¡AL
DIABLO CON SUS INSTITUCIONES!
¡Al
Diablo con sus instituciones!, no es una declaración muy ortodoxa ni bien vista
por la oposición ni siquiera por personas que han obtenido títulos y grados,
incluso para personas sin estos requisitos. Debemos de estar de acuerdo en ello
porque no debemos enfrascarnos en las apariencias que, dan pauta a las malas
interpretaciones y son origen de ataques a este gobierno legal y legítimo. Este
gobierno es el único sostenido por la voluntad popular, por la soberanía nacional.
Podemos remontarnos a de cien años atrás y no encontraremos un gobierno electo
por el pueblo, por los votantes. Esto lo percibe y lo sabe el pueblo. De allí la
gran popularidad de este gobierno. Bien pasemos a lo central.
Todo
cambio de época requiere crear sus propias formas de gobierno y no admite discusión
alguna seria. Toda la Edad Media tuvo como eje central la teología, es decir,
la religión y como meta salvar el alma (Una ficción). Por eso no es de sorprender
la existencia del poder religioso sobre el poder civil. La vida estaba atrapada
en todos los actos religiosos y en caso de herejía estaba el Santo Oficio para castigar
con torturas de toda clase y la muerte publica en la hoguera o ahorcamiento.
El
siglo XV vio la decadencia de esta forma de vida y de gobierno pues, aunque había
reyes mandaba la religión. Galileo Galilei en la física desmontó los mitos de
la creación del Universo y por lo mismo fue condenado por la Santa Madre
Iglesia. René Descartes en la filosofía con su método de “La duda metódica”,
puso en marcha la decidida emancipación de la razón de la religión. Al final la
razón se impuso. Con esto se inició toda una serie de cambios. La consecuencia,
la revolución francesa. Se termino el derecho divino de los nobles para
gobernar. Los seres humanos pasaban a la igualdad y seguimos luchando por ello,
hoy día. Para el cambio de una época hacen falta cambio de instituciones.
La
revolución rusa de inicios del siglo XX tuvo la necesidad de arrasar con el
zarismo para poder pasar al socialismo real. Todas las viejas instituciones de
la nobleza rusa tuvieron su fin. Incluso la familia real fue asesinada y
enterrada para su olvido. Desde el punto del deber ser esto es reprobable, pero
desde el punto ser, es decir, de la realidad esto sucede una y otra vez. Esta barbarie
seguirá sucediendo hasta que este mundo se haga trizas.
¡Al
Diablo con sus instituciones!. Quizá se debe decir de una manera educada:
¡Cambio de instituciones!, tanto en su forma como en sus fines. La forma debe
ser general y republicana y con fines a servir al pueblo y eso es lo que no sucedía
en México. No solo las instituciones servían al presidente en turno, los órganos
judicial y legislativo estaban bajo el control del órgano ejecutivo federal. A
esto se le llamó Presidencialismo. El Presidencialismo murió en el 2018 con el
cambio de régimen. El presidente en turno era el gran motor del Estado
mexicano. Su voluntad sobrepasaba en importancia a los faraones en Egipto y, a
los Cesares en roma. Era un régimen totalitarista y represor a grados
inimaginables. Pasemos a un pasaje de nuestra historia.
Francisco
I. Madero gana las elecciones y trata de dar sepultura al viejo sistema porfirista,
pero deja intactos los órganos y todas las viejas instituciones porfiristas, incluyendo
al ejército. Las condiciones estaban dadas para que, un nuevo régimen no fuera ni
posible ni viable. Se aliaron Feliz Diaz, Mondragón, Victoriano Huerta y el
embajador de los Estados Unidos entre muchos otros y dieron un golpe de Estado.
Mataron a Francisco I. Madero, a José María Pino Suarez, a Gustavo Madero entre
muchos otros. Por no haber cambiado las instituciones. Este error fatal nos llevó a caer en una dictadura ya no personal sino de un partido único de
Estado: El Partido Revolucionario Institucional (PRI).
Es
inevitable el cambio de época porque las sociedades son dinámicas, aunque a
veces se encuentren en su mínima expresión como en la Edad Media o con el
Presidencialismo mexicano. Por buena fortuna la sociedad mexicana a cambiado
para bien y ha decidido el cambio más profundo en mas de cien años y lo ha
hecho de una forma democrática, usando su soberanía popular. El lema “Sufragio
efectivo, no reelección”, se ha hecho realidad al ejercer los ciudadanos su
derecho de libre voto y se cerrada en su segunda parte al terminarse el mandato
del actual presidente. Pero, esto no debe parar con el nuevo gobierno electo en
el 2024. Los cambios deben seguir y deberán ser profundos y amplios para pasar hacia
la democracia plena. ¡a cambiar todas las instituciones”, debe ser el lema pues
en caso contrario corremos el riesgo de lo que, le paso a Francisco I. Madero
junto con el pueblo mexicano.
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