CAMBIO DE TIEMPO, CONSCIENCIA Y ACTITUD
El
Presidencialismo priista tuvo necesidad de un pueblo moldeable para tornarlo pasivo
y lo logró durante décadas con la ayuda de la religión, de los mitos oficiales
(patriotismo, anhelos revolucionarios, etc.), el Derecho vigente, la violencia legítima
del Estado y un gran acuerdo entre políticos, líderes sindicales, líderes
campesinos, empresarios y por último la sociedad civil. El resultado, un Estado
totalitarista arbitrario.
Las
circunstancias tempo-espaciales, políticas, sociales, económicas, científicas,
culturales y tecnológicas han cambiado y reclaman seres híper individuales que
puedan valerse por sí mismos, la mayoría no lo sabe a ciencia cierta pero lo
intuye y se deja guiar por esa intuición. No más un Estado mexicano cerrado, aislado
sin que otros Estados y pueblos puedan conocer y, en su caso criticar al gobierno
mexicano. Esto ayuda a limitar el poder arbitrario que pudiera desplegar el
gobierno mexicano en turno. Los pesos y
contrapesos que señalan los políticos mexicanos ya no deben darse en el ámbito
exclusivamente interior sino desde el ámbito internacional.
Ahora
bien, a un Estado dinámico, transparente, que cumpla con la protección de los
Derechos Humanos, que construya las condiciones económicas, sociales y políticas
donde se desarrollen los gobernados, requiere de un pueblo activo,
participativo en lo público, consciente de su existencia, de sus potencias y
poder soberano (aunque no pleno), para determinar la vida pública. En efecto, eso es lo que se requiere y no la
oferta del pasado que la oposición ofrece. El ocaso del pasado no tiene remedio,
el futuro está claro en sus fines, falta que el pueblo de México sepa determinar
el procedimiento y lo sustantivo. En mucho depende de la actitud del pueblo mexicano
ante este escenario para alcanzar el éxito justo y equitativo en esta Aldea
Global.
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