánico y de forma rudimentaria si se quiere pero de una manera sana. La alimentación era excelente, nutritiva. Había pocas personas con sobre peso. Había pocas enfermedades. Un doctor durante el día y por la noche se iba a dormir a su lugar de origen.

En Tepeaca, Puebla, había un tianguis prehispánico donde la gente de la región acudía a comprar, a vender o, a realizar el trueque de mercancías. Era un verdadero placer a la vista y al paladar la gran variedad de productos artesanales que no requerían de refrigeración para mantenerse hasta su consumo.

La vida era apegada la tierra. Los hombres eran desde pequeños iniciados en el conocimiento del campo. Se conocían las yerbas malas, las medicinales y todo lo que era menester para vivir y sobrevivir en un ambiente campestre. Así que cuando crecían, generalmente eran personas sanas, fuertes pero inocentes aunque su relación con la naturaleza era interactiva con respeto, con amor aunque arezca ahora extraño. El mundo era cerrado. Los embutidos y productos industriales eran pocos, no había menester de los mismos.

A partir de los años 80s del siglo pasado el Partido Revolucionario Institucional inicio la privatización de lo público y con ello se inició la invasión de los productos industriales. La forma de vida se fue transformando así como la alimentación con la llegada de bebidas azucaradas, embutidos y la fast food. Entonces seguir viviendo en un mundo cerrado se consideró como anticuado. Se fue adoctrinando a la nación mexicana para vivir en el Neoliberalismo de forma gradual hasta que se consiguió la total conversión en el 2015 con las reformas estructurales de Enrique Peña Nieto.

Se pasó de vivir con la tierra a vivir de la tierra; el fin es ya producir en mayores cantidades a cualquier precio. Hoy día se utilizan todo tipo de químicos y aguas residuales para la producción de frutas y legumbres. Se consumen productos de baja calidad aunque se vean muy atractivos, nos estamos envenenando. No es casual que una parte se haya vuelto vegana.

Los animales para consumo humano corren la misma suerte, se crían y maduran con químicos. El resultado de toda esta industrialización de la vida es una serie de enfermedades y la primera a la vista es la obesidad. Hoy, el mexicano es una caricatura de lo que era hace 50 años. La mayoría de mexicanos únicamente conocen la naturaleza a través de videos, de imágenes, de oídas e imaginativas. Es lamentable que ahora se tenga que enseñar a conocer la naturaleza cuando antes se vivía con la misma en la sustentabilidad. Esto no es pura nostalgia sino un reclamo porque se pudo entrar a la apertura sin dejar el conocimiento de la vida misma.

Hoy, hay una buena aparte del régimen priista que siguen sosteniendo al mismo sin ninguna idea de las consecuencias de los efectos y lo que esto significa. La imposición del Neoliberalismo como nueva religión de vida trajo como consecuencia que la vida se cosificara y con esto se le pusiera un valor menor a muchas cosas materiales. El fin hoy, es el dinero por sobre la vida. Por ello, no importa la vida como ente donde deben tener sentido las cosas, los valores y los objetos ideales. La vida está ya al servicio de la economía.

Los que defienden este régimen político priista ignoran que, su vida ha sido degradada y empeñada a servir esclavizadamente al sistema económico Neoliberal. Su vida en si no vale un cacahuete. La ilusión de pertenecer a un partido político como el Revolucionario Institucional, es eso una ilusión que en la realidad no les servirá para salvarse de esta degradación de la vida. Los militantes priistas han sido enviados como carne de cañón a combatir una guerra perdida, una causa sin sentido.

Este momento no se volverá a repetir durante mucho tiempo y es en este momento en que el pueblo puede incidir en la creación de un nuevo régimen para tratar de corregir en lo posible de la realidad la degradación, la decadencia de la vida. Se puede dignificar la vida siempre y cuando se tome consciencia y se actúe en consecuencia en corregir la imposición irracional del Neoliberalismo hacia un humanismo general y no parcial. El trabajo es mucho en medio de esta colosal confusión y no se crea que el pueblo llano esta errado de manera exclusiva; los intelectuales y la clase burguesa corren la misma suerte. Tampoco importa cuando dinero se tenga se está esclavizado a este sistema únicamente como engranaje de mayor importancia de un sistema económico.

Los cambios están dados y no hay forma de sostener este régimen político. Es hora de poner manos a la obra hacia una nueva concepción y práctica de la vida con un sello, en la medida de lo posible, libre y consciente de la peligrosidad fáctica del Neoliberalismo. Neoliberalismo y decadencia de la vida van indefectiblemente unidos.



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