Los
cambios de épocas, la terminación de regímenes son no solo necesarios sino
imposibles de detener y lo ubico que se puede hacer es tratar de entenderlos.
Este tipo de cambios son ajenos a los deseos de los seres humanos en particular.
Su complejidad los hace que no puedan ser usados o manipulados de manera
particular.
Si
se ven y analizan este tipo de cambios se verá que su mecánica es compleja y
todas las fuerzas desatadas y en acción son imposibles de parar. Incluso
aquellos que son parte del sistema o régimen participan involuntariamente pero
activamente para esos cambios. Es paradójico pero así suceden los hechos.
En
México el régimen priista se terminó hace no mucho y estamos a punto de firmar
sus acta de defunción definitiva este uno de julio de dos mil dieciocho. Las
pasiones humanas se desbordan al límite y la gritería es tal que se hace una confusión
terrible. Claro los cambios siguen su curos sin importar las pasiones humanas.
Los
priistas quisieran no salir de escena pero la verdad es que ya no son necesarios
porque el régimen que construyeron se evaporó y ellos fueron participes o por
lo menos sus cúpulas. En su época dorada el presidente de la república en turno
era el motor único de lo político, de lo económico, de lo institucional, de la
forma de ver la realidad y de ser de la realidad. Hay una anécdota que dice que
cuando el presidente preguntaba ¿qué hora es?, la respuesta era, las horas que
usted diga. Hoy se le respondería que la hora en que entregue cuentas o se
vaya.
En
lo político, el presidente en turno esperaba el tiempo adecuado para que se
iniciara la sucesión presidencial que siempre recaía en el personaje que él, elegía.
Todo era un ritual bien sabido y era como acudir a una puesta en escena con la
trama archisabida. Con todo, su poder residía en designar a todo su gabinete, a
los gobernadores, al regente del Distrito Federal, a los Ministros de la Suprema
Corte de Justicia de la Nación, a los senadores y diputados del Congreso
General, a los diputados de los congresos locales, a presidentes municipales y todos
los funcionarios que merecieran su intervención.
En
lo económico, el presidente de la republica tenía la rectoría de la economía y
los monopolios estatales estaban bajo su mando. El artículo 131 le da
facultades extraordinarias para intervenir en la economía aunque en este
momento es innecesario por estar el libre mercado como rector de la economía.
Los
medios de comunicación estaban al servicio del régimen. El propio Emilio Azcárraga
Milmo declaraba que Televisa, era un soldado del Partido Revolucionario
Institucional, su hijo puede decir que fue un general del régimen ahora muerto.
Toda
la vida institucional era presidida por el presidente de la república y el
pueblo se involucraba en esos días patrios. Pura ideología al servicio del
poder político. El comandante supremo presidia con toda pompa formal desfiles, actos,
que unían al pueblo aunque fuera por unas horas.
Pero
esa ideología patriótica era a su vez usada para crear y recrear la forma de
vida de los mexicanos. Todos los órganos e instituciones del Estado tenían entre
sus misiones no escritas el de moldear la vida del pueblo. Pero los sindicatos,
centrales obreras y campesinas si eran moldeadores de la vida de los mexicanos
porque exigían lealtad al régimen encarnado por los gobernantes.
Los
medios de comunicación en su mayoría eran proclives a moldear los gustos de lo
que se veía en la televisión, de lo que se oía en música, que artistas eran los
adecuados, quien podía ser exitoso y forjó la imagen burda de los mexicanos en
el imaginario extranjero. Este tipo de control/colaboración era imprescindible
para el régimen y para las grandes empresas.
Pero
en el inicio de los años 80s, los cambios se acercaban y no había otra cosa que
hacer que pacerlos, verlos y sumarse a ellos. El Neoliberalismo o los
neoliberales extranjeros exigían la privatización de los bienes públicos. El
paradigma cambio y la ideología patriótica tuvo que ceder su puesto por el de
apertura. Las privatizaciones se aceleraban con cada nuevo sexenio hasta que en
2015 Enrique Peña Nieto dio la puntilla con lo que él llama “Reformas
estructurales”, que son simple y llanamente reformas privatizadoras. Esto, tuvo
sus consecuencia pero una directamente fue el de perder voluntariamente el
poder de la rectoría de la economía y cederla a las trasnacionales, estas son
las ganadoras pues también fueron ganando poder político.
La
apertura política tuvo como efecto el de fragmentar el poder casi absoluto que tenía
el jefe del ejecutivo federal en tantas partes como partidos políticos se
formaron y en tantas otros fragmentos como gobernadores quisieron hacerlo. Ya
no había un jefe político único sino una pluralidad que no admitía unidad
posible de manera inmediata o mediata.
Las
redes sociales rompieron la cerrazón de la hegemonía que las televisoras tenían
en las comunicaciones, información, entretenimiento y forma de construir y ver
la realidad. La añoranza por la estabilidad se instaló en los cerebros de
quienes no entendieron los cambios y los nostálgicos conservadores gritaron “¡Se
están perdiendo los valores!”, y siguen con su cantaleta inútil. Las fuerzas
que se han desatado no hay quien las pueda parar.
