LAS GRANDES REVOLUCIONES
Las grandes revoluciones encabezadas por caudillos o
por grupos, por lo general, acaban siendo grandes fracasos y puede darse un
repaso a la historia de la humanidad. Por el contrario, cuando en un pueblo se
gesta en la conciencia individual lo que está mal y los valores que se deben
seguir gradualmente esa conciencia se vuelve colectiva y pugna con tanta fuerza
con su pasado con su hoy que, de manera insospechada puede barrer todas las
estructuras del poder y derribarlas sin dar marcha atrás. Es cierto que, no se
debe idealizar ni romantizar tales hechos pues son las mismas estructuras del
poder las que empujan a renovarse. No se termina con el Estado, sino que se
reestructura en medio del drama humano. Esto puede sonar catastrófico y lo es. A
pesar de todo esto, casi siempre se puede hallar una salida en el mundo propio,
en el mundo personal.
Quienes hayan nacido en las carencias y tengan dos
dedos de frente saben que, como lo dice Juan Jacobo Rousseau, palabras más
palabras menos, se habla de libertad, pero por doquier se le ofrecen al ser
humano cadenas. Claro, hay que tener todos los sentidos bien aguzados. Una religión
cualquiera se proclama la única, amorosa y verdadera, pero sus fines son la
rapiña a través de sus armas preferidas los pecados; el cielo es el premio y el
infierno el castigo; cielo e infierno inexistentes. Palabrería vulgar.
La familia, institución peligrosa cuando existe por
ley o imperativo categórico. La familia a menudo sirve como instrumento del
gobierno, del Estado, de las religiones para mantener sometidos a los pueblos. Exigen
nuestra sangre nuestro sacrificio, pero raramente cumplen en beneficio del
pueblo. Los padres sometidos a estos poderes son incapaces de transmitir
valores de libertad, de fuerza, de rebeldía, de justicia, de justicia y cualesquiera
otros valores que elevan a los seres humanos. No importa lo que digan, su misión
es exigir el sacrificio total a los gobernados y las mayorías incautas caen en
ello. Para mí es indigno verter el veneno de las religiones sobre mis hijos. Yo
que debería cuidarlos y guiarlos hacia la libertad los encadeno y los pongo
como ofrenda a los sacerdotes violadores, mentirosos y todos delincuentes
profesionales. ¡Vaya padres, vaya crimen!.
La única y legitima gran revolución es la que, una
persona puede hacer de su vida. Esa vida personalísima libre de la mayoría de las
cadenas ofertadas. Esa vida intima que se construye lejos de todos los
reflectores con la disciplina y constancia suficiente para amurallarse contra
toda vanidad y vacuidad. Quien consiga controlar su vida será libre en la
medida de lo que permitan sus fuerzas y las de sus oponentes. Volvemos al punto
de no idealizar ni romantizar. Sin embargo, es posible vivir como seres libres
y creadores en cualquier ámbito que se escoja y que valga la pena. Se debe
hacer un compromiso personal de siempre más, siempre mejor; mas fuerza, mas
poder, mas conocimiento y mas valor hasta el fin. Tal debe ser el paradigma que
ya se habían planteado los antiguos mexicanos y lo lograron. A esto Federico
Nietzsche lo llamó voluntad de poder y eso mis queridos hermanos lo hemos
tenido siempre a la mano, pero se nos ha engañado y se nos ha hecho sentir que,
somos los últimos cuando nuestro sitio son las primeras filas de la batalla y
la gloria como mexicanos.
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