NO
Una
palabra resume y representa a toda la oposición: “No”. Es increíble que,
durante casi seis años la única propuesta de toda la oposición (Grandes empresarios,
élites sacerdotes, cúpulas políticas y clases altas, todo en general), solo
tengan como añoranza el pasado corrupto y negro. También tienen como propuesta política,
económica, social y religiosa el “No”. Están en su derecho de oponerse, pero deberían
analizar si ese “No”, es viable ante la avalancha de cambios de todo tipo que, paradójicamente
nos trajo el neoliberalismo impuesto por ellos. Se saca como conclusión no haber
tenido idea clara de las consecuencias de imponer el neoliberalismo como forma
de vida en el pueblo mexicano. Es decir, se han hecho a sí mismos el peor mal
posible, pero culpan a todos menos a ellos. Esta forma torcida de pensar y de
actuar los ha tenido postrados durante este sexenio y seguramente así seguirán en
el sexenio que, como tren veloz se nos perfila. Es cierto que, para el
nacimiento de un nuevo régimen político, económico y social el viejo sistema
debe estar, por lo menos en su mínima expresión para dar paso a una nueva forma
de ver la vida. Los tres órganos del Estado con todas sus dependencias y nuevas
instituciones deben tener un nuevo rostro y nuevas entrañas. Ese es el reto mayúsculo
presentado al pueblo mexicano.
Los
llamados intelectuales, analistas, políticos y periodistas creados en las
entrañas del priismo se han convertido en sendos agoreros del peor de los
Apocalipsis. Ven por doquier moros con tranchetes, las siete plagas de Egipto, Sodoma
y Gomorra, la caída de Jericó, los campos de concentración mexicanos, el
apartheid y los gulags rusos prestos a caernos al unísono. No hay salvación.
Claro, su evidente ignorancia media entre la realidad y su concepción de la
realidad. No conocen otras formas de vida y de ser más que, las del viejo régimen.
Hasta cierto punto no se les puede responsabilizar ni mucho menos culpar a
seres tan hechos el oscurantismo y la debilidad. Quieren regresar al paraíso del
cual fueron expulsados para siempre. Hoy, mañana y siempre vamos a seguir
escuchando sus llantos y gritería. Ojalá y la amplia frente de Marko Cortés
abrigara una inteligencia extraordinaria o la pulcritud artificial de Alejandro
Moreno escondiera las respuestas que, necesitamos o ya por lo menos que, las
barbas de Diego Fernández de Cevallos sirvieran como asidero, pero como en la
tragedia “Los Persas”, la respuesta es “Todo está perdido”. Para nuestra buena
fortuna al pueblo mexicano se le abre toda una gama de formas de ser y tendrá que,
escoger una que le vaya bien en este nuevo inicio de la vida nacional. En
resumen, el viejo régimen está muerto. En el Senado de la república se le dio
la extremaunción. Ayer en el Zócalo de la Ciudad de México, Corazón de la nación
mexicana, se festejó el fin y el inicio.
Claro
que, tenemos un montonal de problemas nacionales y no es prudente un festejo
excesivo, pero sirva ese festejo como clausura e inicio de una nueva vida
pública y privada. Las voces del ayer no se irán tan rápidamente. Necesitamos
cabezas para pensar en las posibles soluciones a tantos problemas nacionales,
pero también manos para construir un nuevo Estado mexicano donde vivir con
menos desigualdades, con más oportunidades para todos, con una justicia social
amplia y profunda, con una legalidad y legitimidad en beneficio general y con
el respeto a los derechos humanos a los más pobres. Sin estos requisitos
estaremos empantanados en un mundo de ilusiones vanas. A pensar en un plan y a
trabajar. Hay que, decir si a una nueva forma de pensar y actuar. Somos
ciudadanos del mundo y es hora de partir y sortear los mayores peligros. Esa es
nuestra nueva ruta.
De
la oposición no se debe esperar mucho en lo positivo sino todo lo contrario,
con las hachas en las manos y el veneno en las lenguas estarán día y noche en
todos los lugares posibles echándonos en cara haber derrumbado su mundo. Un
mundo exclusivo para pocos y excluyente del resto del pueblo. ¿Qué hacer en
estos casos?, pues hacer lo que hizo Odiseo al pasar por las islas de las
sirenas no oír o hacer que, no oímos el canto de las sirenas de la oposición. Tendrán
que salir ellos mismos de su isla para navegar hacia los mares de la
democracia, la justicia social y todos por los cuales se nos presenten o construyamos.
Las barcas están ya prestas y los vientos soplan insospechadamente. “Bienvenidos
a un nuevo México”