domingo, 5 de abril de 2020

EL COVID-19, UNA PAUSA PARA LA HUMANIDAD


EL COVID-19, UNA PAUSA PARA LA HUMANIDAD

 

Un virus logro lo que los humanos pensantes, activistas, ecologistas y población no pudo, parar el tren Neoliberal y hay que aceptarlo, somos parte de ese tren, nos gusta consumir ya sea por iniciativa propia o por domesticación. Por lo menos los últimos treinta años se ha desarrollado una corriente consciente respecto a la sobre explotación de los recursos del planeta con el único fin de conseguir gananciales al máximo. Esto no es nuevo, si se hace un recuento del inicio de la civilización en la India, en Grecia e Italia se pude ver que se inicia con la separación humana entre nobles y el resto hasta que parecen definidos la nobleza con las riquezas y la plebe con la pobreza. Ha pasado mucho tiempo pero es posible seguir con mayor certeza el desarrollo de la actualidad con el Neoliberalismo Financiero y de grandes trasnacionales y los pobres en la actualidad o, el pueblo si les place.

 

El escenario es parecido a una ficción. “Virus paraliza el mundo, miles de muertos en Nueva York, Madrid y el resto del mundo”. Con toda la ciencia y toda la tecnología y un virus hace temblar el sistema económico, político y social extendiéndose a todos los demás ámbitos. En poco tiempo se han visto los efectos sobre la naturaleza; gradualmente se regenera e imágenes insólitas aparecen ante nuestros ojos, los animales se pasean por las ciudades y los peces se aventuran en lugares antes vetados para ellos. El mundo necesitaba un respiro, una pausa que lleve a la reflexión sobre la vida misma.

 

No es seguro que los seres humanos abandonemos el Neoliberalismo, lo tenemos muy metido en nuestra mente como para desecharlo de una vez y para siempre. “El hombre (ser humano), es un animal de costumbres”, ha sentenciado Dostoievski, algunos filósofos y otros autores. Es de esperarse que las circunstancias y el fondo no cambien radicalmente. Con todo, la realidad actual si obliga a pensar y actuar en consecuencia respecto a la economía. Ahora que pocos son súper ricos y la mayoría pobres. No se pude evitar tratar el tema una vez más que, por demás ya hay estudios y documentales sobre el tema pero hay que seguir insistiendo pues no se trata únicamente del bienestar de una cúpula sino del destino de toda la humanidad.

 

Los súper ricos quisieran, con el mismo terror pánico que los nobles griegos o romanos, se dejara de abordar el tema pero me parece que no tienen consciencia más allá de la acumulación ilimitada de bienes y riqueza sin importarles lo mínimo el avance de la vida. Lujos lejanos de lo mundano. Sin embargo, el destino tanto de los súper ricos como de los pobres está íntimamente ligado; no importa que los primeros se escondan tras sociedades anónimas o cualquier refugio de cualquier índole, el lazo conector siempre lleva a la plebe hacia ellos y viceversa.

 

El Libre Mercado al que siempre apelan los Neoliberales es una herramienta de tiranía para lograr pingües ganancias, endeble para sostenerse sin dinero del pueblo a través del Estado y tan contaminador como ningún sistema anterior. Mientras el negocio marcha viento en popa los súper ricos hacen negocio pegados al Estado, pidiendo que el gobierno no intervenga pero tan luego hay un obstáculo se desgarran las vestiduras exigiendo que el Estado intervenga para otorgar créditos, rescates, se hagan exención del pago de impuestos y toda una gama de solicitudes a su favor. En las entrañas del Neoliberalismo hay grietas por donde se puede ver la podredumbre oculta, la debilidad no reconocida y que un virus puso a la vista de todos.

 

Tan extraordinarias circunstancias requieren pensamientos y actuaciones extraordinarias. Pero esto no es tan fácil de llevar a cabo porque a diferencia de lo que se dice, pensar no es gratis ni sencillo ante semejantes problemas y después, implementar las soluciones es más complejo. Tienen que pensar los que son aptos para ello, llámeseles filósofos, pensantes, genios o como quiera que sea; después, tienen que entenderlo  poco a poco, políticos y los súper ricos para que se inicie lentamente un cambio en la forma de vida por lo menos la occidental. Los políticos son por antonomasia torpes sin mucho tesoro académico y del real saber. Sería bueno que por lo menos supieran mandar pero hay escasez en este tipo de políticos. ¿Cuánto daríamos por un Pericles o un tlatoani de la antigua nobleza mexicana?. Hombres que se hacían obedecer y tenían clara su misión: mandar bien.

 

No se pueden esperar soluciones mágicas como de cuentos de Hadas con un final feliz de “…y vivieron felices para siempre”, no existe tal en la realidad. La vida es una constate lucha en que, de un momento a otro se puede perder lo logrado. Los súper ricos deben entender que, básicamente el dinero no es la base de una buena vida pues el agotamiento de los recursos del planeta nos lleva al desastre  pues esto no son ilimitados y que esto nos lleva a la destrucción del único lugar que tenemos para vivir. Una vuelta más a las tuercas y gradualmente nos acercamos a una revolución social, política y económica. La Tierra parece regular la vida por sí misma y las extinciones son su resultado.


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