domingo, 28 de junio de 2015

CADA MINUTO NACE UN TONTO



No se sabe a ciencia cierta quien acuño la frase “Cada minuto nace un tonto”, pero para el caso no interesa mucho. Los oportunistas tienen la cualidad de notar las deficiencias humanas para sus fines propios y que a provechan a las mil maravillas sin importarles en lo mínimo el efecto de sus acciones.

Los políticos mexicanos han corrompido hasta la médula el sistema político y no tienen la mínima intensión de sanarlo sino de ahondar la corrupción a grados inauditos. Como buenos oportunistas han oteado que es, su oportunidad de hacerse ricos en esta transición del Estado moderno al Estado Híper moderno. Las reglas no se acaban de definir y, como hasta ahora, el sistema político y las normas constitucionales les brindan un manto amplio y profundo de impunidad, no sienten el mínimo temor de ser castigados. Viven en el edén de la corrupción.

No se necesita todo un cuerpo evaluativo para determinar el grado de corrupción e impunidad; basta iniciar con la corrupción del presidente de la República y seguir el rastro hasta el más modesto presidente auxiliar, pasando por los integrantes de los otros dos órganos, para ver la corrupción sana y en plena marcha incesante; claro, el camino puede hacerse al contrario, iniciarse con el más modesto presidente auxiliar y terminar con el Jefe del Ejecutivo Federal, pasando raudamente por gubernaturas y toda clase de dependencias oficiales y se llegará al mismo resultado. El orden de los corruptos no altera el resultado.

Ahora bien, tal parece que en México, cada minuto nace un tonto que está predispuesto a ser engañado de todas las formas posibles. Como el otro lado, de la misma moneda se puede decir que, en México a cada minuto nace un corrupto. Y, ahí van estos dos grupos, tontos y corruptos en el mismo camino en el mismo espacio y tiempo con la pasmosa vista de no interactuar sino levemente y sin querer, siguiendo siempre una marcha paralela como si hubieran sido creados por una pared de fuego como copias del verdadero ser que ignoran la existencia del otro. Marchan ignorándose y a veces, al borde del horizonte a punto de encontrarse y de mirarse a la cara, a los ojos para descubrirse en toda su profundidad y en el último instante, cierran los ojos para olvidarse, para perderse, los corruptos sin vergüenza alguna y los tontos marginados de toda esperanza y razón.


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