martes, 3 de noviembre de 2020

UN NUEVO CONSTITUCIONALISMO

 

UN NUEVO CONSTITUCIONALISMO

 

La adopción de la teoría de Montesquieu, “La división de poderes” en México, se hizo en la forma, en el texto de la Constitución General, pero, en la realidad no se ha tomado en cuenta al pueblo a cabalidad como el único y verdadero soberano (Artículo 39 constitucional). No conformes con esto, los legisladores federales, el presidente de la republica en turno han dejado que esto se corrompa y decaiga pues se dice que los estados que integran la federación son libres y soberanos cuando por el pacto federal, precisamente, han perdido toda soberanía si alguna vez la tuvieron y su libertad es ilusoria pues están unidos para formar la Federación, el Estado mexicano.    

 

Como si esto no bastara se dice que, el pueblo ejerce su soberanía por medio de los poderes federales (órganos que no poderes), a nivel nacional y por los poderes (Sic), en los casos de los integrantes de la Federación, lo que deja a los estados y a la Ciudad de México soberanos y por ende, a sus órganos legislativos, ejecutivos y judiciales como soberanos con el ejecutivo como líder indiscutible de su estado o de la Ciudad de México. Esta es la idea que ha permeado y que se ha impuesto en la práctica dando como resultado que, los gobernantes de los estados o de la Ciudad de México se sientan y se comportan cuando les da la gana como verdaderos soberanos que no tienen límites. Es evidente que la teoría de “La división de poderes”, debe revisarse y reformarse para bien del pueblo mexicano pues derivando esta teoría como esta aplicada se llega al error, a la confusión y al mal funcionamiento del Estado mexicano.

 

Con la teoría de “La división de poderes”, surgen una multiplicidad de soberanos. En primer termino tenemos al pueblo como soberanos, después, a nivel federal, surgen otros tres poderes soberanos (Ejecutivo, legislativo y judicial) y surgen otros 32 estados soberanos y en su régimen interno otros tres poderes soberanos (ejecutivo, legislativo y judicial), con la salvedad que, de estos poderes soberanos estatales dos; el legislativo y judicial, están sometidos por el ejecutivo. Es evidente que se evita por todos estos diques que el pueblo ejerza efectivamente su soberanía y que, se le mantenga en estado de minoridad pues inmediatamente le surgen tutores que se llaman a sí mismos, soberanos (Ejecutivo, legislativo y judicial) a nivel federal y, después a nivel estatal y de la Ciudad de México. Con este sistema adiós soberanía del pueblo y se le llamara soberano en cada elección mas no en el gobierno, en la práctica. En este contexto, el pueblo sirve para legitimar, legalizar o simular la democracia, pero no para determinar su forma de gobierno y sus fines.

 

Ahora bien, si nos basamos en que, el pueblo es soberano (artículo 39), y de allí derivamos que los órganos que, no poderes, únicamente se les dan funciones, atribuciones o facultades, pero nunca se les cede o traspasa la soberanía nacional pues el pueblo es soberano en su conjunto y no se puede decir que los habitantes de cada estado integrante de la Federación o de la Ciudad de México es soberano como se afirma (artículo 40), se aclara quien es el único soberano y así se evitará la idea perniciosa de que los órganos ejecutivo, legislativo o judicial son soberanos a nivel federal o, a nivel local, dejando al pueblo el ejercicio de su soberanía. En efecto, de esta manera se evitarían infinidad de errores y no se verían intentos separatistas o de otros tipos en detrimento del pueblo y del Estado mexicano.

 

Por un lado, se tiene la adopción de la teoría de “La división de poderes”, ya, desde su origen inexacta pues se llama poderes a lo que son órganos y después la aplicación formal, en el texto constitucional es un gran error y su práctica nos ha llevado a la nula practica de la soberanía por parte del pueblo y la simulación de la democracia. Durante muchas décadas el pueblo mexicano ha servido a las elites políticas para que, se enriquezcan y se haya creado una clase dorada; es hora de crear una nueva estructura del Estado mexicano con la teoría simplificada y los términos claros que no den pauta a las interpretaciones contrarias a los intereses del pueblo: Único soberano.


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