miércoles, 13 de junio de 2018

POBRE MÉXICO TAN LEJOS DE DIOS Y TAN CERCA DE LOS ESTADOS UNIDOS





Hasta ahora, los mexicanos no hemos hecho otra cosa que justificar nuestras circunstancias de servidumbre ante los extranjeros y en especial con los Estados Unidos de Norteamérica, es hora de dejar ese estadio y mostrarnos a nosotros mismos nuestra naturaleza humana muy particular. Los mexicanos no somos mejores que ningún otro pueblo pero tampoco menos, sostener lo contrario únicamente se puede hacer desde la ideología y como se sabe, la ideología esconde la verdad, la distorsiona.

Quien diría que nuestra historia como pueblo esta enlazada a la de los tebanos en unos pequeños pero importantes hechos. Los espartanos en su guerra contra los atenienses reclutaron a los tebanos para ir a las hostilidades. Estos últimos estaban bajo el mando de ni más ni menos los fundadores del ejército profesional por excelencia y simplemente los mejores de la antigüedad.

Derrotados los atenienses los espartanos mantuvieron su hegemonía sobre sus aliados pero a los tebanos la servidumbre no les hacía mucha gracia sino todo lo contrario pero, fueron muy observadores y adoptaron la forma miliciana de los espartanos al punto de crear su “Batallón Sagrado de Tebas”, (150 parejas de homosexuales) que a la postre terminarían siendo decisivos para derrotar al ejercito de Esparta comandado por el nieto de Leónidas.

Epaminondas no se contentó con derrotar en batallas a los espartanos sino que fue el iniciador del principio del fin del Estado ciudad de Esparta. Liberó a los ilotas de la esclavitud en que eran mantenidos por los espartanos con lo que, los privo de la mano de obra que mantenía al ejército espartano de su base económica y los obligo a trabajar para mantenerse. El fin de los espartanos se había escrito.  

A los mexicanos les paso la misma servidumbre en diferentes circunstancias. Cuando llegaron al centro de lo que hoy es México, se encontraron con que ya estaban ocupadas las mejores tierras y, debieron conformarse, de momento, con ocupar lugares casi inhóspitos, duros y difíciles, rodeados de pueblos guerreros. Se las ingeniaron para adaptarse a las circunstancias y gradualmente ir a la guerra como vencedores. En el proceso se volvieron tan fuertes como pudieron y tan sanguinarios como los que más. Con un tiempo tan corto lograron dominar gran parte del territorio actual de México. Dos pueblos importantes no pudieron vencer a los michoacanos y, a los tlaxcaltecas. Su dominio duro había creado las contradicciones para que en el futuro cercano cayera su imperio. De las cenizas de este imperio surgió la actual nación mexicana.

Cierto es que tanto tebanos como mexicanos no lograron por mucho tiempo mantener su hegemonía por haber sido derrotados; los primeros por Filipo de Macedonia padre de Alejandro Magno y los segundo, por los pueblos sojuzgados encabezados por menos de mil españoles.

En el caso de los pueblos de lo que hoy es México, se les tuvo que torcer y retorcer con ideologías de supremacía, de idolatría, de religión católica para poder enfermarlos y engañarlos para poderlos explotar a placer por los españoles hasta la independencia. Claro, los intentos de dominación de un pueblo sobre otro u otros siempre es un peligro constante. Sin embargo, la actual servidumbre de los mexicanos, bien entendida, no debe ser otra cosa que un estado de constante entrenamiento al estar cerca de los mejores (con sus reservas), hasta lograr el pleno desarrollo de toda la potencialidad del pueblo de México; es decir, para decirlo en términos aristotélicos, pasar de la potencia al acto. No debe verse la servidumbre como una maldición sino como una circunstancia que permite madurar las virtudes humanas y probarlas a cada momento para que no caigan en desuso.

Ahora bien, no se trata de destruir o sojuzgar a otros pueblos sino de contribuir a la casusa humana, su posible grandeza y supervivencia como especie consciente de su devenir en el Universo. Los problemas se irán esclareciendo aún más pues ya se tiene la conciencia de que, en algún momento este mundo no será suficiente para la vida. La exploración del espacio está prácticamente en pañales sin desdeñar los grandes avances científicos. Volviendo al punto central, los mexicanos tendremos que quitarnos la pesada coraza teológica e ideológica interna y combatir las externas para poder traer al presente toda nuestra naturaleza creativa en todos los campos del saber que son de la vida y llevarlos lo más lejos posible de la barbarie. No solo es posible sino probable.

El camino es largo, sinuoso, tortuoso ya están los sacrificios en puerta pero con valentía alegre debemos avanzar sin dejar de atender las bravatas de los enemigos pero sin dejar de reír por sus locos desvaríos ante nuestra fuerza. Ya no más justificación medrosa sino praxis de nuestra naturaleza.  No más intelectuales de la postración sino de la creación.

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