EL COVID-19, UNA PAUSA PARA LA HUMANIDAD
Un
virus logro lo que los humanos pensantes, activistas, ecologistas y población no
pudo, parar el tren Neoliberal y hay que aceptarlo, somos parte de ese tren,
nos gusta consumir ya sea por iniciativa propia o por domesticación. Por lo
menos los últimos treinta años se ha desarrollado una corriente consciente
respecto a la sobre explotación de los recursos del planeta con el único fin de
conseguir gananciales al máximo. Esto no es nuevo, si se hace un recuento del
inicio de la civilización en la India, en Grecia e Italia se pude ver que se
inicia con la separación humana entre nobles y el resto hasta que parecen
definidos la nobleza con las riquezas y la plebe con la pobreza. Ha pasado
mucho tiempo pero es posible seguir con mayor certeza el desarrollo de la
actualidad con el Neoliberalismo Financiero y de grandes trasnacionales y los
pobres en la actualidad o, el pueblo si les place.
El
escenario es parecido a una ficción. “Virus paraliza el mundo, miles de muertos
en Nueva York, Madrid y el resto del mundo”. Con toda la ciencia y toda la tecnología
y un virus hace temblar el sistema económico, político y social extendiéndose a
todos los demás ámbitos. En poco tiempo se han visto los efectos sobre la
naturaleza; gradualmente se regenera e imágenes insólitas aparecen ante
nuestros ojos, los animales se pasean por las ciudades y los peces se aventuran
en lugares antes vetados para ellos. El mundo necesitaba un respiro, una pausa que
lleve a la reflexión sobre la vida misma.
No
es seguro que los seres humanos abandonemos el Neoliberalismo, lo tenemos muy
metido en nuestra mente como para desecharlo de una vez y para siempre. “El
hombre (ser humano), es un animal de costumbres”, ha sentenciado Dostoievski, algunos
filósofos y otros autores. Es de esperarse que las circunstancias y el fondo no
cambien radicalmente. Con todo, la realidad actual si obliga a pensar y actuar
en consecuencia respecto a la economía. Ahora que pocos son súper ricos y la mayoría
pobres. No se pude evitar tratar el tema una vez más que, por demás ya hay
estudios y documentales sobre el tema pero hay que seguir insistiendo pues no
se trata únicamente del bienestar de una cúpula sino del destino de toda la
humanidad.
Los
súper ricos quisieran, con el mismo terror pánico que los nobles griegos o
romanos, se dejara de abordar el tema pero me parece que no tienen consciencia más
allá de la acumulación ilimitada de bienes y riqueza sin importarles lo mínimo
el avance de la vida. Lujos lejanos de lo mundano. Sin embargo, el destino
tanto de los súper ricos como de los pobres está íntimamente ligado; no importa
que los primeros se escondan tras sociedades anónimas o cualquier refugio de
cualquier índole, el lazo conector siempre lleva a la plebe hacia ellos y
viceversa.
El
Libre Mercado al que siempre apelan los Neoliberales es una herramienta de tiranía
para lograr pingües ganancias, endeble para sostenerse sin dinero del pueblo a través
del Estado y tan contaminador como ningún sistema anterior. Mientras el negocio
marcha viento en popa los súper ricos hacen negocio pegados al Estado, pidiendo
que el gobierno no intervenga pero tan luego hay un obstáculo se desgarran las
vestiduras exigiendo que el Estado intervenga para otorgar créditos, rescates,
se hagan exención del pago de impuestos y toda una gama de solicitudes a su
favor. En las entrañas del Neoliberalismo hay grietas por donde se puede ver la
podredumbre oculta, la debilidad no reconocida y que un virus puso a la vista
de todos.
Tan
extraordinarias circunstancias requieren pensamientos y actuaciones
extraordinarias. Pero esto no es tan fácil de llevar a cabo porque a diferencia
de lo que se dice, pensar no es gratis ni sencillo ante semejantes problemas y después,
implementar las soluciones es más complejo. Tienen que pensar los que son aptos
para ello, llámeseles filósofos, pensantes, genios o como quiera que sea; después,
tienen que entenderlo poco a poco, políticos
y los súper ricos para que se inicie lentamente un cambio en la forma de vida
por lo menos la occidental. Los políticos son por antonomasia torpes sin mucho
tesoro académico y del real saber. Sería bueno que por lo menos supieran mandar
pero hay escasez en este tipo de políticos. ¿Cuánto daríamos por un Pericles o
un tlatoani de la antigua nobleza mexicana?. Hombres que se hacían obedecer y tenían
clara su misión: mandar bien.
No
se pueden esperar soluciones mágicas como de cuentos de Hadas con un final
feliz de “…y vivieron felices para siempre”, no existe tal en la realidad. La
vida es una constate lucha en que, de un momento a otro se puede perder lo
logrado. Los súper ricos deben entender que, básicamente el dinero no es la
base de una buena vida pues el agotamiento de los recursos del planeta nos
lleva al desastre pues esto no son
ilimitados y que esto nos lleva a la destrucción del único lugar que tenemos
para vivir. Una vuelta más a las tuercas y gradualmente nos acercamos a una revolución
social, política y económica. La Tierra parece regular la vida por sí misma y
las extinciones son su resultado.
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