EL CONSERVADURISMO MEXICANO
La
mayoría de mexicanos hemos vivido dentro de la estrechez de pensamiento y como
consecuencia, hemos moldeado o nos han moldeado nuestra idiosincrasia de manea rígida
y magra. En lo político únicamente hemos conocido de fondo el totalitarismo encabezado
por un presidente y, en el cual la visión política era de un solo partido de
Estado, No hemos conocido la democracia ni de lejos. Tres sectores engullían a
los ciudadanos, el obrero, el campesino y el popular. Toda la vida se oficializó
al grado de perderse la individualidad ante el Estado. La lealtad y la disciplina
política eran valores que se observaban pues quien osaba a salirse de las vías oficiales
caía generalmente en desgracia. Más que
ciudadano había vasallos.
Si
en la política había una estrechez, en lo religioso esto iba a la par. Desde la
Independencia de México la religión oficial con exclusión de otras, lo fue el
catolicismo con el sello propio de los mexicanos de ser guadalupanos. Las
religiones imponen dogmas que no cambian con el paso del tiempo; esto lleva a
imponerles un sello rígido a los seres humanos, en su pensamiento y en el
comportamiento. Desde esta perspectiva no es de sorprender que haya grupos
fundamentalistas religiosos que se opongan a todo avance y progreso en la vida política
y privada. Se imaginan que se transgreden
los principios divinos sin ponerse a pensar de donde les vienen esos
pensamientos conservadores. Nunca se piensa y se dice para sí, ¿de dónde me
vienen pensamientos y comportamientos?, ¿Por qué me opongo?, ¿Por qué soy así?.
El conservadurismo los tiene ciegos, dogmatizados.
Como
consecuencia del catolicismo o cristianismo para el presente caso da igual; el
derivado de este pensamiento político/social, lo es la familia mexicana a
imagen y semejanza del “Pater familias”, con pleno derecho sobre propiedades, mujer
e hijos para conducirlos tanto en la vida pública como privada, bajo la tutela
de los sacerdotes. Existía pues todo un entramado conectado entre política, religión
y familia que, daba la apariencia de normalidad, de democracia, de legalidad,
de unidad bajo la tiranía de políticos y la clase sacerdotal. La sociedad
mexicana en su mayoría se acostumbró que no sentía el peso del totalitarismo político/religioso;
se sentía hasta normal y veía como anormales aquellos que iban en contra de ese
totalitarismo. El cambio se hacía
impensable y tardaría décadas en darse.
Bien,
la oposición quiere regresar a este esquema viejo y obsoleto, implantar
nuevamente el conservadurismo es su único objetivo. Con todo, esto es
imposible; el estado mexicano (territorio, población y gobierno), se abrió al
mundo y la dinámica tan cambiante ni siquiera permite pensar cuando ya hay otro
cambio que nos afecta. El dinamismo de la economía, de la ciencia y la tecnología
nos han envuelto en un constante cambio contra el que poco pueden hacer los
conservadores. El nuevo escenario dinámico impone una nueva característica a
los ciudadanos, sean libres en la democracia Neoliberal o inventen un nuevo régimen
y ese es precisamente el reto, no de un partido ni de un presidente sino de
toda la nación mexicana. Y, el reto es mayúsculo por la falta de experiencia democrática.
Cada uno haga un ejercicio y pregúntese ¿Qué se de democracia tanto en lo teórico
como en la práctica?, y se verá la pobreza en que vivimos de ideas como en la
realidad. Sin embargo, no hay otra salida más que inventarnos bien o mal y eso
escapa a este breve artículo, pero sin duda tendrá que ser en lo político, un
nuevo régimen, en la religión con la apertura a otras religiones y en la
familia con modelos que ya existen, pero no se aceptan. Debemos de avanzar en
el cambio de ideas y de comportamientos para poder construir, los dogmas son ya
obsoletos para estas tareas.
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