La vida siempre corre el peligro de petrificarse,
de volverse rutinaria sin que el ser humano se dé cuenta. Toda la estructura de
la vida que se construye lo empuja a ello. La razón es determinada a aceptar
patrones de vida ajenos al instinto a la intuición. La máxima libertad posible debe
ser vivir sin un fin determinado aunque sobre la marcha se vaya descubriendo
una unidad estructurada un fin pero estos debe ser consecuencia de la unidad de
la vida y como resultados a posteriori. Claro, por primero de cuentas el ser
humano en su individualidad debe darse cuenta de este hecho y tratar de salir
de tales circunstancias en la medida de lo posible y de su preparación
intelectual integral (Razón, instinto e intuición),
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