La
política es la consecución del poder público y su mantenimiento por el mayor
tiempo posible sin que se convierta en una dictadura, que no se corrompa vamos.
Si esto es su definición básica su complemento es que se haga en beneficio de
las mayorías con el respeto e incorporación de las minorías en el marco de la
democracia.
Ahora
bien, ya teniendo la definición magra si se quiere pero básica con la cual se puede
partir al análisis se debe decir, que el priismo o su correlato el Presidencialismo
fue el sistema en el cual se dejó de lado la política y se creó un régimen (Uso
estos dos conceptos como sinónimos aunque puedan tener diversos sentido), que nació
degenerado porque el poder público estaba destinado a una elite del partido único
de Estado y del presidente en turno.
El
poder público fue abrogado para el Partido Revolucionario Institucional de
manera exclusiva con exclusión del pueblo que únicamente sirvió como ganado al
que se podía legal y legítimamente ordeñar a placer. Por sobre los estatutos del
partido estaba la verdadera y cruda realidad. “Vivir fuera del presupuesto, es
vivir en el error”, era su idea y práctica de la burocracia. La complicidad
impuesta entre pueblo, burocracia y los que detentaban el poder público era una
mascarada que tenía como fondo la dictadura del partido oficial.
La
práctica política era enseñar a todos los integrantes que se debía lealtad a
los integrantes de la cúpula en el poder y por defecto al presidente en turno.
No importaba la democracia, la justicia, la libertad sino el mantenimiento del
poder con la mayor corrupción posible. La peor práctica de corrupción se hacía sobre
los jóvenes pues se les inculcaba en pensamiento y se les enseñaba las antípodas
de las virtudes al punto de volverlos los mayores simuladores de la democracia
mientras se les mostraban las formas de volver privado lo público hasta amasar
grandes fortunas siempre en complicidad con el partido.
No
se trataba pues de hacer política recta sino de practicar y heredar a las
siguientes generaciones el sistema más degenerado de la política: el priismo. Este
pensamiento y practica se esparció sobre el pueblo en su conjunto para que
fuera cómplice del partido sin participar de los grandes beneficios económicos,
sociales, de educación y de todo lo público.
Esto
se hizo durante decenios y sobre muchas generaciones de mexicanos sin ningún pudor
hasta que se corrompió por completo. La década de los 80s, del siglo pasado
francamente la corrupción se había extendido a todos los ámbitos al grado de
calar entre los presidentes que trataron de poner cierto remedio a este cáncer social,
económico y político. “La renovación moral”, de Miguel de la Madrid fue el
diagnostico, el síntoma de esa corrupción. Pero al igual que los viciosos no
pueden curarse a sí mismos, los integrantes de la cúpula siguieron con su adicción
a la decadencia, al saqueo de lo público.
El
ejemplo paradigmático de como un integrante del partido oficial podía escalar
bajo la más estricta lealtad es la del maestro rural Carlos Hank González;
quien fue presidente municipal de Toluca, estado de México, gobernador del
mismo estado, regente del entonces Distrito Federal, feudo exclusivo del
presidente en turno, Secretario de Turismo y de Agricultura y muy cercano a José
López Portillo, Carlos Salinas de Gortari y Roberto Madrazo Pintado e
integrante prominente del grupo Atlacomulco.
Esta
práctica degenerada de la política se impuso como uso cotidiano; era una convicción
que estaba en el colectivo. La cerrazón del Estado mexicano impidió que se
conocieran otros tipos de hacer política. La tradición corrupta permeo entre
los partidos que surgieron tan luego llegaron al poder. La política en lugar de
clarificarse se volvió un cáncer epidémico que aún no se puede iniciar su cura.
Los integrantes de los demás partidos se volvieron tan corruptos como los
mismos priistas e incluso en algunos aspectos los superaron; tal y como lo
hicieron los panistas Vicente Fox y Felipe Calderón.
A
la política como es regla, han llegado los más ignorantes, los más ambiciosos, los
sin escrúpulos y los fracasados en lo privado, en lo personal que sin importar si
tienen o no los méritos se han lanzado a conseguir en lo público lo que no pueden
con su propio esfuerzo. El fracaso de la educación, el fracaso de lo económico ha
calado en lo moral con consecuencias desastrosas.
Únicamente
la implementación del Neoliberalismo, ordenado desde el extranjero, y cumplido
por las cúpulas del régimen (PRI y PAN),, ha logrado darle el golpe letal al
mismo. El cambio se debe mucho en este punto a lo ordenado por el Fondo
Monetario Internacional que sin este no hubiera sido posible el cambio. Dudo
mucho que la corrupción se pueda combatir con una renovación moral o con un Código
de Ética; lo que puede iniciar su combate es la puesta en vigencia de leyes
contra los corruptos con penas ejemplares en lo administrativo, civil y penal. La
raíz de la corrupción está justo en el corazón de la política y allí debe
empezar la cura y no en la periferia como muchos románticos quieren. De otra
manera será una simulación más.
El
priismo fue el saqueo sistematizado por las cúpulas del PRI y PAN en detrimento
del Estado mexicano. El pueblo mexicano
debe tomar consciencia de tener que dar santa sepultura a esta forma de hacer política
y devolverle al quehacer político la mínima dignidad practicando las virtudes de
honestidad, solidaridad, esfuerzo, trabajo y todas las necesarias que abunden a
la sanidad pública, incluyendo a lo medular el poder público.
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