El
Presidencialismo mexicano fue el régimen político que impuso el partido único de
Estado, el Partido Revolucionario Institucional, a efecto de darle unidad al
Estado con el pueblo sometido a la ideología totalitarista e injusta que se
blindo con sindicatos obreros, federaciones y confederaciones campesinas y todo
un ejército de agrupaciones y caciques con el fin de controlar al pueblo.
El
presidente era casi todopoderoso pues tenía facultades constitucionales y meta
constitucionales; las primeras le daban supremacía al presidente de la república
y ni se diga las leyes secundarias. El ejecutivo federal, elegía quienes serían
Ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, gobernadores, senadores,
diputados federales, y locales, presidentes municipales, todos los funcionarios
federales y gobernaba a través de un regente al Distrito Federal. Decidía los tiempos electorales cuando no tenían
más que una oposición simbólica.
Si
en lo político tenía facultades enormes en lo económico no era menos porque tenía
a las empresas del Estado (que eran muchas) bajo su mando y administración. Por
si esto fuera poco la Constitución General le daba facultades extraordinarias
para regular precios de las mercancías a través de decretos con tal de rendir
cuentas que nunca rendía al Congreso General.
Para
asegurar el control civil, tenía a la Secretaria de Gobernación como el Santo
Oficio de la información, del entretenimiento y cultura popular Se ocultaba la
verdad a traes de la censura gubernamental. No podía existir el sistema político
sin la ausencia de democracia, de justicia, de libertad. El régimen priista era
totalitarista.
La
tan famosa “División de Poderes”, de Montesquieu, que básicamente es que, cada órgano
que no poder (el poder soberano reside en el pueblo), debería de ocuparse básicamente
de una actividad estatal. El ejecutivo debería administrar lo público; el
legislativo hacer leyes y el judicial impartir justicia; pues bien, el órgano ejecutivo
federal tenía a los órganos legislativo y judicial bajo su mando con lo que
daba al traste con la teoría de pesos y contra pesos.
En
México no había una dictadura personal pero si la había de un partido que encumbraba
al presidente en turno como su ejecutor y símbolo del régimen. Este
totalitarismo parecía inquebrantable pero nunca dejó de haber opositores reales
que muchas veces pagaron con sus vidas sin juicios previos y con las garantías constitucionales
estipuladas en la Carta Magna. Las matanzas han sido su sello indeleble. De las
antiguas están las del 68 y 71, del siglo pasado. Hay residentes que se conocen
por la mayoría.
Otro
elemento ideológico que aseguraba el
totalitarismo y cerrazón del Estado mexicano, lo era la llamada Doctrina Estrada,
que postulaba que el Estado mexicano no se pronunciaba con relación a los asuntos
internos de los gobiernos de otros Estados. Con esto aseguraba el partido único
de Estado que los otros Estados no intervinieran en los asuntos internos de México,
a sabiendas que se simulada la democracia, la justicia, la libertad y se hacían
fraudes electorales a diestra y siniestra. El resto del mundo podía percibir lo que
quisieran pero el régimen simulaba una y otra vez con toda impunidad.
Por
si esto fuera poco, el régimen prohibió los partidos con lineamientos
comunistas y, a pesar de haber existido el Partido Comunista desde 1919 hasta
1981 únicamente fue legal a partir de 1979. Reitero que si bien no existía una
dictadura formal si lo era de facto pues contra los disidentes y guerrilleros
se usaba al ejército y, a todas las fuerzas públicas para desaparecer, reprimir
y perseguirlos.
El
órgano judicial era otro brazo ejecutor de las órdenes del presidente en turno
y lo mismo pasaba en el ámbito de los estados. Campeaba la presunción de
culpabilidad, la prueba reina era la confesión sin ninguna corroboración pues
esta se obtenía a través de todos los métodos de tortura imaginables e
inimaginables. Esto suena terrible pero hay malas muy malas esto fue real.
Por
otro lado pero en el mismo contexto, en el año 2000 el PRI, perdió la presidencia
de la república por 12 años y aunque esto no fue aprovechado por el Partido Acción
Nacional y en concreto por los presidentes Vicente Fox y Felipe Calderón para desmantelar
las redes y estructura del régimen si fue otro golpe más para el
Presidencialismo. El PRI regresó en el 2012 con el canto de las sirenas pues
cabo su propia tumba política y ha ido poniendo clavos a sus ataúd con cada privatización
enmarcada por la corrupción.
Con
la apertura política, con la apertura del Estado mexicano, con las nuevas
formas de comunicación en la internet y con la implementación del
Neoliberalismo desde los años 80s del siglo pasado el Presidencialismo perdió el
poder político, sobre la economía, sobre la población y sobre los nuevos medios
de comunicación en las redes sociales nunca ha podido poner su poder.
Los
gobiernos y los pueblos extranjeros ya intervienen en los asuntos internos del
Estado mexicano, la Doctrina Estrada y se ha iniciado una balbuceante
democracia. La exigencia neoliberal de enflacar al Estado mexicano llegó a
extremos de verdadera decadencia al punto de no poder el gobierno siquiera
otorgar al pueblo la seguridad pública. Los ciudadanos han tenido que volverse
sus propios policías. No es raro ver por todo el territorio mexicano mantas,
lonas y todo tipo de anuncios en donde los ciudadanos advierten estar vigilando
a los delincuentes y no pocas veces se han visto justicieros y linchadores que
dan muerte a personas sin que el gobierno pueda poner orden.
Al
vaciarse el Presidencialismo de sus facultades, se perdió la unidad del Estado.
La decadencia del régimen trajo consigo el debilitamiento, la crisis total, el
desorden completo del Estado mexicano. Por ello, es necesario crear un nuevo régimen
político que ponga orden, de unidad, regule el sistema económico, de sentido al
nuevo Estado y, a la vida del pueblo mexicano.
Francamente,
el actual gobierno actúa mas como un cartel de delincuentes bajo el marco legal
y con toda impunidad. El presidente en turno es incapaz, ya de dar unidad,
sentido, legalidad, democracia, justicia y libertad por estar vacío de todas
las facultades que antes tenía. El poder político se ha dividido entre los
diversos partidos; el poder económico ha caído en manos de las grandes
trasnacionales, el poder de comunicación tradicional ha sido rebasado por las
redes sociales, la Doctrina Estrada está ya en desuso y el PRI está a punto de
perder las elecciones y su hegemonía política.
El
liberalismo económico tuvo como efecto la liberación de los vasallos de los
nobles. La implementación del Neoliberalismo en México tuvo como efecto social, liberar a los
ciudadanos del gobierno al dejar de ser paternalista; ahora los ciudadanos
desamparados tendrán que obtener todos los bienes y servicios que tengan
menester por su propio esfuerzo en medio de un régimen económico voraz. El neoliberalismo
creo las condiciones, contribuyó a crear una sociedad libre, insumisa y, a que
tomara conciencia de su realidad para actuar en consecuencia.
En
suma, el Presidencialismo fue el régimen político totalitarista implementado en
lugar de la “División de Poderes”, por el Partido Revolucionario Institucional.
En lugar de una dictadura personal se impuso la dictadura de un partido único de
Estado. Y, este régimen político se fue resquebrajando a la par de la imposición
del libre mercado, es decir, del Neoliberalismo hasta lograr romperlo y
vaciarlo de facultades y por ende, de sentido.
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