EL
PANISMO Y LA REALIDAD, HOY
El
panismo nació con su pecado original, el conservadurismo basado en la Biblia,
en los dogmas de la religión católica. No es casual que se oponga al aborto, a
la libertad femenina, a los derechos de los trabajadores y en especial de los más
pobres; se creen elegidos por el Dios cristiano para gobernar, pero más para
dirigir una Humanidad pecadora. Toda su política está basada en el catolicismo.
Durante
un tiempo el panismo no fue más que una barcaza navegando en la noche del
presidencialismo priista hasta que el sistema político totalitarista entró en
decadencia y hubo entonces el partido único de Estado, menester de cómplices
para alargar su estancia en el poder. Claro, ni priistas ni panistas supieron
entender el momento y sus consecuencias.
Soberbios
por creerse elegidos para mandar al pueblo ignorante (según sus creencias), los
panistas se han comportado como señores medievales y creyeron que con la
alternancia en el gobierno de estados y en el gobierno federal era una señal
divina. Con embargo, por estar esperando señales divinas y por aferrarse a
espejismos no vieron que, estaban aliándose al Titanic mexicano de la política,
el PRI y que se los llevaría al fondo del abismo político.
El
panismo se estrelló contra las ruinas del sistema totalitarista priista y casi todo
lo ganado se les fue de las manos. Esto se agrava para los panistas pues no
solo está derrotado el sistema Presidencial, sino que, la fuente misma de su política,
la fe cristiana está en franca decadencia (esto no significa que vaya a
desparecer), con los innumerables casos de violación de menores por todo el
mundo, las inmensas riquezas acumuladas y la corrupción total de la Santa Madre
Iglesia.
A
los conservadores no les gusta variar sus métodos ni mucho menos innovar la
forma de hacer política, siguen aferrados al Génesis y a todos los dogmas
emanados de las Sagradas Escrituras, y tienen por seguro que al final de los
tiempos se les abrirán todos los parabienes prometidos y que, el resto del mundo
quedará inmerso por siempre en el infierno; lugar que ninguno sabe dónde se
ubica pero que están ciertos o mejor dicho dogmatizados de su existencia.
Esta
rigidez estrecha de mente los lleva a actuar como si las circunstancias les
fueran a las mil maravillas y con un entusiasmo proveniente su ignorancia todos
los días salen a pontificar sobre la vida, la política y sobre cualquier tema
que les parece les darán puntos para volver a gobernar el Estado mexicano. Esto
sin darse cuenta de la precariedad del Partido Acción Nacional. Los panistas
han perdido el rumbo, el norte y cualquier estrella fugaz les parece ser la
Estrella Polar y por el momento se les iluminan los rostros para inmediatamente
caer en la cuenta que todo era una ilusión. Esto es su infierno en la Tierra.
A
pesar de los reveces sufridos una y otra vez es evidente que los panistas no van
a variar su estrategia y, menos a proponer un nuevo sistema político y mucho
menos un modelo de Estado acorde a estos tiempos. Es una oposición que ha
quedado de simples comparsas cuando no un simple montón de bufones que alegran
al pueblo con sus ocurrencias, sus denuncias descabelladas y sus dislates. Eso claro
que no es política y no sirve para la reconstrucción del Estado mexicano. Han
abandonado el campo de batalla político para fugarse a un mundo etéreo en donde
se solazan con sus ingratitudes y circo privado.
Por
si esto no fuera suficiente, la fragmentación interna los ha dejado entecos al
grado de volverse más reaccionarios que antes, menos funcionales, sin que
puedan encontrar el rumbo de la realidad para tratar de construir una propuesta
política que los ponga nuevamente en la lucha y después de un largo trabajo de sanación
propia y de un convencimiento de sus militantes intentar nuevamente llegar a
convencer al electorado de ser una buena opción.
Francamente
no se ve como el Partido Acción Nacional pueda reconstruirse y ser un oponente
que, proponga y haga reflexionar al gobierno en turno sobre la cosa pública. Le
han dejado a la “izquierda”, todo el camino sin una verdadera oposición. Sería
muy interesante analizar cuanta responsabilidad tienen los priistas, panistas y
perredistas en el triunfo no únicamente de Andrés Manuel López Obrador sino de
un movimiento que parecía no tener un buen futuro inmediato y que a muchos les parecía
un chiste. Lo que no vieron es que, este movimiento que, finalizó en partido y
gobierno, era un movimiento no solo de las llamadas izquierdas sino de una
sociedad si cansada del binomio “corrupción e impunidad”, pero mucho además que
ya había perdido la fe en el Presidencialismo por diversas razones nacionales e
internacionales. Esa pérdida de fe en el sistema político tuvo sus bases reales
aunque terminó siendo un estado mental que obro al unísono en una muy buena
parte de los electores y que tomó por sorpresa a propios y extraños.
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