La democracia y libertad de un pueblo pasa por su grado de consciencia de la realidad y acción política. En efecto, no solo se trata de tener conocimiento de eso que llamamos verdad sino de actuar para poner remedio a todos los excesos de su gobierno. Nunca, en ningún momento se debe de minimizar el poder del gobierno para torcer la realidad y de falsear en las comunicaciones oficiales, discursos, lo que los gobernados deben saber. De la misma manera nunca se debe soslayar el poder de la mercadotecnia televisiva para mantener a los pueblos en la pasividad. Se ve en los ciudadanos, aun en aquellos que son profesionistas y por ende, se creen libres de prejuicios, ser afines a un sistema malo en si mismo y para la gran mayoría. Ya lo había señalado Dostoievski al decir que el ser humano se acostumbra a todo. Al parecer, no hay forma de que el ser humano en su conjunto logre quitarse la apatía y llegar a sentir verdadera necesidad por la democracia. Toda esa gente alienada es capaz de oponerse a la gente consciente para anularla en beneficio de los gobernantes como si los estúpidos fueran los primeros. Esta anulación tiene su base no solo en la pasividad sino en la creencia del colectivo pasivo de que toda acción política es transgredir leyes casi sagradas. No en pocas veces esa gente llama en variadas formas y en todos los tonos a los conscientes que toman acción política a la “cordura”, es decir, a seguir bajo el status quo, sin cambio alguno. Esto ¿no nos recuerda el mito de las cavernas de Platón?, En el mito la gente encadenada viendo hacia la pared solo ve las sombras de lo que cree es verdad.
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sábado, 27 de octubre de 2012
EL MITO DE PLATÓN
La democracia y libertad de un pueblo pasa por su grado de consciencia de la realidad y acción política. En efecto, no solo se trata de tener conocimiento de eso que llamamos verdad sino de actuar para poner remedio a todos los excesos de su gobierno. Nunca, en ningún momento se debe de minimizar el poder del gobierno para torcer la realidad y de falsear en las comunicaciones oficiales, discursos, lo que los gobernados deben saber. De la misma manera nunca se debe soslayar el poder de la mercadotecnia televisiva para mantener a los pueblos en la pasividad. Se ve en los ciudadanos, aun en aquellos que son profesionistas y por ende, se creen libres de prejuicios, ser afines a un sistema malo en si mismo y para la gran mayoría. Ya lo había señalado Dostoievski al decir que el ser humano se acostumbra a todo. Al parecer, no hay forma de que el ser humano en su conjunto logre quitarse la apatía y llegar a sentir verdadera necesidad por la democracia. Toda esa gente alienada es capaz de oponerse a la gente consciente para anularla en beneficio de los gobernantes como si los estúpidos fueran los primeros. Esta anulación tiene su base no solo en la pasividad sino en la creencia del colectivo pasivo de que toda acción política es transgredir leyes casi sagradas. No en pocas veces esa gente llama en variadas formas y en todos los tonos a los conscientes que toman acción política a la “cordura”, es decir, a seguir bajo el status quo, sin cambio alguno. Esto ¿no nos recuerda el mito de las cavernas de Platón?, En el mito la gente encadenada viendo hacia la pared solo ve las sombras de lo que cree es verdad.
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