Hay
dos clases de arte popular, el que produce el pueblo (arte autentico) y el que
se le impone (arte bastardo). El primero es la manifestación del ser del
pueblo, el segundo es el moldeamiento que hace el sistema social sobre el
pueblo llano. Es tan sutil la imposición del arte como instrumento de dominación
que al pueblo le cuesta creer que se le manipule de esta manera. ¿Cómo puede
ser el arte un medio de dominación?. Eso es imposible se dice el pueblo y es
capaz de defender con uñas y dientes esta idea. Pasa lo mismo con la religión,
tan enajenado esta el pueblo que le parece diabólica la idea de estar siendo
dominados como marionetas por tan dulces sacerdotes, aunque vean la pedofilia y
toda clase de atrocidades. Siempre racionalizan estos hechos para no ver la
verdad.
Es
bien sabido que el antagonismo entre peninsulares y criollos terminó con la
independencia de lo que hoy llamamos México. El pueblo mexicano estaba alejado
de las cosas políticas. Aunque intervino en la revolución de independencia no
lo hizo por si. La segunda revolución. La separación del Estado eclesiástico
del civil, fue dirigida por los mestizos. Un par d ejemplos lo son Benito Juárez
y Porfirio Díaz. El pueblo seguía sin intervenir pero la idea de pueblo soberano,
que necesitaba la burguesía para legitimarse, ya estaba bastante madura y fue
entonces que el pueblo intervino en la revolución contra el dictador Porfirio Díaz.
La matanza había sido terrible era hora de apaciguar las aguas turbulentas y
entre otros medios se uso el Muralismo. Este arte pictórico encumbró al pueblo,
al individuo común; lo puso en un nicho y lo volvió cosmopolita. Pronto se rego
por todo el mundo y se le elogio como una arte supremo. Y, lo es. Sin embargo, sirvió
para poner un velo delante de la realidad. El pueblo se dijo ya era libre. Tenía
una de las Constituciones mas avanzadas del mundo. Y el sacrosanto pueblo se lo
creyó mientras se le sometía a un régimen brutal.
El
arte muralista se promovió desde el oficialismo. José Vasconcelos fue su
promotor incansable. Ahora bien hay que se parar el arte en si y la intención de
usarlo como medio de enceguecer al pueblo y limitar sus aspiraciones. Si ya era
libre ese es el principal tema del muralismo y ya estaba considerado como
fuente de admiración; allí están todas los modelos individuales o colectivos
del pueblo plasmados en los murales. Hoy no es común ver mujeres, hombres,
niños, flores pertenecientes al pueblo llano sirviendo como modelos de arte.
Esto no era posible en el porfiriato. Mundo afrancesado y antípoda del pueblo.
A
todo esto le siguió un estrechamiento de las aspiraciones populares y si bien
se cumplieron algunas en la realidad como la repartición de tierras y la expropiación
de la industria petrolera y de la eléctrica, tras bambalinas se preparaba a una
televisora para que, llegara a ser el medio (un soldado del régimen priista),
para imponer el gusto al pueblo en lo visual y en lo musical. No es casual que
esta empresa haya podido imponer un presidente de la república. Se ha
convertido de soldado en general en jefe de la política y de la economía.
Televisa
creo, preparó e impuso el gusto musical durante mucho tiempo a través de su
programa “Siempre en domingo”, conducido por Raúl Velasco. El camino era único para
poder sobresalir a nivel nacional e internacional: pasar por el escenario y la aprobación
del conductor del programa por medio de una patadita ridícula pero que al
pueblo le encantaba. De ese programa y de esa televisora salieron o se
consolidaron los que son considerados “grandes artistas”. Claro, a un pueblo
duramente sometido con el dolor y los traumas que esto conlleva es difícil cuando
no imposible que le cale un arte que no sea doloroso, deprimente que
constantemente le recuerde su impotencia, su debilidad y constante decadencia.
Los
artistas mexicanos son buenos psicólogos de la naturaleza del pueblo y le
cantan lo que quiere oír. Han sabido muy bien vender su propio dolor, sus
propias fobias, sus traumas, sus limitaciones vulgares. Por ello hay una simbiosis
de gusto musical entre estos grandes artistas que viven a todo lujo y el
pueblo. Y, como en la religión (¿Quién duda que la música es una religión?), el
pueblo, aunque engañado, es capaz de luchara contra quien atente contra sus ídolos.
La simbiosis del gusto musical (artistas alejados del pueblo), con el pueblo (ente
diferente a los artistas), que estos últimos inconscientemente creen que ese
arte popular es suyo de manara natural cuando es antinatural.
Se
acabó el programa “Siempre en domingo”, murió su conductor pero el sistema de
implantar el gusto musical manipulando a los artistas y al pueblo quedó no solo
intacto sino bien aceitado. Murió ya toda una época de arte inocente pero quedó
la televisora perversa con mayores tentáculos para manipular el gusto musical e
imponerlo tan sutilmente que el pueblo es, muy a menudo el ejército que
defiende a dicha multinacional a capa y espada, ya sea directa o indirectamente. Enajenación.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario