jueves, 8 de julio de 2021

LAS GRANDES REVOLUCIONES

 

LAS GRANDES REVOLUCIONES

 

Las grandes revoluciones encabezadas por caudillos o por grupos, por lo general, acaban siendo grandes fracasos y puede darse un repaso a la historia de la humanidad. Por el contrario, cuando en un pueblo se gesta en la conciencia individual lo que está mal y los valores que se deben seguir gradualmente esa conciencia se vuelve colectiva y pugna con tanta fuerza con su pasado con su hoy que, de manera insospechada puede barrer todas las estructuras del poder y derribarlas sin dar marcha atrás. Es cierto que, no se debe idealizar ni romantizar tales hechos pues son las mismas estructuras del poder las que empujan a renovarse. No se termina con el Estado, sino que se reestructura en medio del drama humano. Esto puede sonar catastrófico y lo es. A pesar de todo esto, casi siempre se puede hallar una salida en el mundo propio, en el mundo personal.

 

Quienes hayan nacido en las carencias y tengan dos dedos de frente saben que, como lo dice Juan Jacobo Rousseau, palabras más palabras menos, se habla de libertad, pero por doquier se le ofrecen al ser humano cadenas. Claro, hay que tener todos los sentidos bien aguzados. Una religión cualquiera se proclama la única, amorosa y verdadera, pero sus fines son la rapiña a través de sus armas preferidas los pecados; el cielo es el premio y el infierno el castigo; cielo e infierno inexistentes. Palabrería vulgar.

 

La familia, institución peligrosa cuando existe por ley o imperativo categórico. La familia a menudo sirve como instrumento del gobierno, del Estado, de las religiones para mantener sometidos a los pueblos. Exigen nuestra sangre nuestro sacrificio, pero raramente cumplen en beneficio del pueblo. Los padres sometidos a estos poderes son incapaces de transmitir valores de libertad, de fuerza, de rebeldía, de justicia, de justicia y cualesquiera otros valores que elevan a los seres humanos. No importa lo que digan, su misión es exigir el sacrificio total a los gobernados y las mayorías incautas caen en ello. Para mí es indigno verter el veneno de las religiones sobre mis hijos. Yo que debería cuidarlos y guiarlos hacia la libertad los encadeno y los pongo como ofrenda a los sacerdotes violadores, mentirosos y todos delincuentes profesionales. ¡Vaya padres, vaya crimen!.

 

La única y legitima gran revolución es la que, una persona puede hacer de su vida. Esa vida personalísima libre de la mayoría de las cadenas ofertadas. Esa vida intima que se construye lejos de todos los reflectores con la disciplina y constancia suficiente para amurallarse contra toda vanidad y vacuidad. Quien consiga controlar su vida será libre en la medida de lo que permitan sus fuerzas y las de sus oponentes. Volvemos al punto de no idealizar ni romantizar. Sin embargo, es posible vivir como seres libres y creadores en cualquier ámbito que se escoja y que valga la pena. Se debe hacer un compromiso personal de siempre más, siempre mejor; mas fuerza, mas poder, mas conocimiento y mas valor hasta el fin. Tal debe ser el paradigma que ya se habían planteado los antiguos mexicanos y lo lograron. A esto Federico Nietzsche lo llamó voluntad de poder y eso mis queridos hermanos lo hemos tenido siempre a la mano, pero se nos ha engañado y se nos ha hecho sentir que, somos los últimos cuando nuestro sitio son las primeras filas de la batalla y la gloria como mexicanos.


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