PIEL DE SERPIENTE
El día de hoy tuvo una mañana
maravillosa aunque el drama y hasta la tragedia de los seres humanos inundara
las casas y las calles. Este virus vino a notificarnos, en definitiva, que no
somos la cúspide la evolución ni de la vida; este planeta puede seguir su
camino sin nosotros. Y, eso es irrefutable. Con todo, tengo que salir a caminar
por el parque que está a unos quince minutos caminando. Son las siete de la
mañana y hay poca gente a la vista. El viento fresco y el cielo despejado son
hermosos. Tengo que apresurar el paso antes de que, haya más personas. Una hora
de caminata. Seis kilómetros son suficientes. No puedo pensar sentado.
Hago una parada para comprar ensaladas
y, gelatinas para volver a casa. Excelente comida. Mientras me surten el pedido
tomo asiento en una banca pública y empiezo a seleccionar los documentales por
ver y el libro a leer; hay tiempo suficiente. “La Ciudad Perfecta” y Humanos de
Diseño”, de Stephen Hawking; “Leptis Magna” y “Treveris: La Primera Ciudad de
Alemania”, de la Fundacion Juan March. Finalmente algo de terror “Wayne
Williams, Serial Killer Documentary”.
Hay una vendedora de productos en bolsas
de plástico que contienen cacahuetes, semillas y otros granos. Me pregunta la
hora. 8: 20 de la mañana. Sigo con lo mi selección de contenido pero siento que
esta persona me observa. Levanto la cabeza y me dice que sí creo que vendrán
los inspectores del Ayuntamiento a quitarla del lugar por lo del virus. Le digo
que es posible pero que no he visto durante mi recorrido actividad de ese tipo
así que, le digo que siga con su día y que en todo caso se ocupe y que no se
preocupe.
La conversación siguió. Mujer soltera
con dos hijos y sin más trabajo e ingresos que los logrados día a día. Le
preocupa el pago de la renta y lo incierto del futuro. Quizá lo que en esos
momentos necesitaba era simplemente hablar con alguien y que carajo no me
corría prisa. Al final hice un balance y sin duda alguna había personas que la
estaban pasando tremendamente mal en la vida y con gobiernos francamente
obtusos. Después de media hora la mujer estaba más relajada. Le compre cuatro
gelatinas. Dos me llevo y vengo mañana por las restantes. En esos precisos
momentos pasó una señora a todas luces indigente, fue a dejar sus cosas a unos
dos metros de distancia, volvió sobre sus pasos y nos indicó que le regalamos
algo de comer. La vendedora le dijo que tomara lo que necesitara. Tomo lo
necesario y pague lo debido. Acto seguido me despedí y fui por comida.
Iba cargado con la comida del día pero
además había pagado las ensaladas para tres días. Camino a casa hice una parada
en otra banca pública para terminar de determinar un libro a releer. Pasó otra
persona indigente; por su aspecto se veía que la pasaba mal pero siguió su
destino. Terminé de la elección “Las Cartas de Relación”, de Hernán Cortés.
Reanude mis pasos y a dos cuadras al dar vuelta me topé con el caballero que
había pasado hacia unos diez minutos; estaba sentado con la cabeza gacha, era
la viva imagen de la derrota. Pensé en pasarme a la otra acera pero en
definitiva eso no estaba bien y no por un humanismo chabacano ni una
sensiblería de beatería. En realidad bien me la podría yo pasar sin el par de
gelatinas y los dos paquetes de galletas y se las di sin más. El sujeto abrió
los ojos y sonrió y me dio las gracias. Qué más da aun respiramos.
El día anterior recibí un mensaje que no
atendí pero sin duda hoy habría de hacerlo. Una persona muy cercana tenía
menester de un ordenador y como sabía que yo contaba con tres pensaba que bien
podría facilitarle uno. ¡Por Satanás, todo está en el empeño y han pasado dos
días del límite de pago!. Bien, fui a investigar cuanto quedaba de efectivo. Lo
justo para el desempeño. Así que desayuné tome un buen baño, saque un libro de
mi autoría y me dirigí al noble negocio de lindos y salvadores préstamos.
Llegué y le explique a la persona que atendía la situación. ¿Leyó el contrato?,
me dijo; si, le contesté. ¿Usted es abogado, no?, si, dije mirándola fijamente.
