lunes, 5 de febrero de 2018

SÓCRATES EL HOPLITA



Es interesante la vida de Sócrates no únicamente por ser filosofo sino por su vida misma, que nunca fue fácil; es cierto que, Federico Nietzsche lo maltrata por no ser ejemplo de belleza ni haber dejado escrito libro alguno; sin embargo, su fuerza física y moral son excepcionales. Prueba de ello lo son su intervención en la Guerra del Peloponeso y su actitud frente a la tiranía de los treinta.

Sócrates era un ser humano y desde esta condición se debe analizar su vida; sin elevarlo a grados divinos ni denostarlo por no haber escrito y reconociendo que pocos muy pocos han logrado una vida tal con un valor fuera de serie. Es raro ver dos actitudes que, por lo general se excluyen, el filosofar y la guerra.

Su cuerpo no era de buena complexión pues se narra que era de corta estatura, vientre prominente, ojos saltones y nariz exageradamente respingada. Esto lo hacía blanco de burlas pero las padecía con suma paciencia. Para suerte suya nació en Atenas y no en Esparta pues sin duda hubiera sido dejado en el monte para que las fieras dieran cuenta de él. Los espartanos no eran tolerantes con quienes nacieran con defectos físicos, los atenieses pensaban diferente; los primeros eran oligarcas, los segundos demócratas.

Se sabe que Sócrates participó durante veintisiete años como soldado en las filas del ejército ateniense como hoplita. El hoplita era un guerrero de infantería que iba armado con una lanza, una espada, grabas, sandalias, casco, un peto de bronce y el escudo de entre seis y siete kilogramos de peso; se dice que llevaban un peso total de entre veinticinco a treinta kilogramos. Este tipo de guerreros tenía que caminar largas distancias y eran los más temidos; si bien los hoplitas espartanos eran los mejores (A estos pertenecían Leónidas y los 300), los atenienses dieron muestra de no irles a la zaga.

Las guerras en las que participó fueron la de Potidea que duro tres años (432-430 A. C.), esta ciudad era aliada de Atenas pero se pasó del lado contrario, los espartanos. Ante este cambio Atenas envió tres mil hoplitas, entre ellos Sócrates, donde dio muestras de gran valor al salvar a Alcibíades que estando herido únicamente fue auxiliado por Sócrates, y no contento con esto le cedió la gloria a este. Por si fuera poco se cuenta que durante este sitio se pasó veinticuatro horas parado en franca meditación.

Participó, también en la batalla de Delion (424 A. C.), al enviar 8,000 soldados a tomar el templo de Apolo Delio, ante lo cual los Beocios les dieron batalla y los derrotaron. En la retirada el historiador Jenofonte cayó del caballo y hubiera sido muerto si no lo salva Sócrates que lo cargo hasta que lo puso fuera de peligro.  

En Anfipolis (422 A. C.), participó contra los espartanos; 2,000 atenienses contra 2,500 espartanos. No se sabe de manera concreta sobre la participación de Sócrates pero tal como eran las batallas es de esperarse que fuera sangrienta, violenta y sin piedad.

Sócrates representa uno de los casos excepcionales de ser filósofo y guerrero a la vez con limitaciones físicas y de belleza que hoy podrían parecernos menos importantes pero que, en la Grecia clásica era de suma importancia tener mente sana en cuerpo sano y además hermoso.

La última muestra de valor la dio Sócrates a la hora de morir, no queriendo el ostracismo pues fuera de la polis, la vida le parecía sin sentido, tomó la cicuta muy a pesar de que, sus amigos lo hubieran podido salvar pero prefirió permanecer fiel a las leyes de la ciudad.  


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