El
priismo en el fondo es un régimen dictatorial que en todo momento se opone a la
democracia de manera sistemática. El poder del Partido Revolucionario
Institucional reside en el conservadurismo político y social; un sistema que no
cambie demasiado y por ende, que la sociedad siga en la misma pasividad a modo seguir
con su corrupción que todo ha contaminado.
No
se trata únicamente de que haya un cambio de gobierno sino una total reforma
que ponga los cimientos de un nuevo sistema político no sobre la sociedad sino
desde la sociedad que sea permita que los más pobres tengan acceso a los mínimos
derechos en la práctica y que, el pueblo en general, pueda ascender hacia otras
capas sociales. De acuerdo a su trabajo físico o mental, es decir, se trata de
que los individuos puedan desarrollarse plenamente y que en base en ello, la redistribución
del dinero se haga una práctica. Claro, no sería esta la única forma de lograr
la redistribución de la riqueza.
Con
el PRI y el PAN esto no ha pasado ni pasará porque son los más entusiastas
privatizadores de lo público con la mayor corrupción posible. Ya esta este
problema de corrupción/impunidad bien diagnosticado pero poco se avanza para
poner manos a la obra. No es posible corregir este doble mal mientras tenga
vigencia el priismo y el panismo. Ambos partidos fueron desmantelando el Estado
moderno mexicano sin tener el cuidado de sustituir el régimen político.
Priistas
y panistas dejaron al Estado mexicano en calidad de títere de las grandes trasnacionales.
El presidente en turno funge mas ya como un Gerente General y México S. A de C.
V., como una empresa en manos de pocos nacionales y extranjeros. En este
contexto no es una sorpresa que los órganos, las instituciones y dependencias
del Estado, estén en franca descomposición y por lo tanto, inservibles. Parece
que el propio gobierno propicia la injusticia. De la corrupción ni hablar esa
si, ya está institucionalizada.
Los
políticos del PAN y PRD se han unido al PAN y PRI para tratar de seguir
administrando el Estado mexicano en toda su crisis, en toda su debilidad para
seguir en la corrupción y la impunidad. En consecuencia, la sociedad se debe
organizar o sumar a un partido para iniciar un cambio radical y el Estado
vuelva a ser lo suficientemente autónomo
para regular las relaciones de este con las grandes trasnacionales, de estas
con el pueblo, del gobierno con el pueblo y todas las nuevas relaciones que han ido surgiendo.
Es
muy significativo que los partidos aludidos no piensen siquiera en proponer un
nuevo modelo de Estado acorde a las nuevas relaciones políticas, sociales, económicas,
culturales y todo lo que conlleva esta realidad actual. Terminado el Estado
moderno no tuvieron priistas y panistas la atingencia de crear otro con órganos
e instituciones renovadas sino que se
limitan a querer quitar a sus enemigos políticos del camino o permanecer en el
gobierno. Si se deja que esto siga seguirá la anarquía.
No
se trata de cambiar un gobierno por otro sino de cambiar todo el régimen que
por lo más ya no sirve. El presidente perdió el monopolio político y la rectoría
de la economía, el primero se trasladó a los partidos y ciudadanos, el segundo
a las trasnacionales. Únicamente quedan recuerdos del Presidencialismo y una
larga tarea por hacer. Se debe crear un Estado democrático en donde los
corruptos sean castigados severamente, empezando por el presidente de la república.
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