LA MORAL DEL PUEBLO MEXICANO
Es
interesante ver como durante el Presidencialismo aun siendo el pueblo mexicano
muy religioso su moral era, evidentemente, discorde con el catolicismo y esto permitió
que todo el Estado mexicano se corrompiera hasta su médula. El régimen tenía
necesidad de ciudadanos sumisos, pero altamente corrompibles y mas tarde corruptos durante
generaciones al punto de parecer que era imposible terminar con esta época.
Esto no fue así; la economía Neoliberal necesita de un Estado donde impere la legalidad,
legitimidad, libertad y los derechos humanos y esto no lo podía proporcionar el
viejo régimen. Era menester de terminar con el Presidencialismo (gobierno de un
solo hombre, de un solo partido), e imponer un Estado democrático; sin que esto
signifique por si, justeza sino el inicio de una nueva era con un nuevo régimen
que será el resultado de todos los actores internos y externos ni más ni menos.
Es
de resaltar que, la moral de una buena parte del pueblo mexicano haya cambiado
de manera positiva porque en tiempos de zozobra como en estos momentos se podría
esperar que, el pueblo llano se volcara hacia los saqueos acicateado por el hambre,
las enfermedades y la economía tan difícil; pero no, eso no ha pasado y difícilmente
va a pasar. Esto es lo que sostiene al actual gobierno, la moral de una buena
parte del pueblo mexicano, sin este elemento moral no habría gobierno sino
caos.
Esto
es lo que no logran asimilar los políticos opositores al actual gobierno que
haya un pueblo que se libró de la moral conservadora e hipócrita del viejo régimen
y haya elegido una moral positiva y activa que impulsa el cambio de régimen cerrado
y totalitarista hacia un régimen abierto en donde los ciudadanos son parte
activa de la vida nacional pública.
Los
políticos de los diversos partidos pueden hacer las alianzas que gusten pues en
una democracia no se debe ni se puede coartar la libertad política; con todo, querer
obtener el poder público a través de la vieja política con políticos viejos o a
la vieja usanza es garantía de fracaso. Los partidos deben renovarse y seguir
la senda de la moral y no únicamente de la política para tratar de volver al
poder; eso, los partidos que tienen sentido su existencia pues hay algunos que
inevitablemente desparecerán. Lo quieran o no. La derrota moral a pasado más
que la caída política y esto va para largo.
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