Cada
vez más se parece el Congreso de la Unión a la industria cinematográfica de
Hollywood. El artista de cine ha perdido su aura del aquí y ahora, actúa no para
una un publico presente sino para un publico indeterminado y esto lo vuelve
vacío, banal y en una mercancía. Por eso, es, que se tienen las grandes
celebraciones con entregas de trofeos para llenar el hueco que deja lo
impersonal. En contraparte, los actores de teatro son con mucho mas auténticos
y deben actuar para un publico presente que registrar su aura del aquí y ahora.
Hemos visto que muchos artistas de cine dicen que son o fueron además artistas
de teatro para darse un toque de profundidad y quitarse lo banal. El dinero que
la iniciativa privada debe invertir en la realización de películas es cada vez
en mayor cantidad para atrapar al público con más efectos especiales que buenas
actuaciones. Para ello el artista de cine debe estar rodeado ya no de un aura,
esta perdida en este rubro sino de glamour a todas horas so pena de devaluarse
tan rápido como subió esa estrella llamada actor cinematográfico.
En
el Congreso de la Unión también los legisladores han perdido su aura del aquí y
ahora con que antaño se engalanaban al dar discursos ante una audiencia real. Esos
tiempos se han ido para no volver. La forma en que se presentan no dista mucho
de la forma en que aparecen ante la audiencia cinematográfica los actores. Y,
no me refiero solo a las formas afectadas que han adoptado los políticos sino
en la forma en que se hace la reproducción de las imágenes en diarios y
revistas o en los medios televisivos y ahora en las redes sociales. Esta
reproducción deja en evidencia que se prefiere lo mediato a lo inmediato. Aquí
también se actúa para las cámaras y el resultado es una producción que al final
nos deja un producto que no tiene que ver con la realidad. Los políticos también
tienen menester del glamour y de que su imagen sea reproducida hasta el
infinito. Bien se puede aplicar la sentencia de Goebbels que dice: “Una mentira
repetida mil veces…se transforma en verdad”. Y, eso es lo que vemos imágenes de
políticos repetidas millones de veces hasta que la mentira se viste con los
ropajes de la verdad y con ello basta para que sigan en la farsa. Aunque en el
fondo sepamos que eso es falso, hay tanta atracción en la repetición que la mayoría
de gente queda subyugada por la apariencia y no hay forma de que la gente desconfíe
lo suficiente de lo aparente.
Ya
Alejandro Magno y después los Cesares habían utilizado sus imágenes para
mantener el poder. Se sabe que se hacían estatuas de fino acabado,
representando a estos gobernantes en su juventud. “Juventud divino tesoro” dice
un refrán popular”. Con la llegada de los medios de reproducción de las imágenes
los políticos utilizaron estos medios hasta la saciedad para dar una imagen
fresca, juvenil, dinámica que atrajera a los votantes y en especial a las
mujeres. No importa que los políticos sean en su gran mayoría ignorantes hasta
de su materia de trabajo, las leyes. Lo que importa es la imagen.
Es
una locura que ahora, como en Hollywood el capital privado haya invertido
millones de dólares para crear políticos que actúen casi en exclusiva para las cámaras
y no para sus votantes. Están tan lejos de la realidad que no hay forma de
hacer que vuelvan a la realidad. Son adictos a la imagen prefabricada que morirían
si esto cambiara radicalmente. El atractivo de ser acercarse a ser divos y de
ir de cámara en cámara los tiene cautivos. Así las cosas el Congreso de la Unión
tiene una producción cinematográfica y el producto de ello es, una empresa con
el único fin de poner en vigencia leyes contra el pueblo con tal de que el
glamour que dan los millones de dólares invertidos en los políticos, siga
fluyendo.
El
Congreso de la Unión ya no es un órgano del Estado mexicano sino estudios
cinematográficos y los partidos políticos oficinas de casting para los más avezados
políticos en busca de la vida hollywoodense.