En
México existe la lucha parcial por parte de la sociedad. No es que sea de
desdeñar la oposición política, la negación de la venta de Pemex por una parte
de la sociedad, la solicitud de demandas económicas y concesiones de una parte
del magisterio o la defensa de poblaciones bien definidas. Sin embargo, estas luchas parciales son manejables por
parte del Estado en sus tres niveles de gobierno. Si el pueblo mexicano quiere
realmente incidir, por lo menos, en su destino debe por unirse de manera
permanente y olvidarse de sus diferencias dado que tiene un solo enemigo: al
gobierno mexicano en su entreguismo hacia la burguesía nacional y extranjera.
Es
de notarse que el gobierno mexicano sabe que puede lidiar los problemas a los
que se enfrenta cediendo o transando demandas populares parciales por medio de
dinero. Véase que una buena parte de profesionistas (pequeña burguesía), no
tiene autonomía dentro del estado mexicano dado que se han convertido en
asalariados. Digo asalariados en el sentido técnico y no peyorativo del término.
Si esta parte de la nación mexicana está dependiendo del sueldo que le paga el
gobierno mexicano es de esperarse que solo quiera mantener los privilegios o el
status que guardan hasta ahora y no tienen consciencia de que el cambio de
condiciones sociales y económicas es el fin último del pueblo en su conjunto. El
peligro que corre este movimiento es que si negocia con el gobierno su lucha
dejara de tener sentido a cambio del pago de metálico y unas cuantas reivindicaciones
sindicales.
Lo
más grave resulta ser la pasividad del proletariado que debería ser la parte más
revolucionaria de la sociedad mexicana. Si a los obreros petroleros no salen a
la lucha de sus intereses poco se podrá lograr en este rubro. No es dable que una
parte del pueblo consciente se preocupe y ocupe de protestar organizadamente en
contra de la privatización sin la participación de los obreros. En los demás ramos
de la economía los obreros corren misma suerte.
Aquí
se ve claramente toda la corrupción que impera en el sindicalismo mexicano que
muestra el corporativismo. Es inadmisible que los obreros estén sosteniendo el
mismo sistema que los oprime.
La
lucha que sostienen los pueblos michoacanos y guerrerenses es legítima como
respuesta al abandono en que los mantiene el Estado mexicano. Con todo, el
gobierno federal lo primero que hace es reprimir las manifestaciones legales y
legitimas del pueblo mexicano y deja sin tocar a las organizaciones criminales.
Esto es suficiente para que el pueblo con base en su soberanía, incluso,
deponga a sus autoridades sin ninguna restricción.
La
lucha social en contra de este gobierno y sistema debe integrarse para lograr
que los efectos sean lo suficientemente grandes para que el gobierno recule en
sus intenciones de empeñar la vida de los mexicanos. Se deben olvidar las
luchas parciales y hacer un gran movimiento tal y como corresponde.
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