sábado, 19 de octubre de 2019

EL CONSERVADURISMO MEXICANO



EL CONSERVADURISMO MEXICANO

La mayoría de mexicanos hemos vivido dentro de la estrechez de pensamiento y como consecuencia, hemos moldeado o nos han moldeado nuestra idiosincrasia de manea rígida y magra. En lo político únicamente hemos conocido de fondo el totalitarismo encabezado por un presidente y, en el cual la visión política era de un solo partido de Estado, No hemos conocido la democracia ni de lejos. Tres sectores engullían a los ciudadanos, el obrero, el campesino y el popular. Toda la vida se oficializó al grado de perderse la individualidad ante el Estado. La lealtad y la disciplina política eran valores que se observaban pues quien osaba a salirse de las vías oficiales caía generalmente en desgracia.  Más que ciudadano había vasallos.

Si en la política había una estrechez, en lo religioso esto iba a la par. Desde la Independencia de México la religión oficial con exclusión de otras, lo fue el catolicismo con el sello propio de los mexicanos de ser guadalupanos. Las religiones imponen dogmas que no cambian con el paso del tiempo; esto lleva a imponerles un sello rígido a los seres humanos, en su pensamiento y en el comportamiento. Desde esta perspectiva no es de sorprender que haya grupos fundamentalistas religiosos que se opongan a todo avance y progreso en la vida política y privada.  Se imaginan que se transgreden los principios divinos sin ponerse a pensar de donde les vienen esos pensamientos conservadores. Nunca se piensa y se dice para sí, ¿de dónde me vienen pensamientos y comportamientos?, ¿Por qué me opongo?, ¿Por qué soy así?. El conservadurismo los tiene ciegos, dogmatizados.

Como consecuencia del catolicismo o cristianismo para el presente caso da igual; el derivado de este pensamiento político/social, lo es la familia mexicana a imagen y semejanza del “Pater familias”, con pleno derecho sobre propiedades, mujer e hijos para conducirlos tanto en la vida pública como privada, bajo la tutela de los sacerdotes. Existía pues todo un entramado conectado entre política, religión y familia que, daba la apariencia de normalidad, de democracia, de legalidad, de unidad bajo la tiranía de políticos y la clase sacerdotal. La sociedad mexicana en su mayoría se acostumbró que no sentía el peso del totalitarismo político/religioso; se sentía hasta normal y veía como anormales aquellos que iban en contra de ese totalitarismo.  El cambio se hacía impensable y tardaría décadas en darse.

Bien, la oposición quiere regresar a este esquema viejo y obsoleto, implantar nuevamente el conservadurismo es su único objetivo. Con todo, esto es imposible; el estado mexicano (territorio, población y gobierno), se abrió al mundo y la dinámica tan cambiante ni siquiera permite pensar cuando ya hay otro cambio que nos afecta. El dinamismo de la economía, de la ciencia y la tecnología nos han envuelto en un constante cambio contra el que poco pueden hacer los conservadores. El nuevo escenario dinámico impone una nueva característica a los ciudadanos, sean libres en la democracia Neoliberal o inventen un nuevo régimen y ese es precisamente el reto, no de un partido ni de un presidente sino de toda la nación mexicana. Y, el reto es mayúsculo por la falta de experiencia democrática. Cada uno haga un ejercicio y pregúntese ¿Qué se de democracia tanto en lo teórico como en la práctica?, y se verá la pobreza en que vivimos de ideas como en la realidad. Sin embargo, no hay otra salida más que inventarnos bien o mal y eso escapa a este breve artículo, pero sin duda tendrá que ser en lo político, un nuevo régimen, en la religión con la apertura a otras religiones y en la familia con modelos que ya existen, pero no se aceptan. Debemos de avanzar en el cambio de ideas y de comportamientos para poder construir, los dogmas son ya obsoletos para estas tareas.

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