De común se cree que los ateos odian la religión;
no hay tal. El ateísmo significa en la mayoría de los casos un conocimiento
profundo del humanismo libre de toda moralina. Este humanismo no combate a las
personas como tales sino a las ideas dogmáticas, nocivas y degradantes que
sostienen las religiones. En consecuencia, el ateísmo tiene respeto para todas
las personas, en general, sin importar si son religiosas o no y pertenezcan a
la religión que sea.
La dignidad humana es el centro de la actividad del
ateísmo bien entendido y este, no puede existir, sin el respeto irrestricto a
las personas humanas. Todo ataque que hace el ateísmo lo hace contra ideas no
contra personas concretas. Se zanja así, la vitalidad del ateísmo y por el
otro, se es congruente con devolverle la dignidad perdida a los seres humanos. Se
salva la alegría por vivir libre de torceduras nocivas.
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