Los
cambios sociales y políticos, generalmente se dan raramente y con base más en
los sentimientos que en la razón; esto no debe de sorprender; así ha sido y seguirá
siendo por mucho tiempo. Pasado la euforia en estos casos, después del cambio
de régimen, se pasa a la creación del
nuevo para bien o para mal.
En
México, no se ha tenido planes completos y menos que se lleven a la práctica
para imponer la democracia en la república; porque se tiene la forma pero no el
fondo; se ha dejado que los líderes políticos sean más importantes que el
pueblo o que un partido único de Estado como el Partido Revolucionario
Institucional se erija en la guía del pueblo con todo el totalitarismo posible.
Hoy
se habla de la Cuarta Transformación y la gran mayoría da por sentado que no
hay otra actitud que esperar pasivamente que se dé, esa transformación sin más. Todo está hecho y para siempre. No
hay circunstancias más peligrosas que las de este tipo. Los cambios positivos y
con los efectos más benéficos para la generalidad del pueblo no se da sin la participación
constante y de3cidida de los ciudadanos que vayan construyendo una cultura democrática.
En caso contrario se volverá a perder el fin primario, imponer la democracia,
el poder del pueblo y para el pueblo.
Es
necesario saber que pasó en las tres anteriores transformaciones o revoluciones
mexicanas para saber si se va bien en la trayectoria o se está ante la ilusión
creada por la retórica hecha imponer la ideología política; necesaria pero
insuficiente para tener una visión clara de lo que se debe hacer para lograr el
fin primario y sus derivados como la libertad, la seguridad jurídica, la
justicia efectiva y benéfica para los ciudadanos, la protección de las garantías
individuales y de los derechos humanos por señalar algunos de ellos. Hay que
revisar lo que ha pasado, de manera general pues no se puede tratar el tema de
manera detallada porque esto corresponde a verdaderos tratados de gran envergadura
y aquí se trata únicamente de dar una mirada general y somera.
La
Primera Transformación, que fue la independencia de México; fue más una guerra
civil entre los que querían seguir dependiendo de España y los que querían lo
contrario que contra tropas de España, esta estaba pobre y en problemas,
ganaron estos últimos en 1821, esto derivó en el Primer Imperio mexicano de Agustín
de Iturbide que no tuvo buen fin y al final Iturbide fue declarado enemigo del
pueblo y fusilado. No hubo paz social y no la podía haber pues se estaban construyendo
y madurando las bases del Estado mexicano y todavía estaba vigente el
Virreinato con todas sus formas sociales y políticas.
La
inmadurez social, política y la pobreza del erario permitieron que los Estados
Unidos de Norteamérica fuera despojando al Estado mexicano de más de la mitad
del territorio nacional y hasta la fecha no se podría defender el territorio
nacional pues no hay el poder suficiente para ello ante los Estados más poderosos.
Por suerte no se ve que esto pueda ocurrir por el momento.
La
Segunda Transformación, rompe con las formas virreinales; los fueros, militar y eclesiástico e imponiendo una política
de corte liberal. La guerra de reforma hizo posible lo anterior. La consolidación
del Estado mexicano se logra, tanto en lo interior como en el exterior con la
derrota del ejercito conservador y el fusilamiento de Maximiliano de Habsburgo.
Pero la falta de inmadurez social y política no había desaparecido y esto llevo
a Benito Juárez ser presidente cuatro periodos sin que el último lo terminara; Sebastián
Lerdo de Tejada también siguió esta línea y se reeligió, dando pauta para que
Porfirio Díaz enarbolara la “no reelección”, pero que se hiciera del poder dictatorial
por más de treinta años.
