De
común la gente dice que no se tiene la vida comprada. Esa es una tesis de lo
posible y del azar. La realidad es que con el neoliberalismo si bien no tenemos
la vida comprada, es decir, segura, en lo positivo, si la tenemos en una
especie de empeño y por generaciones que ni siquiera han nacido.
Esta
apuesta económica no se detiene en solo algunos aspectos de la vida sino que es
un monstruo voraz que exige todo, en un Absoluto que ni siquiera Hegel soñó. Todos
los ámbitos de la vida se encuentran cercados, amenazados y ni siquiera los
grandes burgueses son capaces de escapar a los designios del sistema que han
creado y siguen alimentando. La visión de Mary Shelley con su Frankenstein ha
quedado rebasada con este nuevo monstruo endiosado hasta la saciedad. Aquel
esperpento es una especie de boy scout al lado de este sistema llamado
neoliberalismo.
¿Qué
nación ha quedado fuera de su influjo?, ¿quién se atreve a decir y a realmente quedar
fuera de las garras de este Híper Leviatán?. El mundo ha entrado a este
infierno en donde no hay salvación ni redención?, Dante era todavía muy
cristiano para llevar su condena a los grados que hoy se tienen.
La
felicidad resulta una quimera que todos persiguen sin sentido. Esas pequeñas
satisfacciones que a diario tiene la gente no son más que una especie de Soma
para seguir caminando por esta senda a la oscuridad. Quien entre aquí jamás tendrá
verdadera esperanza, está inscrito en las puertas de este infierno. Los dioses antiguos y
modernos yacen arrumbados en el jardín del olvido del Neoliberalismo
subyugante.
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