REVOLUCIÓN Y CONQUISTA DE
MÉXICO-TENOCHTITLAN Y DE LOS DEMÁS PUEBLOS PREHISPÁNICOS
Las
creencias tienen el poder de determinar no solo una determinada generación sino
muchas generaciones. Esto pasa con lo que llamamos “Conquista de México”; claro
no de México como un Estado nacional sino de un pueblo, el mexicano para seguir
con todos los demás pueblos que, hasta entonces habían sido determinantes para
la caída del imperio mexicano con su sede en México-Tenochtitlán. A mí me
parece increíble que veamos la historia y los hechos narrados y de manera acrítica
sigamos repitiendo sin descanso que fue una conquista de manera lisa y llana.
Si
creemos lo que nos narra Hernán Cortés en sus Cartas de Relación y en especial
en su Tercera Carta, fueron muchos los pueblos los que se unieron contra los
mexicanos. La lista es larga: Cholula, Huejotzingo, Tlaxcala, Texcoco, Xochimilco
por nombrar algunos. Los efectivos con los que inició Cortés el asedio a la
capital mexica fueron alrededor de 75, 000 guerreros naturales, de diversos
pueblos, con sus respectivos mandos y jerarquías y mas o menos 800 “españoles”[1], para finalizar el día antes
de la caída definitiva, el 12 de agosto de 1521 con 150, 000[2] guerreros pues se les habían
sumado otros 75, 000 y los españoles eran mas o menos 900.
Si
tomamos conciencia de todo lo narrado por Hernán Cortés, Bernal Diaz del
Castillo, William H. Prescott, Francisco Javier Clavijero, Fray Toribio
Motolinia, Fray Bartolomé de las Casas, Fray Bernardino de Sahagún y demás historiadores
se nos pone en escena un levantamiento general de todos los pueblos sojuzgados
por los mexicanos y en contra de estos últimos. Si no todos los pueblos se levantaron
en contra de los mexicanos si por lo menos la gran mayoría y los mas importantes.
En
este escenario los españoles son menos de una ciento cincuentava parte de los ejércitos
que derrotaron a los mexicanos. Es decir, fueron una pequeña parte del todo. No
se debe hacer menos ni despreciar ni su estrategia de guerra ni su valor sino
de poner en justicia lo que pasó en esos días. La verdad, ante todo. La
diversidad de pueblos era tal que los pocos españoles no hubieran podido dirigirlos
por lo que se sigue que cada pueblo envió a su ejercito con su estructura de
mando y con una misión ya definida de antemano. Es por esto que no se les puede
atribuir todos los créditos como los propios Cortés, Diaz del Castillo y demás parciales
quieren y aseguran. Los hechos están narrados allí, pero hay que tomar en
cuenta las intenciones de Cortés y Diaz del Castillo.
Es evidente que, el primero justifica y engrandece su participación pues sus
hechos y actos eran ilegales; el segundo, quiere dinero, fama, reconocimiento
al punto de contradecir al primero.
Dejemos
a nuestros dos personajes y centrémonos en esos ejércitos tan diversos y
numerosos. No se puede concebir la caída del pueblo mexicano con su ejército
tan poderoso, numeroso y valiente que, tenía sus fuerzas especiales, los guerreros
jaguar y los guerreros águila tan temidos por su gran capacidad de combate sin
la unión de la gran mayoría de los pueblos sojuzgados en tal cantidad que no
hubiera mas que una consecuencia para los mexicanos: la derrota. Novecientos o
mil españoles por muy valientes que hubieran sido no habrían podido nunca
acabar con los mexicanos. Era menester una fuerza avasalladora y la hubo.
