Es
evidente que los conservadores y demás pillos han mostrado su verdadero rostro
en contra del pueblo mexicano. Las viejas ideas del control social nunca mueren
dentro de una nación, viven dentro de los estamentos que consideran ser
superiores al bien común, a la solidaridad social, al darle poder de decisión al
pueblo. En suma quieren apropiarse de manera permanente la soberanía popular
para sí y a partir de allí dirigir las cosas públicas sin ninguna
responsabilidad a favor del pueblo ni petición de cuentas ni intervención social
en lo político. Esa es la vieja aspiración de todo tirano: el control absoluto
de la sociedad en general.
El
actual gobierno junto con los reaccionarios y conservadores panistas han
desatado intensas campañas mediáticas en contra de las manifestaciones sociales
del pueblo, ya sean los manifestantes estudiantes, maestros, obreros o
campesinos. No les importa que las demandas sean legítimas y legales; con
campañas sucias y mediáticas tratan de enlodar toda lucha social hasta la criminalización
de las mismas. Ante una manifestación que consideren peligrosa a sus malas administraciones
los reaccionarios priistas y panistas elevan sus voces y puños para que el
gobierno reprima a toda costa a los manifestantes aduciendo comisión de delitos
como si los políticos no fueran los primeros y más avezados criminales en
ejercicio; muchos de los políticos que hoy elevan sus voces en contra de la
lucha social tienen pasados negros y están fuera del alcance de la ley porque
han hecho leyes a modo que los mantengan impunes y han hecho mil y una
corruptelas y componendas para que esa casta divina de políticos quede
intocada.
Los
medios de comunicación tradicionales, aliados de los conservadores alegremente
se lanzan día a día; hora a hora y minuto a minuto, de manera incansable, a
tirar estiércol en contra del pueblo que genera toda riqueza y a cambio recibe
la Ley del Garrote y la cárcel como pago.
En
sus intentos por llenarse los bolsillos de dinero hasta el escandalo los
priistas y panistas no cejan en atender los lineamientos que les exigen, tanto
la burguesía nacional como extranjera, en vender a precio regalado la última
gran empresa nacional Pemex y de allí privatizar hasta los sentimientos y los
pensamientos. No se crea que es solo la venta de una industria, no, es la privatización
de la vida misma en un sin sentido: el híper consumismo como centro toda
actividad humana. Que ninguna cosa quede fuera de la privatización sin sentido
es el lema de estos gobiernos a modo para la burguesía. Desde las leyes duras
dirigidas al pueblo se quiere atar a la sociedad para que los políticos tengan
manos libres para abrir de par en par servicialmente las puertas al capital
privado sin ninguna responsabilidad para con el pueblo. Solo ven mano de obra
barata y millones de consumidores de productos efímeros y de mala calidad. Ese es
el futuro que realmente quieren imponer al pueblo mexicano y no el celestial
mundo que pregonan. Desde los años ochenta los gobiernos conservadores y
serviles han proclamado que trabajan por y para el pueblo y cada día, cada
semana, cada mes, cada año y sexenio acumulan más pobres en su haber y exportan
mano de obra barata a los Estados Unidos. Muy ufanos después e van a vivir con lo
mal habido a los lugares mejor atrincherados y remotos donde queden libres de
todo reclamo y toda acción de la justicia.
Por
si fuera poco la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, que casi en todo
momento se muestra blandengue en sus recomendaciones contra las clara y
reiterada violación de los derechos humanos de la población en general, hoy se
ha convertido en un perro rabioso que exige que se les aplique la Ley del
Garrote a los maestros y dice estar investigando a funcionarios del gobierno
del Distrito Federal por no sacar murallas de carne humana bien pertrechada
para que con garrote en mano disuelva plantones y mítines. Esa Comisión Nacional de los Derechos se ha
convertido, para mal, en el Santo Oficio del Gobierno Federal, para así
violentar y moler a palos a todo movimiento social o de gremio. Esa Comisión
Nacional se ha convertido además en coadyuvante de la venta de los bienes
nacionales. Allí la Comisión ha sido omisa.
