TIEMPOS DE CRISIS EN EL ARTE MUSICAL
Navegamos en un océano proceloso como
navegantes que, maduran a golpes de realidad. Son tiempos de crisis. Se padecen
las épocas, pero se entienden poco. Vendrán historiadores, antropólogos,
psicoanalistas y demás profesionistas a estudiar nuestras épocas para tratar de
saber cómo éramos, como vivíamos, como pensábamos y como naufragamos o llegamos
a buen puerto o si nos perdimos en aguas interminables. Les dejaremos todos los
registros digitales como pistas a seguir en sus largas investigaciones. Les dejaremos
huesos, obras materiales y el arte musical.
Precisamente el arte musical es la
punta de lanza de cada época. Se deben seguir las huellas de la música para
llegar a las entrañas de los pueblos. Un viaje en el espacio/tiempo nos lleva a
la implementación del neoliberalismo en el Estado mexicano. Las mujeres,
inevitablemente, entraron al mercado laboral en definitiva y con toda la
fuerza. Esto habría de modificar radicalmente la vida de todo el pueblo
mexicano. Décadas después las consecuencias estaban por todas partes. El arte
musical fue monopolizado por los narcocorridos. Se puso de moda este tipo de
ser. Por doquier corrió este arte hasta coronarse en las clases sociales altas.
Que conductas tan estrambóticas nos dejó esta pequeña, pero dañina
época de machismo violento y letal. Sin embargo, esa fiebre casi nos embargó a
todos: gobierno, artistas, empresarios musicales y pueblo. Todos fuimos
corresponsables.
En el seno de las familias los hijos
crecían educados o moldeados por este gusto artísticos transmitido por las
televisoras, la radio con su consiguiente venta en mercados populares y no
populares. Las muertes violentas se normalizaron al punto de la insensibilidad
del pueblo. La tecnología llenó los huecos dejados por el abandono de los
padres para con los hijos. Este tipo de decadencia no ha parado y ha extendido
sus tentáculos hasta el mismo Hollywood y La Academia Nacional de Artes y
Ciencias de la Grabación de Los Estados Unidos de Norteamérica. Industrias del
dinero antes que, del buen arte. Toda Latinoamérica mira con asombro como
artistas ignorantes y bobalicones transitan alfombras rojas, reciben
reconocimientos y una publicidad apabullante. La mediocridad entronada.
Irremediablemente, se tienen que,
padecer este tipo de decadencia en tiempos de crisis global. No sé si se siga
enseñando arte musical entre los jóvenes de secundaria, espero sea vigente este
tipo de enseñanza pues la vamos a necesitar para salir de la oscuridad.
Recuerdo, antaño se enseñaba lo básico de la música clásica y sus grandes
exponentes y, a saber, usar mínimamente algún instrumento musical. Con lo cual
se fomentaba, por lo menos en lo mínimo, el arte musical. Hoy, se consumen
balbuceos en un desastre de música. A los jóvenes no parece importarles más
que, estar a la moda del vacío decadente. Consumen y divierten con este arte
hueco con el mismo fervor de los jóvenes de la segunda mitad del siglo pasado,
con los Rolling Stones o los Beatles o cualquier otro tipo de artistas que
hicieron época. Se comportan como si hubieran alcanzado la cima más alta del
arte musical cuando han descendido a la sima del abuso de la mediocridad.
Claro, no son enteramente responsables
pues somos los culpables, en buena medida, de su decadencia, de su vacío y
abandono. Nos pagan con un reproche a la cara cada vez con sus cantos y
contorsiones, con sus balbuceos y letras salidas directamente de las entrañas
de sus creadores. Han invertido los paradigmas, los ejemplos a seguir.
No más los valores de antaño, ni las formas intrincadas de arte musical.
No más Queen sino Bad Bunny, Maluma o cualquiera que puedan
sintonizar con sus manos endebles, con su educación desastrosa, con sus gustos
atrofiados por falta de guía y templanza.
Hemos roto el dialogo y la tradición,
entre generaciones, de seguir con la cadena del arte excelso en la música por un
pataleo y gesticulaciones acusatorias por nuestro abandono a muchas
generaciones que, tienen que, vivir y para ello les es menester construir, bien
o mal, todo su entorno. Por fortuna, en todo el mundo existen guardianes del
arte musical elevado y no se conforman con estos trajes harapientos. Buscan,
construyen y servirán, por lo menos para paliar, este hastío, esta desviación
hueca en el arte musical.
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