Ya
está el escenario del cual deben manar las conclusiones. La primera conclusión es
que, por principio de cuentas fue una revolución de la mayoría de los pueblos
sometidos en contra de los mexicanos. Los pueblos que estaban bajo el poder de
los mexicanos no los movió la voluntad de Cortés sino el deseo de libertad y de
quitarse de encima tan bárbaro y cruel régimen político. Los pueblos nativos
vencedores no tenían en mente crear una nación y menos un Estado nacional,
nunca fueron más allá de quitarse a los crueles mexicanos. Mas allá de esto no tenían
un proyecto político como si lo tuvo Cortés, pero que no estuvo en condiciones
de ir más lejos porque inmediatamente le cayó la corona y lo anuló.
Volvamos
al penúltimo día de la caída de los mexicanos y escuchemos a Cortés sin olvidar
sus intenciones justificatorias:
“Y
al tiempo que yo Sali del real había proveído que Gonzalo de Sandoval entrase
con los bergantines por la otra parte de las casas en que los indios estaban
fuertes, por manera que los tuviésemos cercados, y que no los combatiese hasta que
viese que nosotros combatíamos por manera que, por estar así cercados y
apretados, no tenían paso por donde andar sino por encima de los muertos y por
las azoteas que les quedaban; y a esta causa ni tenían ni hallaban flechas ni
varas ni piedras con que nos ofender; y andaban con nosotros nuestros amigos a
espada y rodela, y era tanta la mortandad que en ellos se hizo por la mar y por
la tierra, que aquel día se mataron y prendieron mas de cuarenta mil ánimas y
era tanta la grita y lloro de los niños y mujeres, que no había persona a quien
no quebrantase el corazón, y ya nosotros teníamos mas que hacer en estorbar a
nuestros amigos que no matasen ni hiciesen tanta crueldad que no en pelear con
los indios; la cual crueldad nunca en generación tan necia se vio, ni tan fuera
de toda orden de naturaleza como en os naturales de estas partes. Nuestros
amigos hubieron ese día muy gran despojo, el cual en ninguna manera los podíamos
resistir, porque nosotros éramos obra de nuevecientos españoles y ellos mas de
ciento y cincuenta mil hombres, y ninguno recaudo ni diligencia bastaba para
los estorbar que no robasen, aunque de nuestra parte se hacía todo lo posible”.
Vaya
confesión. Cortés pensaba para su momento no para la posteridad. Toda una justificación
de lo que propicio. Casi se nos pinta como una blanca paloma. Los barbaros y
sanguinarios fueron nuestros amigos, nosotros los españoles fuimos racionales,
prudentes. Entonces, ¿Qué controlaba Cortés. Los mercenarios se vieron opacados
por la realidad y tratan de desligarse de la responsabilidad. Nosotros no
fuimos. ¿Cómo que el comandante en jefe no tiene responsabilidad y
culpabilidad?. Que cobardía. En fin. Lo importante es saber que, Cortés fue el
detonante y los españoles los beneficiarios, pero quienes hicieron posible esta
revolución fueron los pueblos sometidos por los mexicanos. No fueron los españoles
sino los pueblos nativos los vencedores de los mexicanos. Pueblos fuertes,
super hombres como los quiere Federico Nietzsche. Si embargo, que cinismo de
los españoles al achacarse esta victoria. Son hechos consumados, pero que se
deben esclarecer en bien de la verdad.
Imaginen
150, 000 guerreros de muchos pueblos en contra de los mexicanos, en su momento Francisco
Villa tuvo mas o menos 40, 000 dorados. Eso nos da la idea de la grandeza de
los mexicanos. Nunca mas mentiras. Tenemos los hechos y una historia torcida. Es
necesario corregir en bien de la verdad. Primero fue una revolución y después
una entrega que se convirtió en conquista por voluntad propia y pasiva. 300
años después, se demostraba que, lo que ya se sabía, España era un tigre de
papel y seguirá en esos términos. México debe encontrar su camino y lo hará.
[1] Cortés, Hernán.
Cartas de Relación.
México,
2005, Editorial Porrúa, Colección “Sepan…Cuantos”. Página 165.
[2]
Ibid. Página 202.