Desde
mi infancia he sido curioso por naturaleza, nunca me han satisfecho las
verdades estáticas, los dogmas de todo tipo. Por ello, cuando caí en la cuenta
de que, la ciencia era el camino hacia la verdad me esforcé al máximo para
tratar de entender la vida porque esa era mi intención en el fondo, entender la
vida y en especial la mía. Claro era muy joven para avanzar en la dirección correcta
y de manera cualitativa. Con todo, el germen estaba ya ahí.
Después
de haber terminado la carrera de Derecho, escribí una novela, “Gleyghor: La
Tierra Sombría. In extremis nihil obstat”. Reiniciaba así mi inquietud por la búsqueda
de la verdad. Me di cuenta que mi formación era todavía rustica. Ingrese a la
carrera de filosofía, la cual termine.
Mi
idea sobre el Estado mexicano ya había cambiado en virtud de haber litigado y
ver que el funcionamiento del estado moderno en México era totalmente diferente
a lo que había aprendido en Derecho al estudiar a Montesquieu. Me decidí a
realizar mis propios estudios sobre el Estado mexicano y, descubrí que la teoría
de “La división de poderes”, además de errónea en su origen ontológico, etimológico
y real no tenía aplicación en la realidad.
Hube
de estudiar a los constitucionalistas mexicanos más destacados para analizar
sus obras. Lo que descubrí es que había y hay una gama de obras que en el fondo
únicamente difieren en lo accidental pero en lo esencial son lo mismo. La
Suprema Corte de Justicia de la Nación, hizo eco respecto a la teoría de la división
de poderes. Conformando así esta teoría tan errónea. Por mi parte no conforme
con la abrumadora mayoría que sigue esta teoría me puse como objetivo sustentar
mis ideas sobre el Estado mexicano en mi tesis de filosofía. Mi intención no
tuvo eco en mis maestros. Entonces decidí en mudar de tesis en teoría. En solitario
inicie la recopilación de todo el material que a mi juicio me iba a ser útil a
mi propósito.
En
solitario fui perfilando mi teoría hasta que termine mi obra de filosofía política:
El Fin del estado Moderno en México. El Fin de la División de Poderes en México.
Mi idea es clara desde el titulo dar cuenta como terminaba el Presidencialismo
y combatir a Montesquieu en su idea más conocida.
Como
consecuencia, decidí que mi obra no debía terminar allí sino que debería continuar.
La primera parte es destructiva y tiene como fin demostrar que la idea del
pensador francés era además de errónea irrealizable en México y que los políticos
diseñaron de facto un sistema sui generis que hacia funcionar al Estado
mexicano. Tenía unidad y colaboración entre sus órganos que no poderes. Y, seguí
y sigo la senda de lo factual para hacer mi teoría tanto en su primera parte
como en la segunda: “El Estado híper moderno en México”. Obra que por buena o
mala fortuna no he podido dar a la editorial.
Esta
crisis política tiene sus causas y efectos, sus razones y sus implicaciones.
Entender por qué, el viejo régimen priista del Presidencialismo, ya no funciona
ni funcionará, haciendo imperioso el pensar un nuevo modelo de Estado y
proponerlo. Esto no es fácil y menos cuando en la mayoría de las cabezas sigue
vigente el pensamiento de Montesquieu. Los propios pensadores y
constitucionalistas sigue pensando a lo Montesquieu y no logran ver que este régimen
es ya inoperante. Esto quizá se deba a que no han logrado ver la realidad que
tienen frente sí.
Es
penoso ver como los profesionistas en Filosofía y Derecho con los más altos
grados académicos son incapaces de tener ideas propias sobre la realidad de
este momento por demás de suma importancia histórica y vital y sigan defendiendo
el régimen y lo más penoso es darse cuenta que defienden sus puestos públicos,
sus trabajos sin importarles en lo mínimo la democracia. Esta forma vil de
hacer o creer hacer política no es novedad pero si lastimosa.
Su
campo de batalla e señalar lo que hace la oposición contra el régimen. Y, en
muy buena parte tienen razón con los políticos que se integran a la oposición que
amenaza con llegar a la presidencia de la república. Acudir como operador para
tratar de cambiar este régimen da material de primera mano y esto cambia la
perspectiva de una posible teoría, misma que iría en contrario a la de Montesquieu
que parte de una abstracción a la realidad, esta parte de una realidad para que
case con la realidad. Claro que tengo la consciencia de sus limitaciones. Para
mi independencia respecto a la autoridad partidista es vital, lo cual creo se
logra evitando recibir dinero, puesto o candidatura alguna.
Por
todo lo anterior, creo que es evidente que no tenemos punto de dialogo o discusión
entre los que defienden el actual régimen ya sean del PRI, PAN o PRD, son áridos
y se aferran al dinero que perciben del propio régimen y en ello les va prácticamente
su forma de vida. Esto sin contar que forman parte de una estructura de poder político
que los obliga a dar batalla a lo bárbaro pues los grados académicos que han
logrado o los puestos que han ostentado u ostentan no los han hecho críticos y
menos conscientes de la realidad.
Finalmente
debo decir que, ningún movimiento democrático ha sido ni será impoluto. Allí
radica la flaqueza de su crítica, otra parte yace en su manquedad, su mutilación
mental y otra parcela en formar parte del mismo sistema. De su falta de
honestidad ni hablar. Desconocen la historia y se conocen superficialmente. No
tienen otra cosa que prejuicios como saber. Sería ocioso debatir con estos émulos
de Peña Nieto.
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