¿Entonces?. Necesito ese cacharro. ¿En serio?, me dijo sonriendo. ¿Puede
dedicarme su libro?. ¿Tengo opción?. Ella rio de buena gana, me pido la
papeleta y se perdió en la parte posterior del negocio. Dediqué el libro, le
estampé la firma y se lo extendí. Ella me dio el artículo. Le di las gracias
mientras ella leía, levanto la mirada y me dijo: Muy poético ¿no?. Gracias
nuevamente, repetí.
Entregué el ordenador y regresé a casa
en transporte público un tramo y otro caminando. El calor ya era intenso, todo
lo contrario a la fresca mañana. Sobre la ruta había una tienda así que pase
por dos refrescos para no salir más. Sin embargo, más temprano encontré a dos
personas tapando baches para cachar unas monedas; ambos estaban sudados y al
parecer no les iba bien el día. Les di una botella y seguí mi camino hasta la
casa. Fin de las obligaciones.
De estas malas circunstancias vamos a
salir y espero con una nueva mentalidad. Habremos de hacer (quien quiera
hacerlo), como las serpientes (no me digan que es mala comparación porque somos
de lo peor), que de tiempo en tiempo cambian de piel; aquella piel que un día
les era necesaria y tan acostumbrada estaban a ella. En todo caso para los que
sientan inapropiada la comparación pueden cambiar el símbolo y poner en su
lugar una larva de mariposa. Cada quien cambiará como quiera hacerlo pero yo
los invito a dar un giro mortal para por lo menos tratar de cambiar de piel,
esa piel mental que tanto nos gusta portar y exhibir con tanto orgullo mucha
veces con tanto error. Eso que nos ha sido vital como el régimen político, los
mitos nacionales envueltos de patriotismo y que celebramos ya sin sentido tal y
como nos los marca el oficialismo. ¿Por qué no se hace política desde abajo
justo desde la realidad radical del pueblo?. Si dejamos solos a los políticos
seguirán creyendo lo que se les ocurra desde la estrechez de sus cabezas. No
digo que sea abolido el Estado ni que vayamos a la anarquía sino que, este
gobierno y los siguientes no sean de una élite en formación o de un solo
hombre. Eso se debe terminar y para ello hacen falta ciudadanos que hagan el
verdadero contrapeso al poder público. ¿Qué hay de si exigimos capacitación permanente,
exámenes de política, controles de confianza y leyes más severas para los políticos?, De lo contrario pagaremos
muy caro esto.
Algunos desean el pasado. Yo repruebo el
pasado por que ya fue. Las tres anteriores “Transformaciones”, fueron más o
menos igual de azarosas y de inciertas al punto que también se clamaban sus
fracasos. No hubo tal. Debemos de entender que el éxito o fracaso de la vida de
los mexicanos está en nosotros mismos; en la medida en que cambiemos de régimen
político y toda la vida que creíamos ser necesaria por ser costumbre. El cambio
de régimen político pasa por un cambio de mentalidad, de hábitos, de
costumbres, de mitos, de consciencia y de práctica en la realidad.
El cambio político, económico, social,
cultural y de cualquier índole será bueno o malo en la medida de que se apoye
al actual gobierno y se le mantenga en la democracia, se le exija legalidad,
legitimidad, respeto a los derechos humanos, castigo ejemplar a los corruptos de
arriba para abajo y de todos lados. Basta ya de simulaciones. El daño a lo
público debe ser ejemplar pues no se puede ya más permitir que los políticos
hagan suyo lo que todos los gobernados aportan. La tragedia y el drama por el
que muchos mexicanos pasan nos deben servir para purgar todo lo malo que se
pueda de nuestra vida nacional. Nuevos valores y nuevas metas con oportunidades
para todos y no para unos cuantos. Una vida indigna no merece ser vivida.
Siempre ha sido una facción del pueblo el que ha salido ganando mientras se
deja al resto en la espera permanente. Primero los llamados criollos en la
Independencia, después los mestizos liberales en la “Guerra de Reforma”, luego
las cúpulas castrenses en la Revolución de 1910 y mientras se encumbraba al
pueblo en nichos, pinturas, y en el Muralismo se le imponían cadenas y se
encumbraba nuestros súper millonarios. Hay que cambiar, si les place y, esa
tarea es de todos.
Excelente como siempre, es momento de hacer un cambio radical en nuestras vidas
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