UNA MIRADA AL FIN DE UNA ÉPOCA
La hora para la reunión con un funcionario municipal estaba
señalada, nueve horas del veinticuatro de abril de dos mil veintitrés. Lugar.
El palacio municipal de Amozoc de Mota, Puebla. Todo parecía cotidiano. Un
joven ofrecía sus servicios para tatuar a bajo precio imágenes temporales.
Gente sentada en las bancas públicas platicando, vendedores ambulantes,
servidores públicos entrando a sus trabajos y gente yendo a sus destinos.
Pasaban los minutos y me dice un servidor público que, espere, clásico en estos
casos.
Casi imperceptiblemente comenzaron a llegar mujeres de todas las
edades. Algunas con sus hijos muy menores. Las bancas vacías empezaron s ser
llenadas. Como en quince minutos ya eran como un medio centenar de personas en
su mayoría mujeres. Mujeres pobres económicamente con rostros se miles in
muchas expresiones. No se veían con mucho ánimo. Una señora ya de avanzada edad
inició platica conmigo sobre el motivo de mi presencia.
No lo conozco disparó directo a mi intelecto. ¿Viene a la
manifestación?. Añadió mientras me escudriñaba atentamente.
Manifestación. Claro. ¿Cómo no adivine a la primera ni la segunda
mirada?. Eso me alertó. De pronto apareció el funcionario que, inicialmente me
atendió. Con una señal me pidió acercarme a donde estaba. Lugar solitario para
una conversación sin testigos. Acudí.
Va a haber una manifestación. Su reunión se pospone para después
de la misma, me dijo con una voz sin emociones e impersonal. Sonó su celular,
me hizo una señal y despareció entre el medio centenar de personas que, ya se
dirigían hacia la entrada de la presidencia municipal.
Tomé lugar en una banca ya vacía y me resigné a una larga espera
de dos horas o más. Vi una cartulina “Antorcha Campesina”. La vieja
organización de choque aliada del otrora partido único de Estado. Recordé las
manifestaciones de miles de miembros de esa organización violenta. Empezaron
las consabidas arengas y cantos ya consabidos. Sin embargo, todo aquello no
cuadraba con una manifestación del corte Antorchista. Era una parodia. Una mala
puesta en escena sin mucho ánimo. El líder de la manifestación no hallaba como
inyectar energía a su medio centenar de manifestantes sin éxito. De todos
modos, pasaron más de dos horas de espera.
Hacia la una de la tarde empezaron a salir las mujeres con los
rostros más animados. La vivacidad había regresado a sus cuerpos. Se habían
transformado rápidamente. En menos de lo que canta un gallo el lugar quedó
libre de manifestantes. Volvió a salir la persona que me atendió. Fue directo
hacia mí.
Bueno, terminó la manifestación. Así es esto. Dice el Licenciado
que, no podrá atenderlo. Pero el viernes a las ocho de la mañana tiene resuelto
la petición de sus representados. Entonces, nos vemos el viernes. Me hace el
recordatorio un día antes. Que tenga un buen día. Gracias.
Me fui directamente a un restaurante. Pedí una torta y un jugo
bien frio. El calor ya estaba en todo su apogeo. Miré a un punto indefinido en
el horizonte. Todavía no podía digerir lo que había presenciado y caí en la
cuenta de estar ante un hecho sin importancia. En otros tiempos las
manifestaciones de “Antorcha Campesina” eran de temer por su preparación,
dinamismo, violencia organizada y su aguante para hacer plantones mientras sus
poderosos lideres negociaban con las autoridades. Seguramente esta
manifestación no les había hecho mella a los funcionarios municipales. Si bien
el hecho no era importante en sí misma, si daba un panorama claro de la
realidad.
Los manifestantes pertenecían a una colonia sin servicio de agua.
Su petición del servicio era legal y legitima. Los hombres seguramente estaban
en el trabajo y las mujeres cubrieron el requisito de hacer acto de presencia.
Las multas de los lideres Antorchistas son significativas, pero claramente se
veía que, ya no existía el férreo control de antaño. Francamente “Antorcha
Campesina” ya sin el poder del viejo partido y sin el dinero público que,
recibía de los tres órdenes de gobierno la habían dejado en la
orfandad y camino a la decadencia como organización. Por doquier el viejo régimen
se desmorona. Este cambio de época barrera con todo sin importar cuanto luchen
los viejos amos de la política, de la corrupción institucional. Este viento de
cambio no dejará más que, recuerdos de esos viejos tiempos. Sin
duda alguna tuve la dicha de dar una mirada al fin de una época, antes de su
consumación.