LA PÉRDIDA DE LA FE EN
CATOLICISMO Y EN LA POLÍTICA
Un sistema político tiene vigencia
mientras los gobernados tienen fe, creencia en las instituciones, en la forma
de vida y en el Estado. Esta fe no tiene porque ser auténtica ni siquiera
consciente o deseada, basta que los políticos siembren creencias en las
instituciones, en el patriotismo, en la religión, en la economía, en el pasado
y entonces los ritos serán eficientes para mantener la fe. Claro, la realidad cambia,
aunque no se note a simple vista y llega el día y hora señaladas para que las
creencias pierdan su vigencia y con ello el sistema político. Y, precisamente
eso es lo que pasó en México en los últimos 40 años de manera significativa,
aunque esto no significa que durante por lo menos 120 años no haya germinado,
se haya desarrollado el descreimiento en el catolicismo.
Este hecho ha pasado desapercibido para la
gran mayoría a pesar de que sirve para explicarnos un poco esta nueva realidad.
¿Cómo se perdió la fe en el régimen político anterior?, ¿Qué empujó al abismo
todo el pasado inmediato?. Bien, digo que no se han dicho más que balbuceos y
una que otra frase aislada sobre “la pérdida de valores” y claro que se han
perdido los valores. Ahora bien, ¿qué tipo de valores se han perdido o mejor
dicho se han movido en su propia escala?, los religiosos sin duda alguna porque
valores éticos que no sean de este tipo los tienen personas contadas. En
concreto se han cambiado los valores morales al grado de valer una vida menos
que un celular u otro artículo por el estilo. Y, esto significa que el control
religioso sobre el pueblo mexicano se ha relajado al punto de perderse íntimamente
y quedar como una simple conducta hueca. Vaya decadencia que se ha extendido
como plaga por todas las clases sociales.
Bien, tenemos que viajar mentalmente hasta
el primero, pero decisivo intento de vivir con una base racional que se
reflejara en las leyes y que de allí permeara hacia la sociedad civil desde el
gobierno. Tamaño objetivo, no se podía llevar a cabo de la noche a la mañana.
Ese hecho fue la promulgación de Las Leyes de Reforma y la Constitución de 1857,
en el gobierno de Benito Juárez. Con todo, esa separación legal no hizo gran mella
en las creencias religiosas del pueblo en general, y el mantenimiento de todo
este sistema de creencias en el dios cristiano, en su hijo, Jesús, en la virgen
María y toda una pléyade de santos se mantuvo y sirvió a los jefes
revolucionarios de 1910, que sobrevivieron para crear e imponer un nuevo
régimen tan totalitario y dictatorial como el de Porfirio Díaz.
El sistema de creencias religiosas y el
conjunto de creencias, mitos y ritos que servían de base al Estado mexicano se
complementaban a las mil maravillas al punto de mantener vigente el régimen
político a todas luces corrupto por decirlo amablemente. Sin embargo, lo que
llamamos Neoliberalismo que no es otra cosa que la continuación de la
acumulación ilimitada de la riqueza iba a tener un nuevo impulso con Margaret
Tacher y el camino abierto con la caída del Muro de Berlín en 1989.
La sociedad mexicana fue hasta hace muy
poco (1990), conservadora en su gran mayoría y ese conservadurismo le provenía
de los dogmas religiosos y de los dogmas del Estado. Convenía que, los
gobernados no salieran de sus creencias dogmáticas tanto religiosos como
oficiales, que no supieran siquiera sus derechos para así evitar siquiera
reclamos. Esto funcionó hasta los años sesenta del siglo inmediato pasado hasta
que los estudiantes protestaron y fueron reprimidos en lo que se conoce como la
“Masacre del 68”. Por ese entonces a las mujeres no se les veía como un peligro
pues su destino estaba en ser madres y amas de casas, pero a la larga iban a
terminar, siendo un decisivas en el cambio de régimen político el 01/07/18.
El Estado mexicano guiado por el
Presidencialismo o claramente un presidente en turno encumbrado faraónicamente cada
seis años no permitía los cambios inesperados o que fueran contra sus
intereses. A las mujeres se les permitió el uso de sus derechos electorales en
1950, y pasaría el tiempo, pero iban a ir ganando terreno político hasta lograr
la equidad de género. En la educación paso exactamente lo mismo, gradualmente
las mujeres se iban incorporando a las Universidades hasta enriquecer sus vidas
y las vidas de los hombres. Sin embargo, las puertas al peligro tan temido en
el Génesis, “No comerás del árbol de la ciencia y el saber”, se había abierto
de par en par y no había ya punto sin retorno.
