LA VERDADERA NATURALEZA DE LOS MEXICAS
No
hay duda de la valentía de los antiguos mexicanos y hasta de su crueldad pero hay
un hecho que los muestra tal y como eran en la vida real; ya sin dioses, ya sin
esperanza de salvarse; todos los pueblos que tenían como aliados o sometidos se
habían rebelado contra ellos; habían quedado solos sin víveres y rodeados de
enemigos. Cualquier otro pueblo se habría rendido ante tales circunstancias
pero no los mexicanos. Antes volvamos a un episodio pasado y que nos muestra la
verdadera naturaleza de los mexicanos.
Durante
la estancia primera de los españoles y tlaxcaltecas en México-Tenochtitlán, destruyeron
el Templo Mayor y derribaron a los dioses más importantes, entre ellos, Huitzilopochtli
(el Dios de la guerra), e infringieron derrotas a los mexicanos. Era imperioso
que salieran de la ciudad antes de que, perecieran. Después del ofrecimiento de
poner fin a la guerra entre los menos de 1,000 españoles, y los aliados
tlaxcaltecas contra los mexicanos, éstos últimos respondieron.
“Era
cierto, contestaron, que habían sido destruidos sus templos, abatido a sus
dioses y muertos sus compatriotas. Muchos más sin duda habían de perecer bajo
las terribles armas del español; pero ellos quedarían contentos entre tanto pudieran
derramar la sangre de uno solo de los enemigos, por cada mil mexicanos[1].
Mirad –continuaron los diciendo- nuestras azoteas y calles; vedlas pobladas aún
de guerreros hasta donde puede alcanzar la vista…”
Es
extraña la forma en que la mayoría de historiadores narra los hechos parecería que
los españoles están solos y son súper hombres que combaten contra los mexicanos
en inferioridad numérica y aun así, logran vencer a sus enemigos. Se le da una
importancia increíble a las armaduras y armas que portaban los españoles que a
la luz de la razón y experiencia quedarían anuladas ante la superioridad numérica
y valor probado de los mexicanos; no por otra virtud dominaban el imperio.
Aunado a esto, contaban con las fuerzas especiales integradas por los guerreros
águilas y tigres, temibles por su valentía y destreza guerrera.
Bien,
con la quemazón y destrucción del Templo Mayor, (es tanto como si hoy se
quemara y destruyera la catedral de la ciudad de México), los mexicanos se habían
quedado sin sus Dioses principales, no únicamente materialmente sino mentalmente;
quizá sin saberlo iban a enfrentar esta guerra siendo ellos mismos como lo que
eran, un pueblo guerrero hábil y cruel. Los españoles solos nunca hubieran
podido derrotar a los mexicanos pero gradualmente todos los pueblos se fueron
uniendo a los extranjeros y la capital del imperio cayó pero el pueblo y en
especial la clase noble nunca se rindió.
Después,
la tarea de los españoles fue imponerse en complicidad con la nobleza de los
naturales que siguieron gobernando y volver débiles a los pueblos guerreros
pues esto sería un serio problema un serio error en caso de no hacerse. Los
efectos de eso fueron desastrosos y fatales. Cambiar la ideología cristiana debería
ser un rubro que se debería combatir. No hay peor religión que esa pues tiene
como base la debilidad corporal, la enfermedad mental, las mentiras y los
cuentos fantásticos.
[1] Según
Cortés se vanagloriaron en estilo más altivo, de que podían morir veinticinco de ellos, y uno de los nuestros”. “Rel. seg.”
de Cortes, en Lorezana, pág. 139.
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