Se
cree en el desarrollo como el punto central del Neoliberalismo; esto es una
mentira, este sistema económico se ha apoderado de la política, ha sometido a
los políticos a los deseos de los multimillonarios. Un abismo se extiende entre
los pocos ricos y los pobres. Esto tiene sus consecuencias desastrosas para las
mayorías. Los pobres se dan cuenta que este sistema económico los ha aislado a
grados inauditos sin que tengan el remedio para solucionar su angustiosa
soledad, su miseria extrema, sus emociones colapsadas por la histeria y toda
una gama de enfermedades que se ocultan pero que se han agudizado sin remedio.
¿Cómo
paliar esta vida sin sentido?, los ricos han encontrado una solución, volviéndose
propietarios del mundo, poseyendo cosas, seres humanos, lujos y dinero. Ahora
bien, esta solución es solo aparente. No se puede expandir el ser en toda su
potencialidad con elementos no solo ajenos sino contrarios al mismo ser: cosas.
El ser solo puede ser pleno desarrollando todas sus potencialidades, no añadiéndole,
rodeándolo, amontonándole cosas materiales. Sin embargo, esta verdad se ignora
y hasta se detesta. En efecto, los pobres (La gran mayoría), sigue los mismos pasos
que los millonarios, los dueños de las grandes trasnacionales, pero sin conseguir
los grandes capitales; ante esto, se unen a clubes deportivos ganadores, a
marcas de llamado prestigio, compran cosas (Hasta donde les es permitido), de
marcas mundialmente conocidas y así por consiguiente en todas las áreas de la
vida.
Claro,
el interior de los seres humanos está vacío, suena a hueco desde el primer
tocamiento. Las manos se hielan y las miradas han perdido la alegría por vivir
plenamente. El Neoliberalismo, es extremismo y como todo extremismo no podrá sostenerse
por siempre y se tendrá que tratar de volver y volver a la prudencia pregonada
por los griegos, a la templanza sostenida por los romanos, a la vida virtuosa
vivida por los aztecas.
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