jueves, 19 de mayo de 2016

BOSQUE FRONDOSO



Recuerdo haber tomado consciencia de mi existencia mirando a los demás. Fuimos como un bosque frondoso, lleno de fuerza, de vitalidad. Generaciones anteriores y posteriores nos circundaban con su propia fuerza y vitalidad. Miradas desde lejos parecían generaciones perennes. No se veían grietas por ningún lado o quizá era la inconsciencia colectiva.

Espaciotemporal es nuestra escena. Hablamos de la extinción de otras especies o de los dinosaurios sin ver nuestra propia ruina. Avanzábamos con la vitalidad juvenil y de pronto nos separamos al salir de la escuela secundaria.  Ingresamos a la preparatoria. Nuevos escenarios, nuevos maestros y amigos. La idea de la educación bailaba en las mentes de nuestros padres mientras nosotros plácidamente vivíamos. ¡Que época!. Flores, música y amor inocente.

El bosque se había desarrollado y lucia en todo su esplendor. Ninguna cosa parecía mover o conmover la vida. Con todo, las noticias pronto llegarían y no serían buenas, de modo alguno. Un árbol había caído a lo lejos aniquilado por el hachazo moral del infarto. Los rostros se congelaron. ¿Qué había pasado?. El estupor lleno por completo a todos los demás. No hubo respuesta. Todo fue un misterio y sigue siendo un misterio. Sabemos lo básico de la vida. El fondo misterioso es inescrutable aun para los ojos más agudos.

El tiempo pasó y tomamos el puesto de los viejos. Ahora dirigiríamos el mundo y el sistema nos dirigiría a nosotros. Nos engañamos cuando creemos que tenemos fines propios. Todo no es impuesto por el pragmatismo económico. La vida está bajo la rueda de los bienes y servicios. Somos hámsteres  que trabajan incansablemente hasta la locura y las enfermedades nerviosas. Locos de amor y de felicidad nos damos la cabeza contra muros imposibles de franquear. Ya ni siquiera tenemos en la mira la inquietud del Existencialismo. Lo damos todo por hecho y por derecho.

Pero una rápida mirada ideal sobre el bosque frondoso nos da una revelación han ido cayendo sin parar una buena parte de sus integrantes. Asesinatos, muerte natural, hachazos en forma de infartos, alcoholismo, drogadicción y mil formas más tiene la muerte. Y, eso es precisamente lo que contiene la vida: la muerte. La vida y la muerte nos son correlativas en el sentido más amplio y profundo; la muerte es lo que le pasa a las vidas concretísimas.  La muerte está contenida en la vida.

Mientras más se desforesta el bosque los que quedamos avanzamos con la prisa de quienes saben que el final e acerca. Ser. Queríamos ser y quizá tarde lo entendimos. Quizá no tan tarde. El objetivo está a la vista. Ser y deber ser a la forma de nuestros antepasados. Caballeros tigres y águilas. Rápidos. Fulminantes. No nos aterra la muerte sino no ser en nuestros propios términos. Flor canto llevados a otro nivel y otro significado sin perder su inigualable base.


Miramos el futuro y él nos mira a nosotros como diciendo, “Bien han llegado hasta aquí y ¿qué más?. Avanzamos sin dudarlo y en nuestras mentes suena y resuena “y ¿qué más?, sonreímos abiertamente y nosotros contestamos “y ¿qué más?, mientras enfilamos nuestros pasos hacia nuestro objetivo. Cerca la meta cerca la muerte. ¿Qué llegará primero?. No se pude saber y eso le pone emoción al momento, nuestro momento. Quizás el ultimo y decisivo. Adiós bosque frondoso donde nacimos y crecimos a la sombra de nuestros pares. Nos enfilamos nuestros pasos hacia nuestro objetivo. Nos miramos los que quedamos. Reímos. El día es maravilloso.


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