La
Tercera Transformación, lo fue la revolución de 1910, que fue una reacción contra
la dictadura de Díaz y que renuncia a los seis meses de iniciada la misma. Lo
que siguió fue la guerra interna por el poder político. El caos era el pan de
cada día. Poner orden a como diera lugar era necesario y se hicieron tres
intentos políticos. El primero lo fue la creación del Partido Nacional; el
segundo, la creación del Partido de la Revolución Mexicana y, finalmente el
Partido Revolucionario Institucional que fue el parido único de Estado que
impuso el totalitarismo elástico de tal manera que diera la apariencia de
democracia y, lo logró durante 89 años, para finalmente vaciarse de contenido y
de sentido hasta derrumbarse.
La
Cuarta Transformación, está en curos pero no se sabe en qué sentido se vaya a
desarrollar. No existe una generación como la que acompaño y de la cual fue
parte Benito Juárez que es impresionante. Estos son los veinte más importantes
de aquella generación y uno por uno sus logros son impresionantes y en grupo
significa lo que hoy somos en lo positivo y negativo. Justo sierra, Ignacio
Comonfort, Ignacio Manuel Altamirano, Porfirio Díaz, Miguel Lerdo de Tejada, Mariano
arista, Manuel Doblado, Manuel María Zamacona, Juan Nepomuceno Almonte, Santos
Degollado, Sebastián Lerdo de Tejada, General Ramón Corona, León Guzmán, Benito
Juárez, José María Iglesias, Luis Gonzaya Osollo, Francisco Zarco, Ignacio Ramírez,
Miguel Miramón y Guillermo Prieto.
La
madurez política es necesaria, tanto como la consciencia, pues el agotamiento, vaciamiento
y pérdida de sentido del régimen político priista tuvo su origen en la imposición
del Neoliberalismo por el Fondo Monetario Internacional. Paradójicamente mientras
se ampliaba y profundizaba la implementación del Neoliberalismo, es decir, la privatización
de lo público se agotaba el régimen, hasta que en el 2015 con las reformas
privatizadoras de Enrique Peña Nieto se vació de todo contenido hasta que perdió
su sentido político y en las elecciones del 2018 se decidió por un nuevo régimen.
Los
intentos y presiones internas no fueron suficientes para derribar el régimen a
pesar de los muchos años que se intentó; no es que, esos intentos fueran pocos
o ineficaces sino que resultaron insuficientes. Ahora bien, no hay forma de
volver a tras pero, eso no significa que los remanentes aun significativos del
viejo régimen (PRI; PAN, PVEM, PRD, PANAL entre otros), no opongan tantos obstáculos
como puedan.
El
propio movimiento al convertirse en partido político (Morena), y ganar las
elecciones carece de un plan completo y certero para destruir el anterior régimen
y crear uno nuevo con todas las características necesarias, efectivas y viables
para por fin madurara la democracia e imponerla de una vez y para todo el
tiempo que se pueda. No hay un grupo generacional propio que pueda sostener, científica,
política, social e ideológicamente el nuevo régimen como base del nuevo Estado
mexicano.
La
diversidad en Morena no es sinónimo de unidad en todos los rubros ya
mencionados sino pragmatismo necesario que debería irse depurando pues es
menester madurar el sentido político del partido. Hacen falta mujeres y hombres
jóvenes o con ideas nuevas para aportar elementos nuevos a este régimen; de lo
contrario se tendrá el peligro de perder la estrella del norte: la democracia
como ideal para transformar el Estado y la vida mexicana.
Como
en todo movimiento no faltan los arribistas, los ambiciosos, los traidores, el
nepotismo, los lerdos y toda clase de géneros nocivos que van impidiendo el
desarrollo por falta de aportaciones pero si la base y tronco son lo
suficientemente fuertes las ramas nocivas no serán tan importantes sino obstáculos
para el entrenamiento y fortaleza.
Finalmente,
se debe decir que una transformación como la que se presenta en estos momentos
requiere además de gran fortaleza un tiempo, por el momento imponderable pues
se trata de ir viendo el desarrollo paso a paso sin vaticinios aventurados. No
se debe dejar de luchar contra los remanentes del régimen pasado pero sin dejar
de trabajar en lo político incluyendo hacia el interior de Morena sin perder el
ánimo ni las ideas claras y distintas como pedía René Descartes.