EL MITO DE LUZBEL Y LA
SUPREMA CORTE DE JUSTICIA DE LA NACIÓN
Se
cuenta que, Luzbel era el Comandante Supremo de los ejércitos divinos. Su poder
era extraordinario y era hermoso, pero tenía una falla, también quería ser Dios.
También quería mandar a todos los ángeles. Su orgullo era inmenso y fue
precisamente ese orgullo desmedido el que, lo hizo hacerse rival de Dios. El desenlace
es evidente. Luzbel perdió contra la divinidad y fue expulsado del cielo.
La
Suprema Corte es uno de los pilares del Estado mexicano. Su poder es
extraordinario, pero tiene una falla. Quiere mandar y convertirse en el poder
constituyente. Quiere estar por encima del pueblo soberano cuando el pueblo
soberano es el principio creador de los tres órganos pilares del Estado
mexicano: Legislativo, ejecutivo y judicial. El órgano judicial se ha revelado
al poder primario y lo ha retado porque quiere mandar y no reconocer que, es un
órgano constituido y debería estar al servicio del pueblo.
Para
lograr su cometido por principio se ha vuelto en contra del órgano legislativo,
del órgano constituyente y cuatro de sus jueces han interpuesto dos amparos
para no obedecer ni el orden constitucional ni el constituyente primario, es
decir, al pueblo. Dos jueces han dado tramite a esos dos amparos y han ordenado
que, la cámara de diputados no haga la reforma judicial y en caso de que, se
discuta y apruebe no se turne esa reforma judicial a las legislaturas de los
estados para su puesta en vigencia en su caso.
Permitir
que, el órgano judicial federal haga una trasmutación del orden constitucional
y además sea soberano es una afrenta que, el pueblo soberano no debe permitir
so pena de caer en manos de los más viles entre los viles pues detrás del órgano
judicial federal están las élites económicas, sociales, sacerdotales y políticas
reaccionarias. Porque ese es el fondo y no otro. Simulan los ministros,
magistrados y jueces vigilar el orden constitucional como órgano revisor de la Constitución
y con ello acotar el poder transgresor del legislativo. No hay tal. La ministra
presidente Norma Piña conspira para evitar el ejercicio de la soberanía popular
y tiene cómplices dentro del propio órgano y fuera del mismo. O el pueblo soberano
impone orden o volvemos a la servidumbre.
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