Estamos
pagando décadas de conformismo, de pasividad y hasta de cobardía, al no luchar
por nuestra libertad y democracia. ¿No nos hemos dado cuenta la monstruosidad a la que hemos llegado?,
entronar a una persona de muy baja educación académica, de muy baja calidad
cultural, sin la mínima consciencia de lo que es y significa la patria
mexicana, lleno de vanidades, en fin a un imbécil. Hemos regresado el poder a
un sistema podrido, corrupto, tiránico somos responsables y culpables de
semejante abominación humana y política. No se nos avizora un buen futuro. Como
los romanos hemos dado el poder a locos como Calígula, megalómanos como Nerón, imbéciles
como Claudio solo que los romanos dominaban y nosotros nos sometemos como
pueblo dulcemente al masoquismo más extraño y degradante. Esta mal una sociedad
que se refleja en la ignorancia, en la imbecilidad y tiranía de un gobernante y
de un sistema de la misma calaña.
Es
tanta la necesidad y pasividad del pueblo mexicano que no tenemos empacho en darles
el poder a personas que guardan los mismos sentimientos de grandeza y de iluminación
que Hitler. No tienen empacho en desatar cualquier acción para tratar de imponer
su visión torcida del cristianismo y de la vida misma. Pasaremos a la Historia
como una sociedad sembrada de zopencos, acríticos, dogmáticos que mendigábamos
democracia y libertad sin saber lo que ello significa, tanto en su concepción como
en su consecución. Somos cómplices marcados de este régimen a todas luces tiránico.
En la hora de nuestra definición como demócratas añoramos y preferimos los cacicazgos
y la tutela a la antigua. Señores que nos traten a su antojo con tal de no ser
responsables de nuestra desgracia social, de nuestra vida común. Preferimos
insultarlos y creer que con ello somos patriotas y estamos salvados de esta
monstruosidad política y humana. No, somos tan responsables como los tiranos.
Hemos de aplicarnos el “Tanto peca el que mata como el que le levanta la pata”,
no por estoicismo ni masoquismos sino para tomar consciencia de ello y tomar acción
para corregir la mala política de todos los partidos.
Es
una farsa la lucha política. La lucha la pone el pueblo, los muertos son del
pueblo y la terminan negociando los altos dirigentes políticos con el argumento
de que es por el bien de todos los mexicanos. Una engañifa y no otra cosa. El
pueblo sigue y seguirá igual de pobre en todos los rubros mientras los políticos
se asignan los sueldos a capricho y antojo. No tienen empacho en dilapidar o concesionar
los bienes nacionales al mejor postor para sus intereses particulares y vivir
con ello como sátrapas. Un Estado donde los crímenes cometidos por los políticos
quedan impunes no puede estar en un Estado de Derecho sino en una ilusión de un
Estado fallido, por ello recibimos la paga del Diablo.
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