El
propio Andrés Manuel López Obrador ha de estar sorprendido que después de ser tildado
de loco y combatido por enemigos jurados; esos mismos sean los que ahora lo
adoran y lo encumbran en lo más alto de la política y la vida. “Mesías tropical”,
lo ha llamado Enrique Krauze y en ese concepto esta todo el sentido de anti héroe
que le da el historiador. Krauze tiene instalado el concepto de héroe tal y
como lo esculpió Thomas Carlyle y que el aplica a los grandes hombres de la
historia mexicana de 1810 a 1910 y que llama Caudillos. De allí que, para el
historiador ninguna forma de López Obrador encaje en su tipo de concepto de héroe
y lo llame como lo llama. Hoy, este Thomas Carlyle mexicano se ha de estar
retorciendo de coraje al ver el éxito de Andrés Manuel.
Sin
embargo, no depende este cambio a López Obrador ni a Krauze pues esto va mucho más
allá de los personajes particulares. Esto se puede ver como una puesta en
escena que se debe desarrollar se quiera o no. ¿Qué diría Peña Nieto si se
hubiera dado cuenta de que, con sus reformas privatizadores le daba el último
golpe demoledor al Presidencialismo?. ¿Hubiera podido hacer algo para que no se
derrumbara la figura presidencial como motor del Estado mexicano?, seguramente
no. Las fuerzas desatadas en el mundo son imposibles de detener. En su momento
se tomara un rumbo diferente pero no hoy.
Nieto
par que le dé su santa bendición para ir a gobernar su estado o para alcanzar
un puesto público, se lo tienen que ganar con todo en contra. Ni siquiera los
fraudes electorales de los cuales son padres indudables, los pueden salvar. Es paradójico
que ya no es el designado por el presidente quien tiene los reflectores a estas
alturas del proceso electoral sino su más grande enemigo. ¿Habrá una señal más
clara de la muerte del Presidencialismo?. Ahora, la mayoría, hasta sus antes
enemigos se pasen y sigan pasando a su lado y pidan candidaturas con el mayor
animo ganador. Hasta los más insignificantes y lerdos personajes se sienten
capaces de lograr “El cambio verdadero”. La verdad no se sabe a ciencia cierta
hacia donde ni hay siquiera un plan verdadero. Pero, el cambio está en marcha. López
Obrador es el gran canal que usan estas fuerzas que confluyen hasta las que son
conservadoras. Los propios priistas que a simple vista se oponen al cambio contribuyen
con su corrupción al descontento social y que este fluya en beneficio del
cambio. Con las privatizaciones que encarecen la vida contribuyen en beneficio
del cambio. Claro, es paradójico. Pero este drama priista es tan necesario para
el cambio como las fuerzas más activas y conscientes que trabajan en favor del
cambio.
El
Neoliberalismo hace que se deje a los seres humanos sin el paternalismo
estatal; los deja, hare uso de figuras retoricas para explicarme o tratar a lo
menos, (Confieso que hago uso de muchas), desnudos y con las manos vacías para
obligarlos a conseguir lo que requieran para vivir a través de sus propios
esfuerzos. Esto los obliga a moverse a volverse dinámicos quieran o no. La vida
no admite apelaciones exitosas. No hay
otra opción que el cambio impuesto por la economía y que arrastra a todo y la política
no es la excepción.
Los
grandes empresarios han salido a escena a tratar de dirigir todas las fuerzas
hacia donde quieren. ¿Qué ha pasado? que sus lamentos han caído en oídos sordos
porque la realidad es sorda. No atiende a las pasiones humanas particulares por
muy importantes que parezcan.
Los
enemigos que aún tiene López Obrador y que los son de la realidad han salido a dar
batallas verdaderamente ridículas e inútiles hasta sus antes aliados los ven
como locos y los tildan como tales. La realidad no admite apelaciones exitosas
ante su marcha.
Se
han crispado tanto los nervios que Ricardo Alemán, periodista sicario lo ha
llamado Julio Astillero, ha cometido suicidio público por llamar a matar a López
Obrador como si con esto se pudiera detener el cambio. Las fuerzas que ahora actúan
no cesaran en su ímpetu hasta no forjar un nuevo Estado para bien o para mal. Esto
que escribo tomará a muchos por el cuello y los sacudirá y reaccionaran ya con
estupor ya con escepticismo. Discúlpenme yo mismo era dogmático y ciego hasta
que no empecé a ver por mí mismo. Puedo equivocarme que ni duda cabe pero no
puedo detener mi propio e inexorable cambio radical de ver la realidad.
La
soledad tiene sus frutos pendiendo para los que viven en ella. Son dulces y
perenes para quienes se atreven a vivir rodeados de soledad y sus ideas. Y, uno
de esos frutos es ver la realidad de manera, creo, más profunda y diversa en su
unidad. Ese es mi reclamo contra todos mis contemporáneos y conocidos que están
en puestos políticos o buscan un puesto político, son detestables por ir únicamente
por el poder y no trabajar a consciencia por contribuir a moldear una nueva
realidad racionalmente en lo que se pueda y permita la realidad.
Bien
espero haber contribuido a en estas noches de vela a desentrañar las fuerzas
que actúan en estos momentos para el cambio de régimen y de vida. Que ni duda
les quepa. Un filósofo sin ideas propias no es más que un bufón, un payado y un
papagayo con forma humana.