Andrés
Manuel López Obrador, es un ser humano con defectos y virtudes; no lo
convirtamos ni en santo ni en demonio; es un ser humano, solo eso. En este
contexto no se debe perder de vista nunca lo que simboliza: el deseo del pueblo
mexicano de justicia, de igualdad, de democracia y todos los valores democráticos
y aun éticos y morales. No todo el pueblo esta torcido y me atrevo a decir que
la mayoría del pueblo es honesto pero ha sido empujado a grados de deshumanización
por el actual régimen priista/panista.
La
misión democrática no es de un solo hombre como lo intentan hacer ver los
priistas y panistas sino del pueblo en general, este periodo de zozobra debe
superarse con el esfuerzo de todos los que tienen la consciencia de que, este régimen
totalitario, represivo y criminal debe terminar. Para bien o para mal este régimen
lo agotaron, lo exprimieron hasta el tuétano los propios priistas y panistas
con ayuda de sus cómplices de otros partidos. Peña Nieto como un vampiro
insaciable le clavo sus colmillos en la garganta hasta llegar al corazón del
mismo con sus reformas estructurales. ¿Qué pensaría el muy tonto si se diera
cuenta de lo que realmente hizo?.
Andrés
Manuel, no es un loco ni un ser divino ni siquiera un “mesías tropical”, como
lo ha llamado el ciego y torpe de Enrique Krauze como para solucionar los problemas
nacionales. El trabajo es de todos. Hay grandes tareas, la educativa es una de
ellas. El actual modelo de estudios es un desastre, basta con ver y seguir la
senda de los que llegan a ser profesionistas, con excepción de algunos, la gran
mayoría está hueca, les es menester el verdadero saber. Es patético ver
generaciones y generaciones de profesionistas lerdos que pretender pasar por lo
que no son. Les gustan más las apariencias que el verdadero ser.
Es
lamentable que haya abogados con doctorado que imparten clases pero nunca han
llevado un solo juicio y es de triste verlos pavonearse como si fueran un
paradigma inevitable. Pero este drama se extiende hacia abajo y en la amplitud
del pueblo que ni siquiera tiene acceso a la educación mínima que la haga
distinguir entre dogmas y realidad; de este sector se nutre el régimen y eso es
cruel para permitir que siga. La Constitución General preceptúa que todos los
mexicanos somos iguales pero la realidad manipulada por el régimen desmiente y
justifica con mil discursos esta pobreza. Esta gente está aislada de la
justicia, del trato digno de lo más elemental que debe tener por el solo hecho
de tener la calidad de seres humanos. Este sistema deshumaniza. No se pueden
entender tantas muertes si no se entiende que a los más pobres se les ha
deshumanizado para lanzarlos a los brazos de la muerte sin responsables y menos
culpables.
El
Neoliberalismo de “club de amigos”, sin importar que estén calificados es una
de las fuente de nuestras desgracias. Vemos pasar a los miembros del gabinete
en turno de un puesto a otro sin mayor requisito que pertenecer a ese club cuyo
único objetivo es “que les haga justicia la revolución”, y esa justicia se
traduce como la corrupción seguida de la impunidad. No es casual que se haya institucionalizado
el “Año de Hidalgo”, que consiste en llevarse el dinero público, los bienes públicos
incluyendo sillas. Es una vergüenza. Este régimen ha ensuciado todo, ha
salpicado a todos incluyendo a un ex rector de la máxima casa de estudios: José
Narro; es lamentable ver a un personaje de este calibre andar de mitin en mitin
y de reunión en reunión repartiendo migajas de corrupción del erario hasta
lograr un hueco en las finanzas y una montaña de corrupción.
López
Obrador, como ser humano encarna el deseo de cambiar este sistema corrupto por
uno justo pero el trabajo es de los ciudadanos. No hay que preguntarse qué
puede dar el gobierno sino que puede uno aportar al Estado sin quitar los ojos del
gobierno sea quien sea el que gobierne. Es necesario que se distinga entre El
Estado el continente donde está el contenido: Órganos de gobierno (Ejecutivo,
legislativo y judicial, todos los institutos, fideicomisos y dependencias de
gobierno), el pueblo y el territorio. Se debe hacer grande al Estado pero no
perder de vista a los gobernantes y participar activamente en la política y en
todo lo público.
Hay
dos opciones seguir, como quieren panistas y priistas, viviendo con y en este régimen
corrupto o iniciar la transición a un sistema democrático. Lo que propone el
PRI con sus aliados, con José Antonio Meade es el continuismo de este régimen;
lo que propone el PAN, PRD y MC, es quitar a los priistas del poder para ellos
beneficiarse de la corrupción y seguir en lo mismo. Lo que el pueblo, en
general, debe proponer es el inicio de un cambio radical de este sistema en la
persona de AMLO, pero guardando siempre que este nuevo sistema tenga y contenga
la democracia como base y que los subsiguientes gobernantes, independientemente,
de su filiación sean democráticos y, en caso contrario, sean castigados
ejemplarmente.
AMLO,
no debe ser santificado ni demonizado sino convertido en símbolo de las humanas
aspiraciones de los mexicanos. Debe ser símbolo de lucha y el juicio futuro
dira si por sus acciones positivas y negativas tiene el derecho de estar entre
los grandes hombres y mujeres que han forjado con su liderazgo nuestra realidad
y futuro. Todo esto cuando se hayan calmado los ánimos. Ahora, ahora es tiempo
de concientización y de lucha ideológica, científica, filosófica con aplicación
en la realidad mexicana.
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