21. ALIANZA DE VARIAS
CIUDADES DEL LAGO CON LOS ESPAÑOLES.
Estos
socorros iban faltando a los sitiados al tiempo que aumentaban los de los
sitiadores, quienes por este tiempo uno que les fue de gran utilidad cuanto fue
de detrimento a sus enemigos. Los vecinos de las ciudades situadas en las
isletas y riberas del lago dulce se habían conservado enemigos de los españoles
y podían haber hecho grandísimo daño a Cortés si a un mismo tiempo le hubiesen
acometido sus tropas por una parte de la calzada y por otra las de México; pero
por fortuna de los españoles no habían intentado hostilidad alguna en tiempos
del sitio, quizá porque reservaban para ocasión mas oportuna.
Los
chalcas y otros aliados, a quien no tenían cuenta la vecindad de tantos
enemigos, procuraban atraerlos por una parte con promesas y por otra parte con
amenazas y vejaciones; y tanto pudo su importunidad y por ventura y también el
temor de la venganza de los españoles, que vinieron al campo de Cortés
solicitando su alianza los vecinos de Iztapalapa, Mexicalcinco, Cohuacan, Huitzilopochco,
Mizquic y Cuitláhuac, que hacían una parte muy considerable del Valle de México.
Alegróse infinito Cortés de esta alianza y la aceptó con la condición de que no
solamente le ayudasen con gente y con canoas, sino también transportasen
materiales y edificasen barracas en su campo; porque por falta de habitación en
tiempo tan lluvioso como era aquel en que se hallaban, padecía mucho su gente.
Correspondieron
también los deseos de Cortés, que inmediatamente pusieron a sus órdenes un
cuerpo de tropas que cuyo número no se expresa, y 3,000 canoas para que
ayudasen en su curso a los bergantines, en las cuales transportaron prontamente
los materiales necesarios y construyeron a una y otra parte de la calzada
tantas barracas, que bastaron a recibir todos los españoles y 2,000 indios de servicio;
pues el grueso de las tropas aliadas estaba acuartelado en Coyohuacan, distante
legua y media del campo de Cortés; y no satisfechos con estos servicios acudieron
también con víveres, especialmente con pescado y capulines o cerezas mexicanas
en notable abundancia.
Hallándose
ya Cortés con tantas fuerzas entro con ellas en dos o tres días seguidos en la
ciudad, haciendo considerable estrago en sus habitantes. Esperaba que capitulasen
viendo tan excesivo número de tropas contra sí y experimentando el daño que les hacia su
resistencia; pero se engañó, porque los mexicanos estaban dispuestos a rendir
antes sus vidas que su libertad. Resolvió el general español hacer continuas
entradas para precisarles con repetidos estragos a pedir la paz que rehusaban. Formó
de sus barcos dos armadas compuestas cada una de dos bergantines y 1,500
canoas, con orden de que bloqueasen la ciudad, incendiasen sus edificios y le hiciesen
cuanto daño pudiesen. Ordenó a Sandoval y Alvarado que, por su parte,
ejecutasen lo mismo y él con todos sus españoles y a lo que parece con unos 80,000
aliados[1] entró
como solía por la calle de Iztapalapa sin otras considerables ventajas en ésta
y otras entradas de estos días, que la de disminuir poco a poco el número de
los enemigos, arruinar algunos de los edificios y avanzar cada día algo más
para comunicarse, como intentaba, con el campo de Alvarado, aunque no pudo por
entonces conseguirlo.
NOTA.
Como se puede ver claramente, efectivamente, hubo traidores a los mexicanos
pero no es como de común se cree y se dice, los tlaxcaltecas sino los pueblos
que poco antes le eran aliados o vasallos a los mexicanos. La ciudad de México
estaba ya totalmente sitiada y estrangulada y no había ya forma de una victoria
y sin embargo, la valentía de los sitiados es admirable. Pero mientras destruían
los antiguos aliados o vasallos el corazón del imperio, contraían sus propias
cadenas de las que no saldría el pueblo mexicano ya con una identidad
suficiente sino hasta pasados 300 años. Saber la historia es el primer y
fundamental paso para ir entendiendo los hechos y actos que con posteridad se
han de ir desarrollando hasta el día actual y que irremediablemente serán el
entramado como base del futuro.
[1]
Conjeturo que serían 80,000 los aliados que llevó consigo en esta entrada Cortés
, porque el dice que se halló aquel día en su campo con más de 100,000, de los
cuales irían 20,000 o 22,000 en las 3,000 canoas.