Soy
todo lo contrario a una mujer o un hombre de partido; esos seres humanos que
sienten el irrefrenable deseo de ir a buscar lo que no pudieron alcanzar por sí.
Parece que defienden la democracia, la libertad y la justicia pero, en realidad
son la mediocridad mediana de la vida. No pueden vivir sin un líder y sin la ubre
del erario. Se indignan si no se les reconoce el oropel y se ponen histéricos e
insultantes. Les debería dar vergüenza no tener ni una pizca de ética.
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