Pasa con las personas que se educan en las
ciencias que descubren que los dogmas no casan con la realidad y se les instala,
en diversos grados, el descreimiento en los dogmas religiosos; esto se inicia tímidamente,
pero se ensancha y profundiza en un buen porcentaje de profesionistas. Con
todo, esto no es tan grave pues se reduce a un sector selecto que no hace mella
significativa en las creencias dogmáticas.
Un segundo elemento que contribuyó al
abandono de la fe en el catolicismo lo es la corrupción de los sacerdotes;
nunca antes como hoy se han destapado por todos lados cloacas interminables de
pederastia, enriquecimiento inexplicable de sacerdotes y de la misma Iglesia
mientras sus fieles mueren por miles sin ayuda alguna del Estado Vaticano. Esto
entra en franca contradicción de ser una religión de amor.
A pesar de todo esto, los Neoliberales sabían
que el Estado mexicano debía dejar de ser paternalista y abrirse a las
inversiones; en consecuencia, de lo anterior, vender todo lo público. El plan
estaba hecho y los presidentes en turno priistas terminaron con el Estado de
bienestar y se inició una gran feria de venta de todo lo público que avivó aún más
la corrupción oficial. El resultado no podía ser otro que una explosión de hartazgo
que terminaría por derrumbar el aparente solido edificio del Presidencialismo.
A esta fiesta de la corrupción había sido
invitado el pueblo a través de sus dirigentes sindicales, de sus líderes
campesinos, políticos y todo tipo de fauna política nociva. La corrupción en
serio estaba en las cúpulas, aunque se diera un discurso de que, “La corrupción
somos todos”, pero no todo podían estar en la pasarela de los que hacían grandes
fortunas al amparo del poder político seguido de la impunidad. Esto se traducía
en la perdida de fe en el régimen oficial.
Los mexicanos como cualquiera de los demás
seres humanos tienen sus resortes para actuar en tal o cual dirección y el
apetito por la “libertad”, la independencia personal, la democracia, la
legalidad y por sobre todo la ambición de lograr bienes materiales lo
condujeron, en ambos géneros, a dejar de creer en los viejos valores morales y
en los dogmas del Estado. Las condiciones mentales para nadar en los mares
neoliberales se construyeron desde la década de 1980 del siglo pasado y habrían
de pasar unos 35 años para que llegara a su final esta aventura iniciada con la
separación del Estado y la Iglesia.
Estaba ya prefigurado el nuevo tipo de mexicanos
condicionados y atados a lo material como base central de sus vidas. Hasta el más
modesto de los mexicanos sueña ahora con tener en lo posible lo material y
lucha incansablemente por lograrlo y no se parará esta tendencia hasta quedar
agotada pues la promesa es universal pero los elegidos son pocos.
Este nuevo tipo de mexicano, está por lo
menos listo ya para ser un actor activo en el libre mercado, aunque no entienda
a bien el funcionamiento del mismo. De la misma manera, ha dejado de creer en
la metafísica católica para centrarse en las cosas materiales. Claro, esto no
puede llamarse ateísmo pues aun observa las ceremonias católicas, pero ya son más
los creyentes que aquellos que observan sinceramente dicha religión y aun estos
quieren su parte material del mundo y no es raro ver personas que se consideran
files a la religión pero que tienen riquezas materiales o las buscan sin
descanso.
La pérdida de la fe en lo religioso y en
lo político no es total, pero es suficiente para que, se hayan creado nuevos anhelos
y nuevos paradigmas de la vida y se abandone el viejo sistema de vida. Por lo demás
esto ya se ha hecho. Se anhela a la jactancia de tener dinero y cosas materiales
y se ha abandonado el espiritualismo católico que, añoraba una vida eterna en
el mas allá. Se vive aquí y ahora es el nuevo sello de la vida.
Ejércitos de madres y padres tienen casi
todos los días la misión de hacer sus sueños realidad mientras se abandona a
los hijos al cuidado de extraños (maestros), secundarios (abuelos y demás familiares),
cuando no a los medios de comunicación (Tv, computadoras y celulares) y esto traerá
sus consecuencias del imperio del vacío, del sin sentido persiguiendo lo
material pues e han impuesto valores netamente materiales. Aquí y ahora estamos
gestando un nuevo tipo de mexicano.
La derrota del catolicismo y del
Presidencialismo se puede decir que ha sido en ambos casos definitiva. Este dúo
que moldeo a cientos de generaciones de humanos y que imperó sobre los pueblos
ha recibido un duro golpe del cual no podrá reponerse con el poder de antaño.