LA NUEVA POLÍTICA EN MÉXICO
Los
hábitos son la antesala de las costumbres y estas son tan fuertes que no es fácil
abandonarlas; esto pasa en la política mexicana, casi noventa años de
Presidencialismo han dejado a los políticos moldeados, acostumbrados al
gobierno de un solo hombre. Los políticos mexicanos y en especial la oposición que
a toda costa quiere regresar al Presidencialismo. No se da plena cuenta d-el
cambio radical o no acepta esta nueva realidad. Ahora el pueblo ha tomado el
papel principal en la política, en la vida pública y privada con un dinamismo
que terminará por crear un nuevo Estado.
Los
priistas sabían que su corrupción debería corregirse, pero el lado malvado les
gano y trataron el tema, pero nunca hicieron algo positivo para corregirse sino
todo lo contrario. Miguel de la Madrid
Hurtado (1982-1988), impulsó una “Renovación Moral”, del gobierno y de la sociedad,
pero todo fue discurso pues el terremoto, el abandono de las clases pobres, la
falta de democracia y el fraude electoral de 1988 fueron factores que
impidieron moralizar al Estado mexicano. Esto claro unido a la seguridad de ser
el Partido Revolucionario Institucional el partido hegemónico, aunque ya no el
partido único de Estado.
Todos
estos problemas fueron abandonados por los priistas, pero no por la entonces oposición
que tomó la democracia, la legalidad, la legitimidad y la moralidad como
banderas de lucha y que iban a terminar por permear en la sociedad civil que haría
suyos estos temas hasta terminar por imponerlas de manera incipiente.
Al
perder el poder político los priistas y panistas, principalmente, han tratado, erróneamente,
de volver a la única forma de gobierno que conocen y están acostumbrados, el
Presidencialismo totalitarista, el gobierno de un hombre sin darse cuenta que
la realidad política ha cambiado radicalmente. A eso se deben los dichos de Alejandro
Moreno al decir que “La gente extraña la manera gobernar del PRI”, o los
ataques constantes de los panistas al presidente de la república en lugar de
tratar de ganarse la voluntad popular de los votantes, fuente de todo poder (artículo
39 constitucional), para volver a gobernar.
Es
de no creerse el extravío que tiene y mantiene la oposición al no darse plena
cuenta que el gobierno de un solo hombre ha terminado y que debe volverse democrática;
si los partidos Acción Nacional y Revolucionario Institucional no se vuelven democráticos
muy difícilmente van a volver a gobernar a nivel federal. En el caso del PRI,
todo apunta que, va a desaparecer pues tenía como fin único ser el partido único
de Estado que nutriera al régimen político de gobernantes y servidores públicos;
ese fin se ha terminado, por lo tanto, no tiene fin, sentido la existencia de
este partido.
El
propio Andrés Manuel López Obrador, sabe y lo ha externado que sin el apoyo
popular no podría gobernar, mucho menos llevar a cabo la llamada “Cuarta Transformación”.
Por el momento, tiene el apoyo de los ciudadanos en tal medida que puede seguir
en el gobierno e imponiendo las reformas que cree pertinentes. Ahora bien, esto
ha sido posible en virtud de haber sido la sociedad mexicana la que se liberó
del Presidencialismo, por múltiples factores y eso derivó en el fin del Estado
moderno en México. En efecto, antes que
una derrota legal y política, la derrota del régimen fue una derrota moral
llevada a cabo por la sociedad civil.
Imaginen
que el panismo tiene como símbolo el hipismo encarnado en Gustavo Madero, quien
a pesar de su apariencia actual no logra desprenderse de su pensamiento
infantil, inmaduro y esto es evidente en su comportamiento público y privado. Se
quedó atrapado en su adolescencia de hippie burgués con su correspondiente vacío
y extraviado. Si se
analiza a Marko Cortés se llega la misma conclusión de vacío, de extravío en lo
político y lo demás.
El
priismo tiene como símbolo a Alejandro Moreno, que percibe la realidad de
manera distorsionada y piensa torcidamente que el pueblo de México añora el
sometimiento cuando el Neoliberalismo tiene necesidad de seres humanos libres
al grado de la híper individualización que excluye por supuesto, el
totalitarismo político. Cada ser humano debe ser autosuficiente para alcanzar
lo mínimo necesario para la vida y, en su caso para su desarrollo. Ya el
gobierno no puede dictar la forma de ser del pueblo pues se ha terminado el Estado
cerrado a un Estado abierto, la sociedad cerrada ya no tiene sentido en la
actualidad. Todo esto hace inviable el Presidencialismo cerrado, la sociedad
cerrada, el totalitarismo como forma de vida.
Todos
los partidos políticos deben entender y actuar en consecuencia en el marco de
las libertades, de la democracia, la legalidad, la legitimidad, el respeto a
los derechos humanos y todo lo que va aparejado a todo lo anterior. Sin estos presupuestos
es segura la derrota de cualquier actor político en lo individual o en
conjunto. Se han construidos los lineamientos para la formación del nuevo
Estado mexicano y esto no va a cambiar a menos que pasen hechos y actos
extraordinarios que modifiquen la realidad actual.
En
resumen, el nuevo Estado mexicano no puede ya funcionar si no es con la participación
del pueblo y en concreto de los ciudadanos; esto, para bien o para mal. Si la híper
individualización es la base de la actual sociedad no es de extrañar que los
ciudadanos de manera individual participen en la política, hagan política y se
unan en grupos, asociaciones políticas para tratar de incidir en lo público. Este
es el derrotero que ha tomado el Estado mexicano y no otro y esto es lo que
deben entender y atender los políticos de oposición.
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