jueves, 1 de febrero de 2018

LA EDUCACIÓN COMO OBSTÁCULO DE LA DEMOCRACIA



El pueblo mexicano debería preocuparse y ocuparse de manera constante sobre la educación que se imparte en México. De común se ignoran los profundos vicios, las limitaciones o torceduras que tiene la educación. El discurso oficial sostiene que existe una educación de excelente calidad mientras que la realidad refuta de forma inapelable tal discurso.

Se debería poner énfasis y especial cuidado en la educación preescolar y la básica pues, en gran medida, de eso depende el futuro académico de los que lleguen a ser profesionistas. Una buena base educativa asegura a lo menos que los que no lleguen a los más altos grados académicos entiendan si no perfectamente la realidad en su profundidad si el funcionamiento del Estado y los derechos que les corresponden como ciudadanos, los que pueden lograrse y cómo defenderse del gobierno, muy a menudo arbitrario. Pero esto no sucede, se vive en un autismo respecto al Estado, su estructura, funcionamiento, es decir, respecto a la vida estructurada y su correlación con el Estado.

La etapa de la educación media y media superior debe ser la construcción de los conceptos básicos para la preparación a la vida intelectual, social, política y económica y no el amasijo de saberes inconexos que van francamente contra toda racionalidad y que sirven únicamente para engrosar el número de fracasados que al no tener forma alguna de vida o prefieren la vagancia, la delincuencia o de plano ser políticos o pertenecer a la masa moldeable de la política o del clero. El escenario para la corrupción está puesto y los corruptos no para de llegar.

La privatización de la educación oculta un feo vicio: el objetivo son las enormes ganancias que dejan los alumnos con la promesa de una educación de excelencia sin que se cumpla tal promesa. Desde que se ha privatizado la educación se ha visto una disminución en la calidad de la misma. No importa si esa educación se imparte en las escuelas llamadas públicas o en las privadas, en general, los profesionistas tienen el sello de la ignorancia y una barnizada de conocimientos que llaman pomposamente saber.

Esa educación selectiva porque se deja a millones in la oportunidad de acceder a la misma, es como un largo viaje de turismo en donde se ven escenarios color de rosa y se simula la enseñanza y el aprendizaje entre los que la imparten y quienes la reciben sin importar mucho esto a la Secretaria de Educación Publica, a las Universidades ni a los propios padres. Imaginen que los que gobiernan, muchos se van al extranjero y concretamente a los Estado Unidos de Norteamérica, para darse el tono de mucha preparación académica y regresan a mostrarnos la misérrima calidad intelectual y muy a menudo se les oye decir tonterías tras tonterías de manera permanente; son un fiasco.

Se ha dicho por parte del gobierno que con la reforma educativa, la que afecta a más millones de mexicanos en su vida que otras, se logrará mermar la ignorancia y por ende la mala calidad de los profesionistas pero basta con leerla y analizarla para darse cuenta que el paseo turístico en tren únicamente ha aumentado de velocidad. Esta reforma educativa está diseñada tal y como funciona una empresa de comida rápida. Mucho entrenamiento técnico pero poco conocimiento profundo de cada materia en particular. A ese entrenamiento técnico le sigue la evaluación. Y, esa es la constante: entrenamiento y evaluación, entrenamiento y evaluación.

El conocimiento científico, filosófico, político, económico, artístico y todos los demás rubros del saber requieren de la reflexión larga, de volver sobre lo ya estudiado para volverlo a pensar, la ampliación de conocimientos de otras ramas del saber y no únicamente de una en particular. El saber se ha vuelto parcial y la educación sigue sus pasos. Si se estudia filosofía en el caso de querer ser pobre y vilipendiado, secretamente se niega o se ponen trabas para no estudiar otras ramas del saber y, esto pasa en las demás ramas del saber. De esta manera se construyen profesionistas poco preparados y con autismo en el resto del todo. Claro no se puede pretender que sean súper sabios, no, esa es una utopía.

Se trata de que, los universitarios y después ya titulados amplíen su saber, es decir, que lo conecten a lo menos con materias afines a su carrera. La vida es un todo que no admite parcialidades como el saber y la educación. Por ello, es harto frecuente encontrase con profesionales que ignoran lo básico en su rama e incapaces de siquiera dar un atisbo a la parcela de cualquiera de las que está rodeado.

A todo esto, súmesele que les incrustan en las cabezas huecas que, con el solo hecho de terminar una carrera ya son merecedores de honores y hasta de glorias sin entrar aun al campo de batalla del saber y de la práctica. Esa educación que les inculca la ambición híper individualista los vuelve incapaces de volverse solidarios con sus colegas (Siempre están en lucha sorda) y menos con el pueblo; se imaginan que se comete una injusticia al no poder tener acceso a las promesas que recibieron a lo largo de su encantador viaje turístico.

Una educación tal, cercena la capacidad de los profesionistas para implementar la democracia pues lo primero que preguntan es “¿Cuánto voy a ganar?”. Se les hace injusto que, los que gobiernan ganen tan bien en la corrupción y ellos sean excluidos y, con gesto de enojo abren la tierra y como tuzos de vez en cuando salen a mirar si ya está el fajo de billetes esperándolos. Son una calamidad. La educación los ha formado para ver su vida dependiente únicamente del dinero sin tener los bonos del tesoro del saber teórico y práctico para canjearlos amablemente.

En mi juventud, tontamente quería yo codearme con personas tituladas de todo tipo; hoy, cuando me presentan un “Licenciado”, un “Maestro” o un “Doctor”, se me crispan los nervios pues muy a menudo son desiertos arados y sembrados pero de los cuales no se puede sacar el mínimo dialogo inteligente, culto y amplio.  

Un amigo mío, (a lo menos espero que lo siga siendo), me ha hecho la dura observación de mi actitud intratable, mis constantes ataques, mis explosiones y desdenes, el terminar constantemente mis relaciones en francos antagonismos. No soporto a los chabacanos, de ahí proviene mi soledad, mi abandono de toda festividad frívola y mi apego a los libros; allí está la sabiduría de la vida y con eso me basta.


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